Capítulo Diecinueve

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Wade

Se pasó toda la mañana disperso, pensando en Natalie, en si la razón por la que no había ido a clase era de verdad que estaba enferma o tenía que ver con su estado del día anterior. O quizás las dos cosas. A lo mejor después de clase la llamaba o iba a ver qué tal se encontraba. ¿O le resultaría a ella un poco raro? No eran pareja de verdad, ni siquiera amigos. Y sin embargo le había confiado algo muy importante y secreto.

Fue raro no tener a Natalie en el almuerzo, aquellas últimas semanas estaban los cinco juntos, a Simon parecían caerle bien y a su otro compañero también, aunque no solían hablar demasiado. Realmente solía ser Natalie quien lo hacía, porque era una de esas personas que no podían estarse calladas durante mucho tiempo.  

Al principio eso le resultaba molesto, pero ahora incluso lo echaba de menos. Era increíble cómo podían cambiar las cosas en tan poco tiempo. Cómo una persona que antes no conocías de nada, de repente se volvía más importante y ya no era irrelevante en tu vida. ¿Sería él algo más importante en la vida de Emaline? Probablemente no mucho. Solo era el novio de su prima, bueno, el supuesto novio, pero eso ella no tenía por qué saberlo todavía.

Se suponía que en algún momento tendrían que fingir una ruptura. Wade no tenía ni la más remota idea de cuál era el plan de Natalie, ni siquiera sabía por qué fingía ser su novio, era algo que todavía no había querido contarle. 

Cuando terminaron las clases de eso día y sonó el timbre Emaline alcanzó al muchacho en el aparcamiento.

—He pensado en ir a ver cómo se encuentra Natalie —fue lo primero que dijo una vez estuvo enfrente de él—. ¿Quieres venir?

Wade no se lo pensó dos veces.

—Claro, también iba a visitarla —respondió, cosa que no era mentira.

La joven asintió. Antes de seguirla, Wade se despidió de Simon. Pobre de su amigo, sentía que últimamente lo dejaba un poco de lado. Siempre estaba viendo a Natalie y a Emaline, pero a él no. Solían quedar casi todos los días de la semana, pero ahora las cosas habían cambiado, solo esperaba que no estuviera molesto o dolido con él. Tampoco se había quejado, pero le sabía mal.

Por suerte aquella vez Chad no se les unió en el camino. Había sido muy incómoda la ida al instituto. No entendía por qué él estaba en casa de Emaline aquella mañana, según él tenía entendido ya no eran ni siquiera amigos.

Así que no pudo evitar hacer la pregunta.

—¿Chad y tú volvéis a ser amigos?

La joven le miró de reojo, de forma curiosa.

—No —dijo simplemente—. ¿Cómo sabes que antes éramos amigos?

Wade alzó una ceja en su dirección, era bastante obvio, Chad era popular en el instituto y Emaline fue la chica nueva. No lo sabía solo él, sino casi todos los alumnos del centro.

—La pregunta sería: ¿y quién no? Chad es muy conocido, ¿recuerdas?

La muchacha apretó los labios formando una línea y miró al frente, sin darle una contestación. El chico decidió no insistir más y se mantuvieron callados lo que restó de camino. Cuando llegaron Natalie los recibió en pijama y batín, la nariz enrojecida y los ojos llorosos. Enseguida se le formó una mueca en los labios al verlos.

—¿Qué hacéis aquí? —fue lo primero que preguntó—. Ya te dije que estaba enferma —dijo, esta vez mirando a su prima.

—Nosotros también nos alegramos de verte —respondió esta con ironía, y pasó por su lado sin preguntar, a lo que Wade la siguió.

Mi Chica De Ensueño © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora