Capitulo Cuatro

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-Tía Any, Tía Any – la llamaban a coro los dos pequeños angelitos que corrían hacia ella con una enorme sonrisa en el rostro –Queremos ir a la noria – le dijo la pequeña
-No, yo quiero subirme a los carritos locos – rebatió el niño
-Chicos, chicos tranquilícense, nos subiremos a los carritos y a la noria, no discutan por eso, ok – intento persuadirlo con una sonrisa
-¡Sí! – volvieron a contestar a la vez los pequeños mientras corrían a su alrededor y luego hacia las atracciones del parque donde se encontraban

Cinco horas después, se encontraba en su coche, de camino a una de las zonas residenciales más caras de la ciudad, mantenía una velocidad baja, en el asiento a su lado se hallaba una bolsa con comida rápida y los asientos traseros dos pequeños durmiendo. Una niña y un niño, dos inocentes pequeños pero no cualquier par de niños, sino Katerine y Jorgito Mcfleen los hijos de Bella y Derek.

-Niños – los llamo bajito, mientras les acariciaba el rostro para despertarlos – ya hemos llegado a su casa, deben entrar.
-¿Ya hemos llegado? – pregunto la niña, aún adormilada
-Shiii, no hagáis ruido y apresúrense a entrar, vuestros padres deben de estar preocupados.
-¿No vas a entrar con nosotros? – le pregunto el pequeño
-Yo…- se quedó un momento pensando que responderles, no quería mentirles pero tampoco podía decir toda la verdad – no amiguito, esta vez no podré entrar, es algo tarde y ustedes ya están cansados, tomen sus mochilas y caminen directo hacia la puerta, estoy segura que les abrirán de inmediato – al ver sus caras desilusionadas agrego – no entraré, pero prometo que me quedaré aquí hasta que estéis dentro de casa, ¿ok?
-¿Lo prometes?
-Lo prometo – les aseguro mientras unían sus meñiques.

Cuando los niños empezaron a caminar hacia la casa de pronto se detuvieron y corriendo hacia ella,si reacción la sorprendió un poco, pero fue mayor su asombro cuando la abrazaron muy fuerte, en ese momento sintió cálido el corazón y se alegro una vez más de que su plan hace cinco años hubiese fallando, pero lo que le saco las lágrimas fue cuando ambos le dijeron:

-Tía Any, esta ha sido la mejor salida al parque de diversiones del mundo – mientras abrían los brazos, en representación de lo grandiosa que había sido, y terminaron diciendo –te queremos mucho – mientras le besaban las mejillas.
-Yo también me he divertido como nunca, pero ya es hora de entrar en casa – dijo mientras los giro e indico el camino a seguir.

Y mientras los infantes se alejaban y ella volvía a entrar al auto susurro – yo también los quiero mucho pequeños – y se limpio una lágrima que se escapó de sus ojos.

Una hora después se encontraba en su casa, una copa de vino descansaba en su mano derecha, había terminado de hablar con Jacques hace apenas cinco minutos y los hechos de la semana rondaban por su cabeza sin cesar, logrado que está le comenzará a doler, producto al stress. Mientras soltaba su cabello solo podía pensar en una cosa:

Realmente deseaba muchísimo que Isabella revisará las mochilas de sus hijos. Y deseaba aún más que respondiera a sus notas y la llamara pronto. Tenían mucho que discutir y el tiempo no estaba a su favor.

Flashback:

Sábado en la mañana, hace una semana:

No había podido dormir en toda la noche, el pánico la consumía y el dolor de cabeza era insoportable a pesar de haber tomado más de tres pastillas y varios antidepresivos, las ojeras se empezaban a hacer notables en su rostro y el cansancio amenazaba con vencerla a cada rato, no dejaba de pensar quien podía ser la persona que la estaba hostigando de semejante manera y por más que repasaba los hechos no encontraba nada.

En el pequeño apartamento en el que se hospedaba poseía dos habitaciones una de las cuales adapto como un estudio o más bien una sala de investigación, allí tenía guardados todos los mensajes y las fotos que había recibido, intento buscar alguna conexión, algún punto ciego pero no había nada y era exactamente eso lo que la estaba matando de ansiedad.

Las cosas se empezaban a salir de control y ya no sabía que hacer, debía llevarse a los niños el viernes y necesitaba pensar en una forma de alejarlos de todo aquello. Y era esa la encrucijada de la que parecía no poder salir, por un lado lo que debía hacer y por otro lo que necesitaba hacer.

Pero nadie se había parado a preguntarle lo que quería, lo que ella realmente quería hacer, y ella estaba a punto de explotar, entonces se grito: ¡Basta! a sí misma, no podía tener una recaída, debía mantener la calma.

Entonces se hizo una lista mental de sus nuevos pasos a seguir:

1-Dormir, necesitaba descansar para poder pensar con calma, el agotamiento la estaba volviendo paranoica e irracional.

2-Buscar al encargado de seguridad de la noche anterior, conocía los turnos de guardia de su edificio y si alguien había entrado de seguro el encargado lo había visto, además pediría ver las cámaras de seguridad.

El tercer paso aún no lo tenía del todo claro pero estaba segura de que encontraría al miserable que se dedicaba a dejarle aquellas notas en su puerta, y cuando lo encontrase iba a desear no haber nacido.

Fantasmas del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora