El concierto había terminado y estaba recostada en la cama del hotel donde nos hospedábamos todo el Team, seguía con mareos y nauseas incontrolables, me sentía perdida la comida me cayó demasiado mal.
Prendí la televisión y puse en E! estaban hablando sobre los problemas de los famosos y cantantes reconocidos y para mi sorpresa estaban hablando sobre Kendall.
—Últimamente estamos viendo cambios drásticos en Kendall, Giulliane— dijo la rubia— Ya no está bebiendo y no está fumando—
—Claro que sí Clarisa, esa chica lo está cambiando demasiado para bien— dijo riendo— Tiene el apoyo de varias personas y sus fans, lo principal—
Sonreí a la pantalla mientras me ruborizaba estúpidamente, me acosté ignorando el dolor punzante de dolor de cabeza y cerré los ojos para relajarme mientras pensaba en lo bien que me pasaba con Kendall y todo el Team.
La puerta se abrió y pude ver a Kendall, recién bañado y se lo veía cansado, pero sin importar me sonrió con una enorme sonrisa perlada de las que me volvían loca. Sacudió su cabello mientras las gotas caían por su espalda.
— ¿Cómo te encuentras cariño? — le pregunté mientras me sentaba en la cama.
—Muy cansado— suspiró mientras tomaba mi mano y acariciaba el dorso— ¿Y tú? ¿Te sientes mejor? —
—Mucho mejor, ahora que estas aquí— dije ruborizándome—Ven— hablé palmeando al costado mío para que se acostara, me obedeció y se acostó. Su cabeza se puso debajo de mi cuello y lo abracé mientras tocaba sus sedosos cabellos húmedos, tomó mi cintura y me acercó más a él, bajé mi vista y pude ver su perfil, su nariz recta y su frente con algunos cabellos, seguí acariciándolo hasta que se quedó dormido en mis brazos. Mi corazón se hundió en mi pecho, esto era tan perfecto, como una relación irreal, él era irreal.
Mis ojos se iban cerrando mientras me hundía en el sueño del cansancio mientras sostenía en mis brazos al chico que más amaba en este mundo.(...)
Mis ojos se abrieron poco a poco, la luz del día se filtraba en el vitral de colores, Kendall todavía seguía dormido ¿Qué hora era? Miré al reloj de mi costado y eran las seis de la mañana en España ¡Amaba España! El día era con una pequeña llovizna y algo nublado, perfecto para salir a recorrer la ciudad. Dejé a Kendall en la cama y lo tapé con las mantas de algodón mientras me sacaba la ropa para poder vestirme, ayer me había dado una ducha y hoy no era necesario. Puse ropa interior nueva y abrí mis maletas para buscar algo abrigado para ponerme. ()
Me miré al espejo mientras ponía mi perfume, miré a Kendall una vez más y susurré un Te Amo mientras salía del hotel.
No había ningún reportero ni un fotógrafo, susurré un gracias al cielo mientras caminaba al Starbucks de la esquina, compré mi café de vainilla y mientras esperaba al turno, unos susurros me llamaron la atención, me di la vuelta y eran chicas, al parecer Schmidters (sé que había puesto Rushers en otros capítulos pero finjamos que Kendall es solista), les sonreí mientras las saludaba amigablemente con una sonrisa.
Me dieron el café y salí por la puerta para dirigirme a dar un paseo por la ciudad, tomé un folleto para turistas y empecé a ver a donde ir, decidí irme al museo de artes de la ciudad. Caminé tranquila y sin prisa alguna, puse mi IPhone en mi cartera en silencio cuando entré en el museo grande de mármol.
Empecé a hacer un recorrido y conociendo la historia mientras pasaba y veía los asombrosos cuadros de distintos artistas, por alguna aparente y extraña razón el lugar se me hacía malditamente familiar ¿Lo habré visto en fotos? ¿O en algún documental? No lo sé... Iba caminando por las esculturas de arte cuando siento una extraña presencia atrás. Fruncí el ceño mientras caminaba aún más rápido.
