Capítulo 52

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  Mis ojos se abrieron y la oscuridad de la habitación me embargó, todo estaba en silencio sepulcral. Restregué mis ojos mientras el tirón de la espalda me hizo chillar del dolor. Alguien prendió la lámpara de la habitación y pude ver una figura oscura, con ojos en blanco y cabellos negros revueltos. Temblé de miedo mientras mis sentidos se activaron, la adrenalina salió por mi cuerpo y me paré lentamente al ver la cabeza del desconocido hacia abajo mientras iba de puntas hacia la puerta.
"Ten cuidado" Una voz oscura embargó la habitación y mis ojos se abrieron
"Te perseguiré" siguió la voz acercándose, me di la vuelta con todo el valor y sintiendo mi corazón pesando en mí pecho.
No vi a nadie
No había nadie
Me di la vuelta para irme corriendo a otro lugar pero al segundo estaba ese hombre con sus cabellos revueltos, pero sus ojos eran rojos
"¡Ahora!" su voz se hizo satánica y grave. Grité a todo pulmón sintiendo mis ojos cubrirse con un manto de lágrimas.
— ¡_____________!— la voz dulce me despertó, una voz angelical, tragué en seco mientras me reponía en la cama. La habitación estaba a oscuras. Una mano apretó la mía
— ¡Prende la luz! ¡Prende la luz! — repetí consternada mientras las lágrimas se desprendían de mis ojos, el corazón bombeaba rápidamente la sangre y mis sentidos estaban alertas por si algo me resultara sospechoso. Vi a Kendall a mí lado y sostuve mi pecho. Se puso de rocillas en la cama frente a mí mientras tomaba mi rostro con sus manos grandes y suaves.
—Mírame, princesa— susurró y le hice caso, aún mis sentidos estaban despiertos como nunca—Está todo bien, fue solo una pesadilla
Acarició mis cabellos mientras me acercaba a él y me ponía a horcajadas mientras acariciaba mi espalda de arriba a abajo para calmarme, mi respiración se iba haciendo lenta, lo abracé por los hombros y lo miré para darle un beso, un beso que curaría cualquier cosa, sus labios encajaban en los míos como uno solo. Con él a mi lado sabía que nada me pasaría de ahora en adelante. Era como una luz en la oscuridad, una salvación.
— ¿Quieres que vayamos a tomar un café? — susurró en mi oído acariciando lentamente mi espalda algo lastimada, necesitaba aire nuevo por lo tanto asentí.
—Por favor— dije mientras acariciaba sus cabellos dorados, él me sonrió con su hermosa sonrisa perlada mientras me ayudaba a levantarme: Mis piernas pesaban y sentía que me iba a caer. Pero Kendall me agarró por la cintura mientras me llevaba al baño. Me bañé hoy por lo tanto no era necesario hacerlo ahora a las tres de la mañana.
Me lavé el rostro una vez que Kendall cerró la puerta y los dientes, relajé mi cuerpo diciendo que todo era una simple pesadilla. Los hechos de hoy me habían dejado totalmente perdida y anonada ¿Mi madre? ¿Esa mujer? No lo podía creer ¿Me habría perseguido?
¿Cómo me había encontrado?
¿Habrá venido solo a España para encontrarme a mí?
Mi cabeza daba vueltas y limpié mi rostro del agua. Salí y pude ver a Kendall que se estaba prendiendo sus zapatillas. Agarré un simple vestido turquesa con dorado que era suelto para que no chocara con mi espalda, una campera de cuero, unos zapatos bajos y me cambié rápidamente sin importar que Kendall estuviera en la habitación hice un recogido suave en mi cabello despeinado y puse solo corrector de ojeras, base y delineador negro más mi brillo labial.
Kendall tomó mi mano y agarró mi cintura para llevarme hacia abajo, estaba todo en silencio y a tientas prendimos los interruptores de la luz.
Fuimos a la cochera en silencio, mientras él hacía cariños en mi cintura y subimos a su auto. Arrancó y uso un poco de música lenta. Los paparazzi no estaban en ningún rincón, lo que hizo un alivio para ambos.
Bajamos en un lindo café que tenía sus paredes pintadas de un color amarillo suave con ventanales de madera y unas sillas de madera con unos lindos manteles blancos. Entramos al local y nos sentamos en unas de las mesas del fondo para hablar con más tranquilidad.
Una mesera se nos acercó y nos tendió una carta donde pedí un batido de chocolate con frutillas y una súper galleta de chispas de chocolate, Kendall pidió un café y dos galletas. Mientras que la mesera atendía nuestros pedidos Kendall acarició el dorso de mi mano con sus pulgares.
—Estuve más que preocupado por ti, princesa— dijo con la voz baja mirándome directamente a los ojos, me ruboricé por ser tan estúpida mientras veía su rostro iluminado por la tenue luz del lugar que hacía que sus ojos brillaran más de lo normal.
—Lo sé y lo siento mucho— hablé apenada por la situación. No quería que se preocupase y mucho menos por mí. Miré a la ventana esperando sacar el valor de donde no lo tenía ¿Cómo le iba a decir esto?
— ¡No te fijaste para cruzar la calle! ¿Qué pasó princesa? — me miró preocupado y a la vez apenado, cerré mis ojos conteniendo las lágrimas, los hechos de hoy vinieron como un balde de agua helada en mi interior.
—Yo...— empecé pero no podía, pero a los segundos la mesera dejó nuestros pedidos le agradecí y tomé un sorbo del batido helado que me refrescó la garganta.
—Tú que— dijo Kendall desesperado—Dímelo princesa, entre nosotros no hay secretos ¿Lo olvidas?
— ¡Lo sé! Pero es muy difícil— murmuré desesperada por no poder sacar unas simples palabras de mi interior
Kendall miró a su alrededor mientras desacomodaba sus cabellos en símbolo de desesperación
—Si no me lo quieres decir está bien, pero...—
—Encontré a mi madre— repliqué mientras cerraba los ojos y luchaba por no quebrarme y llorar en medio del local, que ya varios estaban sacando fotos y grabando. Miré a Kendall que mantenía su inexpresiva expresión.
—Pero ¿Cómo? — dijo pensando en la situación su rostro estaba nervioso... algo pasaba. Lo conocía demasiado
—No lo sé— dije algo extrañada— Me encontró en el museo cuando salí, vino de la nada y dijo que era mi madre ¿Tú no sabes el dolor que sentí en ese momento? Fue lo peor de todo, tanto trabajo para formarme yo misma y criándome yo misma para ser una persona normal y de bien. Ahora ella aparece tratando de mejorar las cosas cuando nunca estuvo en mi vida y me dejó a manos de una familia de porquería
Kendall empezó a lamerse los labios mientras se rascaba el cuello, me estaba ocultando algo.
— ¿Qué pasa, Kendall? ¿Estás bien? — dije mientras acariciaba su mano.
—Yo...— dijo y cerró los ojos tratando de no decir nada, levanté mi ceja izquierda.
—Tú que...—
—Yo llamé a tu madre, _____________. La contacté para que te encontrara—  


Gritos Silenciosos (Kendall Schmidt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora