-InuYasha... -una dulce voz resonó junto al oído de aquel azabache quien en respuesta gruñó de manera suave -Despierta lindo -finalmente InuYasha abrió sus ojos al sentir unos finos dedos acariciar su cabello.
-Buenos días Koga -mencionó con suavidad mientras sonreía, perdiéndose en aquellos hermosos ojos azules como cada mañana.
-Bobo, ya es bastante tarde -la voz del ojiazul tenía cierto reproche mientras se acercaba a su rostro para besar su mejilla con dulzura, el cuerpo de Koga siempre estaba frío y sus finos labios rosados no eran excepción.
InuYasha subió lentamente sus manos a las mejillas de su acompañante, dando pequeñas y dulces caricias con sus pulgares; ambos chicos sonreían mientras iban acercando sus rostros con lentitud, pero unos fuertes pasos subiendo las escaleras los interrumpieron. Aquel azabache de brillantes ojos azules se levantó con rapidez de la cama y fue a esconderse dentro de aquel gran armario de pared.
-¿¡Por qué aún no estás vestido!? -una grave voz masculina sacó a InuYasha de sus pensamientos, haciendo que el menor se tensara ante la imponente presencia de su progenitor.
-L-lo lamento, me quedé dormido... -murmuró evitando mirarle, la voz, presencia y esencia de aquel hombre hacían entrar en pánico al pequeño adolescente, no importaba cuanto se esforzarse, nada jamás sería suficiente para Inu No Taisho.
-Ja, ¿Dormido? Tonterías y más tonterías, ve a arreglarte, no desayunarás, sólo así aprenderás a levantarte temprano -aquel hombre miró una última vez a su hijo antes de salir azotando la puerta tras él.
-Lo siento Inu, debí despertarte antes -Koga sonaba apenado mientras se acercaba al de menor altura, refugiandolo entre sus brazos para que toda la tristeza desapareciera.
-No es tu culpa, él es muy exigente -el dueño de aquella habitación suspiró mientras escondía su rostro en el pecho del ojiazul, sintiendo las suaves caricias de este en su largo cabello color carbón -Te quiero Koga -por más que se esforzara, InuYasha no podía sentir el latido de su corazón, ninguna de las noches en las que durmió sobre su pecho pudo sentirlo.
-Vamos lindo, levántate, no quiero que llegues tarde a clase -Koga seguía con aquella dulces caricias, bajandolas hasta su espalda mientras sonreía, aquel lindo azabache de ojos ámbar era lo único que le hacía seguir sintiendo vivo.
Con pereza, InuYasha finalmente se levantó de su cama y se dirigió al baño para prepararse. Se acercó al espejo y dejó salir un poco de aquel aire caliente contra el cristal, todas las mañanas había un mensaje escrito en el espejo cortesía de su amado de orbes cielo, aquel pequeño y simple detalle le hacía sentir su corazón bailar dentro de su pecho, pero no entendía el por qué no le dejaba una nota escrita a tinta como cualquier persona haría, de aquella manera podría al menos conservarla.
"Las noches frías de invierno se sienten invisibles ante el calor de tu cuerpo,
tus orbes dorados junto a tus labios rosados me dan el calor necesario para poder superarlo"En las mejillas del azabache apareció un tierno color carmesí, aquellas dulces palabras solo lo enamoraban cada vez más, cada mensaje era una razón más para amarle, pero a pesar de aquellas dulces palabras, de las hermosas acciones, del comportamiento, Koga jamás le había dicho te quiero, quizás las palabras deban ser opacadas cuando los hechos son tan evidentes, pero no había nada que InuYasha deseara más que escuchar aquellas dos palabras por parte de su amado. Comenzó a arreglar su cabello y su uniforme mientras seguía perdido en sus pensamientos, no eran una pareja, pero solían actuar como si lo fueran, nunca habían salido a una cita, por alguna extraña razón Koga jamás salía de la casa del chico de ojos dorados, pero nadie a parte de InuYasha lo había visto.
Abrió la llave de agua fría del lavamanos, mojando su rostro para después suspirar, no entendía muchas de las cosas que sucedían en su vida desde la llegada de Koga, pero con aquel pensamiento solo llegaron más dudas. ¿Cuándo fue que Koga había llegado a su vida? ¿Cómo se habían conocido? No podía recordarlo, y aquello sólo le confundía cada vez más, la memoria de InuYasha era excelente, entonces, ¿Por qué no podía recordar algo tan importante?
Salió del baño sintiéndose frustrado, ignorando al más alto mientras colocaba la corbata de su uniforme. Koga siempre se escondía cuando alguien que no fuera InuYasha estaba cerca, ¿Cuál era la necesidad de aquello si parecía que nadie más podía verlo?
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Le Fantôme De L'amour (InuKoga Fic)
FanfictionHay muchas cosas que InuYasha no logra entender, no entiende el por qué no puede recordar cómo conoció a Koga, no entiende por qué el chico de orbes azules nunca sale de su casa, pero lo que menos entiende aún es por qué nadie a parte de él parece v...