Estaba vestida, arreglada y perfumada como nunca, me había puesto un hermoso vestido blanco con detalles cobrizos de encaje, me había esmerado en un peinado o más bien en un hermoso recogido al costado con mechones de cabello castaño que caían en mí cara delicadamente. Me había maquillado con sombras oscuras y un petrificante color rojo pasión en los labios para resaltarlos, la mejor joyería y los mejores zapatos de tacón que tenía.
Me negué a llorar, mi corazón se oprimió y un nudo atravesó mi estómago. Toqué instintivamente mi vientre y cerré los ojos queriendo escapar de la realidad que se avecinaba hacia a mí con una pesada manta oscura.
Vería por última vez su hermoso rostro, sus preciosos ojos verdes, sus labios que encajaban perfectamente con los míos y tendría una última oportunidad para estar con él de nuevo. Aprovecharía cada segundo para memorizar cada centímetro de su masculinidad, su olor, su perfume y la suavidad de sus cabellos cobrizos.
No quería irme de su vida, estaba bien como estaba... y los pensamientos regresaron.
<No eres la indicada en la vida de Kendall>
<Él necesita a alguien de su nivel>
<Viviste tu cuento de hadas, ahora despierta y vete de su vida de una vez>
¿Hace cuánto tiempo que no escuchaba esa voz que me perturbaba prácticamente toda mi vida? Desde hace bastante tiempo... y para peor, era verdad. Él no merecía que una persona como yo esté a su alrededor, molestándolo. ¿Tenía razón cuando estábamos en la cafetería? ¿Lo acosaba y me pegaba a él como un chicle? Creo que la mejor decisión es estar alejada de él... para siempre y eso me rompía internamente en dos.
Estaba sentada en el pequeño sillón de cuero blanco esperando a la llegada de Kendall y mi celular vibró.
"Espero que estés lista princesa, paso por ti ahora. Te amo" era Kendall, obviamente. Sonreí con nostalgia a la pantalla del celular y tomé un respiro para no amargarme la noche entera... será como una noche más... junto a la persona que más amas, aprovéchala.
Mis ojos instintivamente se nublaron y miré hacia arriba para no arruinarme el maquillaje. La puerta de entrada se abrió y supe que había llegado Kendall, tomé mi bolso plateado de mano y me dispuse a ir por el corredor
— ¿Pequeña? — llamó desde abajo y sonreí nuevamente, extrañaría todo esto.
—Estoy bajando— dos gotas de perfume y ya... estaba lista. Alisé mi vestido con las manos temblorosas y bajé por las escaleras. Kendall vestía un elegante traje negro con una corbata plateada, se veía más que guapo con su pelo bien peinado, y cuando bajé pude ver un destello de felicidad en sus ojos, un brillo especial... que era solo para mí. Sonreí mostrando toda mi dentadura blanca y él me imitó.
—Esta hermosa, más hermosa que todos los días— me alagó y mis mejillas se sonrojaron, era inmune a sus palabras, era inmune a él.
—Tú también te ves sensacional— dije dándole un pequeño beso en sus labios y con mi dedo pulgar saqué el resto de pintura de su boca.
— ¿Vamos? — asentí y él me tomó de la mano para irnos. Me subí a su lustroso auto negro deportivo y cuando estábamos en la carretera nos tomaban fotos de ambos
<Las últimas> pensé, y tomé su mano y seguido acaricié sus cabellos, él sonrió con dulzura y tomó el dorso de mi mano cuando paramos en un semáforo y lo besó. Acaricié los nudillos y seguimos por nuestro camino. Pero ahora era diferente, nos desviamos de la ciudad y fuimos a parar en una carretera ¿A dónde me estaba llevando?
— ¿A dónde nos dirigimos? — Pregunté mirando a mi alrededor
—Sorpresa— dijo y rió.
Los minutos pasaron y pude ver un destello de luces en la carretera, aparte de los flashes era un sector iluminado con pequeñas lucecitas doradas mezcladas con rosas blancas haciendo un arco gigante. Miré impactada al detalle y lo miré cuando paró el auto, los paparazzi inundaron de fotos a ambos pero no importaba, era mi momento con él.
Bajó del auto y rodeó el mismo para abrirme la puerta y me tendió la mano y me llevó hacia el arco. Y entramos, los de seguridad cerraron la entrada y ahora éramos nosotros dos.
Un par de sillas de roble y una mesa a juego era adornada por un mantel blanco con destellos dorados, vajilla de primera clase y cubiertos de plata. El ambiente estaba perfumado por las mismas rosas que estaba desplazadas por todo el suelo, llenando de pétalos, había música de fondo de mi cantante favorito: Frank Sinatra. Sonreí ante el detalle y mis ojos se nublaron cuando vi el techo con un decorado de ramas entrelazadas con las mismas pequeñas luces doradas dando un cálido ambiente con las rosas y hojas verdes.
Esto era diferente a muchas otras veces ¿Por qué ahora se disponía a darme semejante cena de este nivel? Y de verdad se lució era todo tan perfecto, tan... cuento de hadas. Me condujo a la silla y me senté en ella y él se sentó en frente mío y un mozo apareció. Con dos copas finas de champagne fino burbujeante y dos platos de lasaña con salsa blanca y finas hierbas. Mi plato favorito.
—Espero que te guste— dijo Kendall una vez que el mesero se fue y nos dejó solos a ambos.
