24: Mimada conejita

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[!] Smut, Jennie G!P.

En algún momento, casi sin pensarlo siquiera, Lisa se enamoró de los conejos

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En algún momento, casi sin pensarlo siquiera, Lisa se enamoró de los conejos. Y es realmente culpa de Jennie, porque no puede decirle que no a esos ojitos brillantes y ese precioso puchero rosado que besa justo antes de decirle: "Claro, mi cielo".

Y entonces, ahí está, con una diadema de orejitas de conejo sobre su cabello negro y las manitas encojidas sobre su pecho, apuntando al piso, dando de brincos por toda la sala.

Jennie observa, de pie y recargada sobre el marco de la puerta, a su pequeña conejita dar de brincos aquí y allá, jugando a mover el pompón pegado a los shorts blancos y arrugando su naricita. Lisa sube y baja sobre sus pies, seguramente pensando que está sola en la habitación porque se supone que Mami estaría en el estudio, hablando por Skype con gente importante de su trabajo.

Cuando, exactamente, no sabe. Recuerda que una vez, de compras, vio en los aparadores una sudadera con capucha de orejitas de conejo y le gustó demasiado. Después le siguieron pantuflas, pijamas, un suéter azul estampado, peluches, figuritas, orejitas y hasta un pompón para pegarlo a la ropa. A todos lados, Lisa cargaba un peluche de conejito bajo el brazo, demasiado apegado a ella (poquito, porque ama a todos sus peluches) y sin darse cuenta, se dejó llevar demasiado por esas adorables criaturas esponjosas.

No tenía uno porque no lo había pedido, ciertamente.

Demasiado enfrascada en su mundo de juegos y libertad, Lisa no se da cuenta de Jennie observando sus ocurrencias desde la puerta, con una media sonrisa en los labios. La pequeño se tira en el sofá, soplando su flequillo, exhausta de ser un conejito saltarín.

—Lisa —la llama, con la voz suave. La pequeña da un respingo, tomado totalmente por sorpresa—. Cariño, ven un momento.

En pasitos lentos, con las manos tras la espalda y las mejillas coloradas, Lisa avanza sobre sus calcetines blancos hasta donde Mami la espera, con las manos en los bolsillos y su peso recargado en una pierna.

—¿Sí, Mami?

Los finos dedos de Jennie se cuelan bajo sus mechones oscuros, sacándole una sonrisa a la menor que le provoca otra más grande en la coreana.

—¿A que jugabas?

—A ser un conejito.

Jennie la observa, de pies a cabeza y decide, que ese suéter rosa se le ve precioso pero definitivamente, se vería mejor sin él. Desliza sus dedos por el  contorno del rostro de Lisa, haciéndola cerrar los ojos y seguir el tacto suave, inclinándose contra su mano.

—Eres el conejito más bonito, Lili.

Lisa arruga la nariz, sacudiendo su cabeza muy rápido de un lado a otro. Tiene muchas ganas de decirle "no es cierto", pero eso sería hacerse daño a sí misma con comentarios despectivos, contradecir a Mami y además, decirle que no confía en ella. Así que se limita a abrazarla bien fuerte, hundiendo su carita en el pecho fuerte de Mami, percibiendo su delicioso y elegante perfume.

Mommy's little girl | Jenlisa one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora