Había una vez una chica llamada Rin pertenecía a una familia muy adinerada. Ella era una chica de estatura media, su piel suave, de pómulos y labios rosa, de largos cabellos con flequillo y ojos tono marrón, se dice que había heredado la belleza de sus antepasados.
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Rin era muy popular en su colegio, no solo por su belleza o inteligencia sino también por su gran corazón. Le gustaba ayudar a los demás incluso todos los fines de semana iba a asilos a llevar una sonrisa a los ancianos, aquellos que sus familias habían abandonado en ese lugar y también visitaba orfanatos, niños que habían perdido a sus padres o habían pasado algún trauma por culpa de ellos.
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Un día 15 en primavera era el cumpleaños número 16 de Rin. Una de las sirvientas de la Familia caminaba hacia al cuarto de Rin para despertarla y alistarla para su nuevo día como sucedía siempre.
- Mi lady Rin levántese para ir a la escuela, hoy es un día muy especial para usted. - Dijo la sirvienta, quitándole las sábanas.
- Nana no quiero!! déjame dormir un rato más - Dijo Rin entre risas.
Rin se levantó y se metió a la bañera. Luego de salir se sentó y su sirvienta comenzó a secarle y peinarle sus largos cabellos marrón que le llegaban a la espalda. Luego de vestirse, Nana le trajo sus bocadillos de desayuno.
- Debe estar muy feliz hoy mi lady Rin, ya que hoy es su cumpleaños - dijo la sirvienta Nana sonriente.
- Nana, te he dicho que no me trates de usted, eres como una madre para mí. Me has cuidado tanto desde que tengo memoria. A pesar de que tengo una mi madre biológica. Estoy agotada de ella por querer que yo contraiga compromiso a tan corta edad y que me case a los 18 años, realmente no quiero. Esos muchachos solo buscan en mí una posición y no ven mi corazón. - Dijo Rin mientras se le apagaba su voz.
- Mi niña Rin, no te sientas triste, tu madre no lo hace a propósito. Ella solo desea lo mejor para ti, pero de la manera incorrecta. Hoy te doy este regalo tómalo. No es algo caro pero muy valioso. - Dijo la sirvienta Nana, mientras le daba una cajita de terciopelo rojo vino.
Rin tomó la cajita en sus manos, cuando lo abrió vio un tipo de pendiente en forma de luna.
- Yo nunca tuve la dicha de tener hijos, pero hoy te lo obsequió a ti, ya que para mí eres como una hija. Ese pendiente me lo regaló un amor del cual no le correspondí y del cual estoy arrepentida. El único recuerdo que me queda de él es este pendiente como símbolo de nuestro amor. Ahora que cumpliste 16 años te lo entrego a ti. Dice la leyenda que cuando dos corazones se unan a ese pendiente algo le sucederá. - dijo la sirvienta Nana.
- Muchas gracias Nana. - dijo Rin, mientras se acercó para abrazar a Nana.
Luego de terminar el desayuno era tiempo de ir a la escuela. Pero esta vez Rin quería hacerlo diferente. Luego de despedirse de Nana y cruzar la puerta principal, estaba su chofer con la puerta del automóvil abierta.
