Un agradable lugar

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Un fuerte y constante golpeteo me hizo despertar, notando rápidamente que me hallaba en el suelo de lo que parecía ser una pequeña habitación de madera en muy mal estado, iluminada única y ligeramente por un pequeño foco completamente sucio que colgaba del techo. El golpeteo provenía de la puerta del lugar, era claro que al otro lado había algo tratando de entrar... O alguien. Traté de ignorar aquello y me levanté con algo de dificultad, acaba de despertar y sentía que todo el cuerpo me fallaba, como si apenas estuviera aprendiendo a moverme.

Con un paso cansado y tambaleante, caminé hacia la mesa de noche que había cerca a la puerta. Me apoyé en esta para tratar de calmarme y tras hacerlo, pude notar que sobre la mesa había un trozo viejo de papel, el cual parecía tener algo escrito. Me tallé los ojos para ver con más claridad y tomé el papel con las manos, viendo perfectamente la palabra "vete" escrita en este.

-Qué idiotez- Mencioné algo frustrada, no sabía dónde estaba y aquel ruido de la puerta parecía no parar, hasta que se oyó un último golpe con más fuerza que los anteriores, quedando todo en silencio luego de aquello.

Ese último golpe me hizo dar un pequeño brinco en mi lugar, fue algo inesperado y, ¿por qué negarlo? Me daba escalofríos saber si realmente era alguien que me había oído hablar.

Luego de varios segundos en silencio, decidí dejar el papel en su lugar y pararme frente a la puerta, colocando mi mano derecha sobre el pomo para darle un pequeño giro. Pude notar cómo el óxido se quedaba entre mi mano al girar la perilla, parecía que no la habían tocado en años, al igual que la puerta, la cual rechinó fuertemente cuando la empujé para abrirla.

De inmediato tuve que llevarme la otra mano al rostro, tapándome la nariz debido a un fuerte olor a sangre y putrefacción que me inundó cada espacio de los pulmones, generándome unas enormes náuseas que apenas pude soportar.

-Qué asco- Dije tratando de acostumbrarme al olor, no podría estar todo el rato con la mano en la cara. Rápidamente noté que la habitación de la que había salido pertenecía a una de las tantas más que habían en el pasillo que ahora me encontraba.

Frente a mí, a tan solo dos metros, había otra puerta en el mismo estado que la que acababa de abrir. A los lados, habían más y más puertas que supuse que daban a otras habitaciones. El lugar era oscuro, no habían ventanas y lo único que daba luz eran unos pequeños focos igual de sucios que el de mi habitación, ubicados a la altura de entre cada puerta lateralmente.

-¿Qué es este lugar?- Mencioné en voz baja, recorriendo con la vista el lugar en busca de una salida, claramente no quería quedarme aquí.

Empecé a caminar por el pasillo, sintiendo cómo desde algunas habitaciones, el fétido olor que había allí, se intensificaba hasta que me dispuse a abrir una de las puertas. La habitación era como la misma donde estuve yo, pequeña y de madera húmeda y podrida, pero tenía algo más dentro.

Mis ojos se abrieron considerablemente al notar una pila de cadáveres desnudos en descomposición a mitad del cuarto. Las náuseas volvieron y esta vez no pude soportarlas, por lo que me alejé de la puerta y vomité en el suelo, estando a punto de manchar mis zapatos.

-¡¿Qué... Mierda...?!- Dije esta vez algo exaltada y regresando la vista a la habitación llena de cadáveres. La imagen era repugnante y me llenaba de escalofríos, por lo que decidí apartarme de allí.

Me acerqué a otra puerta y también la abrí, por suerte en esta solamente se podía ver el suelo lleno de sangre coagulada. También olía horrible, pero ni la imagen ni el olor eran tan grotescos como lo fue en la habitación de antes.

Me alejé de allí y abrí otra puerta, topándome de nueva cuenta un suelo lleno de sangre. Continúe así durante varias habitaciones, topándome algunas vacías, algunas con sangre y otras, nuevamente llenas de cadáveres igualmente desnudos y podridos, hasta que hallé una que estaba vacía pero en el fondo se podía ver otra puerta.

