Mi respiración se agitó de una manera sobrenatural ¿Me detendría? Dios, esto era un debate dentro de mi mente que estaba en contra, pero mi cuerpo ardía en llamas, nunca sentí esto, era mucho más que placer y nervios mezclados. Le daría mi virginidad y de eso estaba segura, no me arrepentiría. Sus manos quedaron en el abrochador de mi sostén de encaje.
—Lo siento, yo... yo me excedí y...— en sus ojos había arrepentimiento ¿Pero por qué lo sentía? Tomé su rostro entre mis manos y él me miró, en sus ojos se expresaba la locura, lujuria y deseo. Un escalofrío de placer me recorrió entera.
—Estoy segura, Kendall— dije dominada por el calor que sentía ahora mismo— Quiero... quiero hacer el amor contigo— me ruboricé de la vergüenza, era mucho mejor pensarlo que decirlo. Sus labios se entreabrieron sorprendidos y no esperó más, sus labios chocaron con los míos en desesperación, queriendo sentir todo de mí. Él fue mi primer beso y ahora... será el primero en llegar a mi alma, ya ocupó mi corazón y mente. Kendall era especial, una persona fantástica, amable y dulce. Lo amaba como nunca a nadie amé y recibiría ocho disparos solo por él. Es lo mejor que hice en mi vida. Me cargó en sus brazos y lo miré sorprendida.
—No perderás lo más preciado que tienes en un sillón— mi corazón se encogió de la ternura y sentí que iba a desfallecer. Un trueno sonó en toda la casa, sorprendiéndonos y más aún cuando empezó a llover como en un aguacero. Me cargó hasta su habitación, donde pude ver la lluvia dispersarse en su enorme ventanal de vidrio asegurado, la cama estaba en frente de la pared de cristal, podíamos ver la noche y el cómo llovía, las luces se apagaron y me escondí en su cuello. Él rió suavemente y me posó en su cama, que olía a él: Jabón, menta y su perfume. No podía estar mejor. Se acercó a mi cuello y empezó a dar besos húmedos que hacían sacar suspiros y gemidos desde el fondo de mi garganta, agarré sus cabellos sedosos y oscuros-claros a la tenue luz que había en las afueras. Con seguridad tomé su camiseta y la saqué por sus hombros, admiré sus ojos y bajé al ver su respiración agitada, dirigí mis manos a sus abdominales y los acaricié suavemente, él cerró sus ojos al placer y sonreí, mirando y memorizando cada rasgo, cada gesto que él emitía, esta noche iba a ser memorable. Sacó mi sostén de un solo tirón y me ruboricé al estar casi desnuda, solo en bragas. Él miraba mis pechos sin discreción y lentamente se acercó a mi pezón izquierdo, pude ver que mojaba sus labios con su lengua y prácticamente enloquecí cuando su lengua recorrió mi pezón completo.
—Kendall...— gemí su nombre con mi voz ronca y la necesidad latente. Con sus dientes apretó el mismo di un gemido agudo, sentía mi entrepierna latir con desesperación. Acercó su mano a mi otro pecho y empezó a acariciarlo—Ah— gemí, mis pechos, ambos, estaban sensibles. Lo necesitaba dentro ahora mismo, arañé su espalda y su pelvis se inclinó hacia adelante chocando su bulto con mi feminidad.
—Oh princesa— gimió, su voz sonaba ronca y grave, tomé su rostro y lo besé con desesperación desde el fondo de mi alma. ¿Era normal que lo necesitara dentro? Yo creo que sí, o al menos en mi estado. Su mano viajó por mis pechos y seguido fue bajando por mi vientre, un escalofrío me hizo temblar de placer. Él sonrió en mi cuello, y con sus manos arrancó mis bragas haciendo que el sonido de la tela rasgada sea un eco en la habitación llena de suspiros y sentimientos. Fue bajando hasta que llego por encima de mi feminidad, agradecía a los santos y a los dioses por tomar la horrible y dolorosa decisión de depilarme completa para danzas, sus ojos se oscurecieron aún más y cuando nuestras miradas se conectaron sentía mi respiración agitarse aún más. Acarició mi feminidad con la presión justa y eché mi cabeza hacia atrás seguido de un gemido ronco. Aprovechó la posición y besó mi cuello con besos cortos, acarició mi clítoris en círculos y mordí mi labio inferior para no gritar.
—Grita, nena. Nadie nos escucha— susurró en mi oído y mordí el lóbulo de su oreja. Insertó un dedo en mi interior y no lo pude contener, gemí bastante alto.
— ¡Kendall! — empezó a mover sus dedos en círculos, la presión seguía dentro de mí y empecé a agitarme demasiado. Creía que el corazón iba a salirse de mis costillas. Sacó sus dedos, luego de dos minutos de tortura y me miró suplicante.
—Yo... yo— dijo tartamudeando, podía ver su desesperación, no lo detendría
—Hazlo Kendall, estoy lista—. Mi voz era un susurro, algo dentro de mi interior moría de miedo. Algunas chicas decían que duele, otras que sangran en la mayoría.
—No te haré daño, princesa— besó mi frente mientras sacaba la última prenda que cubría su cuerpo, miré para abajo un instante y... ¡Oh Dios! ¡Eso era realmente grande! Me ruboricé y me escondí en su cuello cuando él rió, esto era realmente embarazoso— ¿Estas lista? — susurró y yo asentí. Lentamente fue introduciendo su miembro en mí y sentí como un dolor recorría mi vientre, había roto mi himen, le había dado mi virginidad a la persona que más amo. Chillé— ¿Te hice daño? ¿Estás bien? — asentí, él no se movió pero todavía seguía dentro de mí. El dolor fue pasando de a poco
—Muévete Kendall— susurré en su cuello y él fue penetrándome con suaves movimientos, en menos de unos minutos el dolor fue reemplazado por el placer indescriptible que sentía. Mis brazos estaban en su espalda arañándola y sus brazos estaban en mi cintura. Empujó con movimientos de caderas y enloquecí.
—Oh ____________— susurró en mi oído, esto era el séptimo cielo.
— ¡Kendall! — gemí y siguió penetrándome con dulzura y pasión en cada movimiento. La tortura para mi cuerpo siguió por una buena media hora, y sentí el hormigueo en mi columna ¿Cómo se decía? Oh si, estaba llegando—Kendall, estoy llegando—
Sus movimientos se volvieron penetrados como la de un animal, lo estaba disfrutando a pleno. Abrí los ojos y pude ver que los suyos estaban cerrados, hacía muecas de placer y no pude más, mi cuerpo empezó a recibir tembladas de placer y al segundo sentí la liberación de Kendall dentro de mí. Sus gemidos graves mezclados con los míos hacían una perfecta sintonía.
La habitación quedó en silencio, Kendall estaba dentro de mí y encima de mí, puso su cara en mi cuello y empecé a acariciar su espalda y sus cabellos con una lentitud para que nuestras respiraciones se calmaran.
—Te amo _____________— susurró a punto de dormirse, mis ojos ya pesaban y estaba por entrar en los brazos de un hermoso sueño
—Yo también Kendall, te amo—
N/A: Mala idea editar el capítulo con tu mamá al lado dhsjk
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Gritos Silenciosos (Kendall Schmidt)
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