¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—No puedo creer que me llamaras en urgencia para esto.
JongDae Park se ríe, tan cómodo y vivaz cómo siempre, mientras juega con el encendedor entre sus dedos, recargado en su escritorio.
—Es definitivamente urgente, Kim —recalca su apellido con sorna, con un rintintín que a la mujer ya le está crispando los nervios—. ¿O preferías que convocara a toda la empresa para tratar este asunto?
Jennie le dedica una mirada seria cargada de venganza silenciosa, mientras el hombre siguiente jugando a encender y apagar su encendedor automático.
—Ya te dije que son ideas tuyas —asegura, sus manos en los bolsillos de su pantalón, aún plantada de pie en el centro de la oficina.
—No hagas esto más difícil, Jennie —junta sus manos en un aplauso que mantiene, con los ojos de fijos al techo. Chasquea la lengua y continua—. Jamás se te ha visto tanto por la empresa como las últimas semanas, sigues a esa chica a sol y a sombra y según mi experiencia en ti, te gusta.
Jennie suspira hastiada por quinta vez desde que entró a la oficina de su colega y amigo quien, aparentemente, necesitaba de su presencia urgente para tratar temas de la empresa, pero solamente había insistido en que a la empresaria le interesa de alguna forma la becaria de la empresa.
—No tengo tiempo para fijarme en nadie, no con tanto trabajo, JongDae.
El castaño da de vueltas en su oficina, con las manos en los bolsillos de su saco, mirando el techo.
—Trabajo, trabajo, trabajo. Solamente piensas en eso —se sienta, tirando hacia atrás la silla de su escritorio y deslizando sus pies por el suelo para girarla—. Relájate un poco. Tómate un café...
Y al terminar de recitar aquella frase, con los ojos brillantes y una sonrisa todo menos inocente, presiona el botón que abre la puerta de su oficina, por la que entra una muchacha de cabello largo y negro, claro cargando consigo, dos vasos térmicos de café.
—Buenos días, vicepresidente Pa-
Lisa abre los ojos, la boca y hasta se olvida de respirar cuando se da cuenta de que "la junta" de JongDae, es la mismísima CEO, con la cual el vicepresidente ha estado insistiendo por semanas, tiene interés sobre ella. Al principio, no lo creía e incluso se rió de sí misma frente al espejo del baño cuando pensó en la remota posibilidad de que Jennie Kim se hubiese fijado en ella. La chica se sintió patética, se retiró el delineador de los ojos que con tanta insistencia que JongDae le orilló a usar y salió claramente desanimada a continuar su turno.
Kim se acomoda el saco, se revisa la hora en el reloj y aclara su garganta, en un gesto visiblemente incómodo.
—Buenos días, jovencita Manoban.
Lisa asiente en silencio, avanzando hasta el escritorio donde deposita ambos vasos y se inclina, hablando bajito.