Era la única habitación que tenía dos puertas, por lo que ingresé y rápidamente me dirigí a la puerta del fondo para abrirla. Al hacerlo, me topé con otro pasillo lleno de más habitaciones por abrir y, tras un pesado suspiro, empecé nuevamente a inspeccionar cada habitación.

Las acciones se repetían una y otra vez, parecía que el lugar no tenía fin hasta que me topé con un pasillo más amplio y con menos puertas de lo normal. Por un momento me alegré, tenía la esperanza de que por fin pudiera estar cerca de hallar la salida de aquel maldito lugar, pero poco a poco esa esperanza se perdió al notar que solamente hallaba más cadáveres.

-¡Mierda!- Exclamé con frustración casi en un grito y al poco tiempo, escuché cómo a lo lejos se habría una puerta. Me asomé desde la habitación en la que estaba y viendo en dirección al chillido, pude notar una figura masculina.
Estaba desnudo y lleno de sangre en el cuerpo, pero no parecía ser suya. Mi corazón comenzó a latir rápidamente al notar que en las manos llevaba un trozo de brazo humano que aún goteaba sangre por donde había sido desmembrado. Llevó el brazo hacia su rostro y alcancé a ver que el brazo estaba completo, tenía incluso la mano y los dedos, pero el tipo rápidamente mordió dos de estos y de un tirón, los arrancó de la mano ajena.

Tras unos segundos viéndolo, pude al fin notar que el brazo estaba de un color casi morado. Como si fuese poco estar loco y cometer canibalismo, el hombre lo hacía con piel putrefacta. En ese momento sentí náuseas otra vez, pero tuve que aguantarlas para no hacer ruido alguno.

El tipo estaba aún de pie en la puerta de la habitación de la que salió, masticando los putrefactos dedos que había arrancado con la boca hasta que lo vi escupir los huesos, como si de la semilla de una uva se tratara. Tras eso, dió media vuelta e ingresó a la habitación de la que había salido.

Con el corazón latiendo fuertemente, empecé a abrir las demás puertas con algo más de cuidado, ya no sabía qué o quién podía haber dentro de cada habitación y, con cada perilla que giraba, mi corazón se aceleraba aún más.

Luego de unas puertas más, hallé la repetitiva habitación con una segunda puerta en el fondo, por lo que me dispuse a abrirla para toparme con otro pasillo como el anterior, más amplio y con menos puertas que los primeros. Llevaba demasiado tiempo haciendo esto, quería salir lo antes posible de aquí y más aún luego de saber que no estaba sola.

Aquél pasillo fue el primero en el que cada habitación, sin excepción alguna, estaba repleta de cadáveres, cadáveres llenos de moscas y gusanos, como todos los demás. Ya tan solo faltaba la última habitación del final del pasillo, y tras abrirla, no pude observar nada ya que no contaba con iluminación alguna, pero el olor que emanaba de allí me dejaba claro que estaba llena de cuerpos.

Al ser la última habitación, tuve en claro que debía ser aquella que tenía dos puertas, así que me dispuse a entrar y buscar prácticamente a ciegas la otra puerta. La habitación parecía ser más grande que las demás, puesto que no hallaba la puerta trasera.

Poco a poco me adentraba más en ese cuarto, y conforme lo hacía se podían oír extraños ruidos. Traté de ignorarlos y solamente centrarme en hallar la puerta, hasta que logré descifrar los ruidos: era alguien masticando.

En ese momento, se encendió la luz de la habitación. Al final de esta, estaba la puerta trasera junto al interruptor de luz, el cual había sido accionado por un hombre nuevamente desnudo y cubierto de sangre, el cual me estaba viendo fijamente mientras masticaba lo que supuse que era carne humana y podrida. Rápidamente quise girar y salir corriendo de la habitación, pero algo tras de mí me lo impidió, haciéndome chocar y caer al suelo. Al alzar la vista me topé con la mirada del hombre que había visto antes comiendo unos dedos podridos. La puerta por donde entré estaba cerrada, y yo estaba dentro de aquella habitación, con dos caníbales acercándose a mí.

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