Prefacio

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Amanda

Me siento culpable por no decirle a Luna que no quería venir a esta estúpida fiesta, pero al final mi deber como amiga y prima es ayudarla a que se contente con el amor de su vida, aun cuando no sabe que es el amor de su vida.

La observo de reojo y veo que está nerviosa. Sus manos tiemblan en su costado y la cara de pánico que tiene no se puede disimular.

Me bajo del auto y abro la puerta antes de que le dé un ataque y acabe por irse. La arrastro hasta el área de la piscina y trato de disimular la sorpresa.

¡Pero maldita sea! No puedo creer cómo es que Alexander ha mejorado sus condiciones económicas tanto durante los últimos años. Estoy empezando a reconsiderar mi carrera profesional. Pero tampoco debo de preocuparme demasiado, cuando Alex y Luna dejen ser tan tontos y por fin se casen me mantendrán. Yo seré la tía fabulosa que siempre se la pasará viajando y mal aconsejando a sus hijos.

Es la vida que merezco. Lo mínimo por aguantar a Luna y Alex durante toda mi vida.

Alyssa, la hermana de Alexander, se acerca a mí. Es la única persona del lugar que probablemente me cae bien después de Luna. No cuento a Alex porque no aparece por ningún lado.

Ignoro a la gente que le pasamos por al lado. De reojo veo que Luna sigue nerviosa. Resoplo.

— Si piensas volver a decirme algo...

La voz de Luna muere cuando Ali levanta la mano y la coloca frente a ella. Alyssa se acerca a mí y me sonríe.

— Le hablé porque necesito que esté aquí pero ahora no le hablaré. —Se refiere a Luna con toda su arrogancia adolescente.

No puedo evitar reírme.

Luna pasea su mirada del rostro de Ali al mío.

— ¿Es en serio? —pregunta.

— Te lo mereces —le explico y levanto los hombros.

Es cierto.

Luna ha actuado como una arpía con su hermano, así que es comprensible que Ali la trate así. Aunque todos sabemos que la adora.

Me muevo hacia atrás y resbalo con un líquido en el suelo, pero en segundos siento que algo viscoso me empapa. Cerveza, genial.

Un cuerpo duro me golpea. Observo mis manos y toco mi cabello que ahora huele a alcohol.

Maldición.

Definitivamente debí decirle a Luna que no quería venir.

— ¡Eres un imbécil! —grito sin mirar al estúpido que me ha arrojado la cerveza—. ¿No te fijas por donde vas?

El líquido me resbala por los brazos. Luna y Alyssa observan la escena como si fuera parte de una película.

Entonces, la persona tras de mi empieza a reírse. Como si le hiciera gracia mi situación.

— No fui yo quien choqué contigo. No es mi culpa que tengas dos pies izquierdos. De todas maneras, ¿quién diablos eres tú?

El desastre perfectoWhere stories live. Discover now