Capítulo 17

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Luego del baile, empezaron la preparación para mañana, eligieron dos vestidos fantásticos. Uno era un vestido hasta arriba de la rodilla un poco más estampado, tacones brillantes plateados y distintos accesorios a juego, ese sería para la entrega de premios y para la fiesta después de los Billboards eligieron algo más formal, era un vestido apretado con espalda descubierta, color blanco de encaje, según ellos realzaba mi figura “latina” más unos accesorios y joyas. Criticamos a mi hermana fue lo mejor de toda la tarde según ellos Jessica fue a su tienda y eligió casi todo lo que había allí. Dijeron que no tenía ni trasero por lo cual reí. Hicieron café con galletas y tomamos todos juntos, se hicieron mis amigos en menos de tres horas. Kendall no aparecía pero eso no importaba ya que él había mandado un mensaje diciendo que llegaría más tarde 
—Acuérdate cariño que iremos a tu casa a prepararte. Kendall tiene que enloquecer al verte— me ruboricé y asentía, intercambiamos números de teléfono por cualquier cosa y sentí las llantas del auto de Kendall chirriar en la entrada del local. Todos nos dimos vuelta y sonreí inconscientemente, dejé la taza de café. Él entró corriendo agitado-
—Lo lamento— dijo mientras me sonreía cansado, Larissa la dueña del local me tendió las tres bolsas mientras me sonreía junto a todo el Staff.
—Ya sabes cariño llámanos a las seis y estaremos allí— asentí y Kendall nuevamente tomó mi mano para llevarme al auto. Él iba dos pasos adelante, me di la vuelta inspeccionando que no haya nadie viendo, los chicos de la tienda seguían viendo y los miré, ellos rieron y levanté mi puño y lo bajé rápidamente en señal de triunfo, ellos hicieron lo mismo y me puse seria cuando Kendall se volteó al verme. Me sonrió y me apretó un poco más la mano. Era reconfortante, le sonreí y me ruboricé. 
Hablamos de música y programas de televisión hasta que llegué a casa, él me ayudó a bajarme y lo invité a pasar a casa, él aceptó. Saqué las llaves de la puerta y la abrí
— ¡Ella es una inepta! ¡Una antisocial!— escuché gritos desde adentro— ¡Es una zorra que quiere robarme fama a mí y a Kendall!—
— ¡No hables así de tu hermana!— gritó papá, mi corazón paró, aún estábamos en el pasillo de la entrada, nadie sabía que habíamos llegado. Mis ojos se cristalizaron y Kendall me miró.
—_________...— Kendall me trató de encontrar mi mirada y apretó mi mano diciendo que estaría conmigo…
— ¡Y no me van a decir que no están decepcionada de ella! ¡Ella no es famosa, ni una modelo, ni tampoco cantante! ¡Es una jodida virgen aburrida traga-libros!— cerré mis ojos tratando de que las palabras no me hieran, esta es la etapa donde estoy destruida y así es. Las palabras hieren más que los golpes a un grado de volverte loca, al igual que yo… insegura de mí misma sin autoestima, sin amigos… Sola en el mundo sin nadie, solté mi mano de la de Kendall y el vacío se instaló en mí. Qué estúpida jamás estaremos juntos. Entramos a la sala Jessica seguía largándome mierda, mamá la apoyaba y papá estaba protegiéndome. Estaban discutiendo hasta que se callaron cuando me vieron llegar con Kendall. Jessica miró mis bolsas y la rabia subió a sus ojos haciéndome temblar. ¿Cuándo acabaría todo esto?
—Yo... llegué… Uhm… Iré a mi habitación… Si me necesitan… uh… estaré ahí. Lo siento por interrumpir…—bajé la cabeza y las lágrimas ya estaban en mis mejillas empapándolas. Esto es una vergüenza que me insultaran en frente de él… De Kendall, yo siempre trataba de tener una buena impresión de él, pero ahora creería que trataba de robar su fama y dinero.
—Hija…— dijo papá pero levanté mi mirada, Kendall me miraba apenado y vi una chispa de dolor en sus ojos, pero era mi imaginación odio la mirada apenada. Entre lágrimas sonreí, tratando de verme bien. 
—Estoy bien, siempre lo he estado ¿No lo notan?— bajé mi cabeza y levanté mi mirada a la de Kendall.
—Gracias por lo de esta tarde, ya encontraré dinero para darte por los vestidos. Llegaré lo prometo. Y…uhm… Te veo mañana Schmidt— sonreí, y antes de que reprochara solté un sollozo algo doloroso, y subí rápidamente las escaleras hasta llegar a mi habitación. Y la tortura comenzó.
Entré al baño y abrí la caja de cuchillas, hace tanto que no hacía esto… Mi corazón palpitaba. Aseguré la puerta de mi habitación y saqué una cuchilla, y sin importar si manchaba la alfombra, deslicé el cuchillo por mi muñeca fuertemente y sollocé viendo como la sangre salía fuertemente, lo hice varias veces, rápido y fuerte, dejando que el dolor se esparciera por las muñecas. Hasta que solté la cuchilla y me desvanecí en el suelo… inconsciente. Siendo ajena a los que golpeaban mi puerta, era yo, la sangre, el dolor y la soledad.

Gritos Silenciosos (Kendall Schmidt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora