Un trocito de felicidad

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Vives anhelando escapar de tus problemas por un momento para sentirte bien contigo mismo, y cuando crees que por fin logras tenerlo, ese pequeño trocito de paz y felicidad que habías logrado armar como si de un rompecabezas de tratase, es destruído frente a ti, luego llega la noche y te vuelves a sentir tan miserable como de costumbre. Vuelves a sentir ese vacío en tu pecho, aquél que te consume cada vez más y a veces ni siquiera te deja respirar.

Sientes las lágrimas escapar de tus ojos sin dificultad alguna, para después notarlas viajando por tus mejillas hasta desprenderse de tu rostro y empezar su rápido recorrido al suelo. Tratas inútilmente de contener el llanto, este no va a cesar hasta que te quedes dormido, pero para eso falta tanto aún, apenas estás entrando en la miseria de cada noche, esa en la que cierras los ojos y te imaginas bailando junto a la muerte como si fuese tu vieja amiga, una a la que llevabas tanto tiempo esperando. Esa miseria en la que te imaginas una vida diferente, una vida en la que sí puedes sonreír sin dificultad, una vida en la que no tienes que ocultar tus cosas ni callar tus ideas, una vida en la que por fin te sientes bien contigo y con aquellas sombras con las que carga tu alma, aquellas sombras que te tienen atado con unas cadenas, obligándote a seguir caminando mientras tiran de estas.

Quieres escapar, ¿cierto? Quieres hallar la salida a este sufrimiento. Mientras unos ven la muerte como algo horrible, como el final de todo, tú lo ves como algo que al fin te dejará descansar, algo que te dejará dormir sin miedo a que por las noches, tus recuerdos te atormenten y te hundan aún más, lo ves como algo lindo... Un regalo... El mejor regalo que pudiste recibir en tu existencia...

Dime, ¿me equivoco?

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