33. Los Angeles.

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Pov's Owen.

Abro los ojos despacio y me lleva unos minutos acostumbrarme a la luz.

- Gracias, doctor - escucho la voz de Abby, a la cual consigo ver hablando con uno de los médicos.

¿Estoy en el hospital?

Trato de incorporarme, pero el dolor que siento por todo mi cuerpo me lo dificulta un poco.

- Ey, estate quieto, ¿quieres hacerte daño?

- Estoy bien - respondo - ¿Gané?

- ¿Tú qué crees?

- Bueno, estoy vivo así que...

- No hubo un ganador

- ¿Qué?

- ¿No recuerdas nada?

- Solo recuerdo que acabé en el suelto recibiendo una paliza.

- La policía llegó.

- ¿Y por qué no estamos en comisaría?

- Digamos que todo estaba planeado

- Abby, ¿de que hablas?

- Cuando me dieron la paliza tuve que prestar declaración a la policía e hice un trato con ellos para deshacerme de Charles. Al parecer ellos le seguían la pista desde hace tiempo.

- ¿Por qué no me lo dijiste? - me quejo y ella se encoje de hombros.

- No sabía si saldría bien.

- ¿Y como sabías que te propondría una pelea?

- No lo sabía, solo tenía que hacer que lo pillasen en el ajo, lo planeamos todo después.

- Joder Abby

- No iba a dejar que te matase

- Lo sé, pero debiste decírmelo.

- Lo siento, y siento haber te metido en esto.

- Tus problemas son los míos

- Charles ya no es un problema.

- Eso compensa la paliza que me dio.

- Claro que no - responde - No debiste estar ahí.

- No voy a negarte eso, si la policía no hubiese aparecido ahora mismo deberías mucho dinero a ese capullo.

- Le habría metido un tiro

- Oh... Venga ya, dime que te has desecho de esa pistola - digo

- Claro, la he guardado bajo el colchón.

- Abby...

- Es broma, la he tirado a una papelera.

- ¿Sabes lo peligroso que es eso?

- ¿Vas a quejarte de todo?

- Pues si, ¿Acaso no piensas?

- ¿Crees que estaba pensando en la puta pistola mientras tu estabas moribundo en una camilla de hospital?

- Pues...

- Pues no, Owen, no pensaba en eso .

- Ven aqui - le digo y ella se acerca enfurruñada y se sienta en la cama. - Yo también te amo - acaricio su rostro y ella frunce el ceño.

- ¿A qué viene eso? - sonríe un poco.

- Anoche no te lo dije

- No necesito que me lo digas, lo sé - dice y se acerca para besarme. Aunque no dura más que un par de segundos, ya que se separa al notar una mueca de dolor por mi parte.

Smoke©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora