Tomo el arma con la mano derecha y la levanto lentamente para observarla de forma detenida. Mi vista se posa principalmente en el cañón, largo y plateado, luego fue bajando hacia el tambor el cuál era del mismo color y acabó en la culata, café debido a la madera.
–La muerte nos da una sonrisa, lo que podemos hacer es devolvérsela– A mi mente vino aquella frase que ella dijo minutos antes de morir. Jamás le había dado algún sentido, ni siquiera me había puesto a pensar en si realmente lo tenía... Pero lo tiene...
Levanto un poco más el arma y pego el cañón a mi cabeza, haciendo una leve presión en el gatillo mas no la necesaria para disparar. El ruido de la puerta principal, proveniente del primer piso de la casa, me da a entender que mi madre y mi hermana llegaron.
–Tch– Aquello fue lo único que salió de mis labios. Madre... La mujer que dice amarme y a su vez demuestra que sólo quiere que desaparezca de su vida, pareciera que sólo esperaba que cumpla los dieciocho para votarme de casa. Pero bueno, no tendrá que esperar más, ni ella ni yo. Ayer cumplí dieciocho años, y aquí estoy, apuntando un arma a mi cabeza. Y para ser sincero, yo también estaba esperando a tener dieciocho para hacer esto.
Rápidamente noto cómo cientos de recuerdos me invaden. Recuerdos de toda mi vida, lindos y malos, aunque apenas logro recordar unos pocos buenos... Me limpio las lágrimas que sentía caer por mis mejillas, cierro los ojos con algo de fuerza e ignoro todos aquellos recuerdos. Doy un suspiro y tiro por completo del gatillo.
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Mis escritos...
RandomAlgunas cosas que suelo escribir cuando me aburro, me inspiro, o siento que me hundo. Tuve que borrar la anterior historia y hacer esta, debido a un problema que me ocasionó la app.