—Estoy viendo que está sensacional, de verdad te luciste— dije conmocionada mirando la calidez de sus ojos verdes.
La cena transcurrió en sonrisas, miradas con millones de promesas, un pequeño baile lento al ritmo de la música relajante, risas y una charla trivial. Hablar con él y tener una conversación con el era tan fluido e interesante. Amaba hablar con él.
Y así fue como salimos y los flashes aparecieron, forcé una sonrisa y cuando lo miré a él mi mirada se endulzó. Estaba feliz y... lo heriría cuando me fuera.
—Sube— dijo y me abrió la puerta y el rodeó el auto para subirse de nuevo. El auto se puso en marcha y ahora lo que llenaba el silencio era música de diferentes bandas estadounidenses. Estaba concentrado en la carretera y vi como su ceño se fruncía levemente haciéndome sonreír.
Aparcó una vez que llegamos a casa y fuimos tomados de la mano hacia adentro y ahora quedaban unas cinco horas... el tiempo se agotaba y mi corazón se destruía un poco más a cada segundo. Sonreí fingidamente cuando me sonrió y ambos fuimos arriba.
Cerró la puerta de nuestra habitación y comenzó mi última vez... las prendas iban cayendo al suelo y sus manos vagaban en cada centímetro de mi cuerpo que temblaba a cada contacto... era algo que solamente él podía lograr, algo mágico e indiscutible. Su boca acompañaba su lengua y recorrían mi cuello con delicadez haciéndome encender por dentro, agarró con sus manos mis muslos y me pegó a él. Gemí ante el contacto.
Y luego de una media hora con toques casuales en partes claves, lengüetazos y besos húmedos... ambos estábamos desnudos en la cama, él estaba encima de mí y podía apreciar perfectamente sus tatuajes y sus ojos a la luz de la luna que se filtraba por las ventanas de vidrio. Mi voz estaba cada vez más ronca por la lujuria y deseo que sentía, y podía percibir que estaba prácticamente tocando el cielo con las manos.
Pasé mis manos de sus antebrazos acariciando con cada penetrada que me brindaba y automáticamente dejé que mis manos terminaron un su espalda agarrándome de él como si fuera un salvavidas, y recorriendo mi cuerpo me tomó con su brazos mi delicada cintura y me pegó más a él, deleitándome con el vaivén de sus caderas, su cara estaba oculta en mi cuello y cabellos y sin más cerré los ojos, mi cuerpo se contraía y supe que él también por el sonido gutural y ronco de sus gemidos que hacían que me pierda en los más oscuros deseos de mi corazón.
—Kendall...— pude articular mientras mordía el lóbulo de su oreja. Y sin más mi cuerpo se partía en pedazos en un maravilloso orgasmo... más bien el tercero de la noche, que obtuve únicamente por él.
—___________— dijo cuándo se corrió dentro de mí y se desplomó encima de mí. Acaricié sus cabellos, como siempre solía hacer y besé cada parte en la que tenía acceso. Tomó las mantas y me acurrucó contra él, ahora miré al reloj de la pared... dos horas. Tres horas para mi destino... cerré mis párpados y me obligué a no llorar—Te amo, princesa— dijo besando la coronilla de mi cabeza
—Te amo, Kendall. Eres lo mejor que me pudo pasar— susurré en su pecho, sintiendo que mis ojos se nublaban por el dolor interior, totalmente insoportable y desgarrador. Él sonrió y luego de unos minutos cayó en un sueño profundo. Me moví un poco para posicionarme más arriba para ver por última vez su rostro. Sonreí mientras las lágrimas empezaban a caer sin más, sin previo aviso. Se veía hermosamente tierno y en paz. Con cuidado besé sus labios, una vez más y observé nuevamente su rostro para acordarme cada detalle. Mis maletas estaban hechas y guardadas en un armario de abajo, solo quedaría llamar a un taxi e irme.
Me desprendí de las sábanas y fui a cambiarme con la ropa preparada en el armario... con lentitud tratando de que el tiempo se detenga, pero era imposible. Me había puesto un jean, un sweater de Kendall y unas zapatillas y estaba lista. El sweater tenía el perfume de Kendall mezclado con su olor luego de la ducha, sollocé silenciosamente mientras que sentía mis piernas debilitarse cada vez más. Miré hacia atrás antes de bajar y tomar el taxi.
Estaba dormido
En paz
Sin problema alguno
Sus cabellos alborotados y su boca entreabierta abrazando a una almohada, en lugar de mí. Bajé la cabeza y lloré aún más, sin ruido alguno y con el corazón desbocado sintiéndome débil y frágil quería enterrarme en la cama junto a él y hacer como si nada estuviera pasando... Pero estaba pasando, estaba esperando un hijo o una hija de él y estaba empezándose a notar. No quiero arruinar su vida ni mucho menos su carrera. Hago esto porque lo amo y quiero su bien.
—Te amaré por siempre— susurré mirándolo con lágrimas empapando mis mejillas—Por favor, no te olvides de mí
Mordí mi labio inferior para evitar un sollozo y fui hacia abajo con pasos lentos, y derrotados. Y luego de escribir una carta que la dejé encima de la mesa principal, tomé mis maletas... y me fui sin más de la vida de Kendall.
Para siempre
FINFALTA EL EPÍLOGO :3
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Gritos Silenciosos (Kendall Schmidt)
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