8. Recuerdos de Mónaco

63 3 0
                                    

Amanda

Definitivamente tiene que estar afectándome el clima porque no puedo creer que me sentí enternecida por la actitud de Duncan para que no me corrieran.

Incluso dijo que mis ideas son buenas y que quiere trabajar conmigo.

Es el clima, en definitiva.

Pero ahora que lo observo... Concentrado leyendo las modificaciones a la propuesta.

Bueno, Henry Duncan es guapo. Es portada de algunas revistas y es un bohemio. No es que me interese, pero he tenido que hacer una investigación acerca del candidato. Vive rodeado de mujeres y la vida le importa lo mismo que una hormiga en general, según cuentan.

Es una persona sociable, el alma de la fiesta, pero siento que no es todo lo que da a la cara.

— Me gusta la idea de modelar la ropa interior de Nouvelle, Amanda, pero ¿no crees que hacer una sesión de invierno al aire libre es un poco excesivo? No quiero congelarme las bolas.

Duncan me da una mirada y se ríe.

Las orillas de sus ojos se arrugan con humor.

Siempre está contento o riéndose. ¿Será cierta su felicidad o es solo una fachada?

— Creo que estarás bien. Además, es una idea innovadora. —Me acerco a él y me inclino para mostrarle los folletos—. ¿Cuántas sesiones de invierno has visto en la primavera? Además, la idea es transmitir el descongelamiento de la moda.

— Suena interesante y es la primera vez que haría una sesión de fotos de este tipo, pero todavía sigo pensando en mis bolas.

Me rio discretamente.

— Tal vez es un poco de venganza de mí hacia ti. Me encantaría verte sufriendo en nombre de Nouvelle.

— Sabía yo que tus intenciones no eran demasiado buenas, princesa del mal.

Duncan se ríe y me da un pellizco leve en la cintura. Le doy una mirada de advertencia, pero el hombre se está riendo.

— Eres como un niño.

— Lo dice la mujer que me volcó una bandeja de café en Mónaco. —Explica levantando los hombros.

— Tú no te quedas atrás. Recuerdo perfectamente la sensación del picante en mi paladar.

— Eso no fui yo. Eso fue Alyssa.

Entrecierro mis ojos sin creerle en su totalidad, pero definitivamente es una posibilidad que Alyssa haya tenido que ver.

Doy un suspiro.

Duncan se queda de repente serio observándome fijamente.

— ¿Cuándo vamos a hablar de lo que pasó en Mónaco?

— ¿De qué hablas?

Tiemblo y me separo de él.

Me siento frente a la laptop y reviso mis mensajes. Por unos minutos, todo se queda en silencio. Evito mirar a Duncan.

El desastre perfectoWhere stories live. Discover now