— ¿Amanda? — dijeron mi segundo nombre, una voz femenina y dulce. Me di la vuelta y pude ver a una mujer, su pelo era castaño liso que llegaba a la mitad de la espalda, sus ojos eran avellanos y su boca era ni tan gruesa ni tan fina, sus rasgos eran un calco al igual que los míos, como una versión mía pero con unos años más.
— ¿Quién eres? — pregunté con el nervio a flor de piel.
—Oh hija, Amanda— susurró con sus ojos llorosos y a punto de desbordar las lágrimas— Soy tu madre
Abrí mis ojos a tope ¿Quién mierda era esta mujer? No es mi madre, de eso estaba segura... o no. Tragué en seco, mi corazón empezaba a acelerar y mi pulso estaba totalmente desigual.
—No, claro que no— dije empezando a desesperarme— Mi madre está muerta— hablé con nerviosismo mientras ella negaba con la cabeza y mirándome como si me hubiese extrañado.
—No— sentenció— Yo soy Lilian Brooks, soy tu madre biológica, ________—
Mis ojos estaban centelleantes en lágrimas mi visión estaba borrosa ¿Cuándo empecé a llorar? — ¿Qué carajos haces aquí?
—Por favor...—
— ¡No! ¡Déjame tranquila! — grité en medio del vacío museo, no me di cuenta y eran las diez y media de la mañana, debía volver al hotel.
—____________... hija— lloró, oh Dios mío, era igual a mí
— ¡No te atrevas a llamarme hija! ¡Nunca! — lloré y de a poco las personas del personal del museo se iban acercando. Ella trató de tocarme pero en ese mismo instante me di la vuelta para echar a correr, con mi corazón en trizas y sabiendo de la existencia de mi madre biológica, no necesitaba un ADN para saberlo, era un calco de mí.
Salí disparada del museo ignorando miradas sentenciosas, pero cuando atravesé la puerta de salida los fotógrafos y las fans de Kendall estaban en avalancha ¡Que día de Mierda! El cielo desprendía gotas desde el abismo mojándome levemente, cubrí mi rostro para que no me dejaran anonada en medio de los flashes.
— ¡Por favor! — Grité desesperada, pero no me hacían caso— ¡Déjenme sola, joder! —
Lloriquee sintiéndome ahogada, una vez que estaba saliendo, me puse en posición para correr a más no poder, los fotógrafos me seguían a unos dos metros detrás, me apuré sintiendo que los músculos de mis piernas quemaban al igual que mis pulmones en busca de aire, no podía dejar de llorar y sentía mi respiración débil, estaba a punto de cruzar la calle y pude ver a Kendall.
— ¡Princesa! — gritó cuando salió del hotel. Necesitaba estar en sus brazos ahora y poder contarle todo.
Estaba por cruzar la calle, no me molesté en fijarme a los costados. Un grave error, un auto amarillo chillón me chocó en la parte derecha de mi cintura haciendo que me caiga fuertemente y me deslice sobre el pavimento, mi costado adía como mil infiernos al igual que mi estómago, quedé un rato tirada en la calle cuando siento los gritos de Kendall, y no lo podía creer. Estaba consiente gracias al Señor.
Unos brazos me rodearon el cuello y pude ver a Kendall con sus ojos cristalizados—Pequeña, Oh Dios ¿Estás bien?
—La verdad es que sí— dije confundida y algo atontada por el golpe, nadie se acercaba y eso lo agradecía los paparazzi estaban en la calle del frente grabándolo todo, malditos idiotas. El Team se acercó y Kathy se cubrió su boca con sus manos mientras hacía un gesto de sorpresa.
— ¡Rápido llévenla al hotel! —dijo mientras que Kendall me cargaba, di un grito de dolor cuando me pasó la mano por el gran raspón de mi espalda y él se disculpó mientras me llevaba rápidamente al hotel.
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Gritos Silenciosos (Kendall Schmidt)
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