28: Becaria (parte tres)

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—¿A que le das tantas vueltas?

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—¿A que le das tantas vueltas?

Jennie suspira, sus ojos enrojecidos y los dedos presionando el puente de su nariz cuando se acomoda en el asiento, cansada de pensar y de no decidir de una vez por todas. Yerim, a su lado, se agacha a la altura de la mujer sentada en el sofá para leer lo que reza la hoja sujeta entre sus dedos.

—A todo —deja caer la hoja sobre la mesa de centro, se talla la cara y larga un suspiro.

Dos meses y cuatro salidas le valían a la mujer de la maraña mental para tomar una decisión contundente. A partir de esa primera cita en Mayo, muchas más atenciones y detalles así como atención especial y cuidado sutil se habían convertido en el pan de cada día para la menuda becaria de la empresa, quien ni una sola vez dejó de dar las gracias y mostrarse sinceramente abrumada, entre sonrojos y sonrisas apenadas. Lisa representaba el ochenta por ciento de sus pensamientos, día y noche. Entre mensajes de "Buenos días" y "Buenas noches", citas casuales y no tan abrumadoras como una salida al cine o a patinar en hielo (precioso, porque la pelinegra se aferró con el alma a las mangas del abrigo de Jennie y rió como una niña pequeña). Jennie logró indagar más en todo lo que Lalisa Manoban significaba, desde sus grandes ojos hasta su color favorito, pasando por el timbre de su voz al reír o de que su nariz se arrugaba de forma adorable al sonreír. Detalles, detalles como el aroma de su perfume o que se lleva los dedos a la boca en un tic recurrente, detalles que le causaban ternura y le robaban la atención totalmente, sin darse cuenta, mientras manejaba de regreso a casa de la menor para dejarla sana y salva, pero no por eso más tranquila.

En definitiva, tener un cierto tipo (muy peculiar, hay que decir) de relación sentimental para con alguien, no es un tema ligero de tratar. Uno no se sienta tranquilamente a beber té con la interpelada para soltarle así solamente y sin pelos "Pues mira, pasa que hay varias cosas que explicarte, porque novias novias así, normales, no vamos a ser". No.

Para Jennie, a sus treinta años y con dos relaciones estables detrás, no representaba tarea sencilla tener que plantarse por quinta vez frente a quien pretende, con una hoja llena de condiciones y reglas y explicar, detenidamente, cómo y por qué funciona de esa manera. Hablando claro, daba hasta miedo verlo de esa forma, como un contrato. Yo hago, tu haces, yo digo, tu obedeces; demasiado abrumador quizás, pues Lisa era la más joven de sus prospectas.

Lo intentó, una vez, todo iba de maravilla pero Wonyoung se cansó y como la mujer de veintitrés años que era, le dio las gracias y una corta despedida no-muy-sentimental antes de abandonar su casa. Pasó en esos entonces, meses tratando de entender qué era lo que no servía y quizás, pensando que en efecto si estaba algo zafada, como tantas veces leyó por ahí. Los encuentros casuales de foros especializados no eran suficientes, no cuando se puso de moda y demasiada gente mal informada entró a su mundo por el puro morbo, desconociendo completamente el concepto y los ideales. Más de una ocasión se vio asqueada y claramente insatisfecha mientras se enjuagaba bajo la ducha, escuchando desde el colchón un "Mami" que le sabía áspero en la lengua.

Mommy's little girl | Jenlisa one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora