Wade
Cayó sobre el asfalto del suelo con un golpe seco. Se quedó sin respiración unos segundos, parado en el sitio. Por un momento dejó de escuchar su alrededor y comprender lo que pasaba, y poco después le vino todo de sopetón.
Chad estaba encima de él, casi sentado sobre sus piernas y sujetándole el cuello de la camisa con tanta fuerza que pensó que se la iba a romper. Tenía el pelo revuelto y un poco sudado y su expresión denotaba ira. No entendía qué le pasaba con él. ¿Le había hecho algo? Pero si apenas sabía quien era.
—¡Chad, para! —escuchó gritar a Emaline de fondo, seguido de pasos apresurados hasta su posición—. ¡No puedes venir y hacer esto! ¿Estás mal de la cabeza?
Le intentó apartar tirándole del brazo, pero la fuerza de Chad era claramente mayor y no dio ningún resultado. Aparecieron Natalie y Simon también y entre los tres consiguieron quitárselo de encima.
Wade se levantó un poco desorientado, mirando todavía como Chad le observaba cabreado.
—¿En qué demonios estabas pensando? —le gritaba Emaline a Chad, poniéndose delante de él para evitar que se lanzara hacia Wade de nuevo.
Pareció que en ese momento Chad se dio cuenta de lo que estaba haciendo y al mirar a la chica furiosa su rostro se suavizó y su ira disminuyó.
—Em... —comenzó a decir el chico—. No te vayas.
Aquello solo hizo que se enfadase aún más con él.
—¿Que no me vaya después de lo que has hecho? —dijo anonadada—. Eres increíble.
Hubo un silencio durante unos segundos. Simon dejó de sujetar a Chad al verlo más calmado y fue junto a Wade.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó en voz baja.
Wade tan solo asintió en respuesta. Todavía no se atrevía a acercarse hasta donde estaban los otros tres. No quería causar más revuelo.
—¿Sabes qué? Pensaba que quizá podríamos intentar ser amigos, pero veo que no. —Se apartó de su lado y se dirigió hacia Wade y Simon—. Vámonos, chicos.
No dijeron nada, tan solo la siguieron de vuelta al coche y se metieron dentro. Chad se quedó fuera en la calle, mirando a la muchacha con expresión apenada mientras Natalie arrancaba el coche y lo perdían de vista.
—Eso ha sido... —habló Simon un rato después, intentando encontrar las palabras para describir la situación que acababan de vivir—...intenso.
Nadie respondió, en cambio, Emaline se giró hacia Wade y le preguntó:
—¿Tú estás bien?
—Sí —respondió el muchacho al instante—. Solo me ha sorprendido un poco.
Asintió conforme y aliviada y volvió a ponerse bien sobre su asiento. El resto del camino lo pasaron en silencio. Natalie los dejó en casa de Simon, ya que los dos iban a dormir juntos y se despidieron con un gesto de manos y un "nos vemos el lunes".
Se cambiaron de ropa y se lavaron los dientes antes de meterse en la cama. Wade tenía un colchón en el suelo que Simon tenía guardado en su casa para las veces que él se quedaba a dormir con él, que no eran pocas.
Tardaron unos minutos en darse cuenta de que ninguno podría dormirse tan pronto. Eran las once y media de la noche, al final habían vuelto muy pronto de la fiesta debido a lo que había sucedido. Cuando Wade recibió el mensaje de Natalie diciendo que ya se iban en realidad se alegró. Aquel no era su ambiente y no se sentía muy cómodo.
—¿Crees que el lunes a Chad ya se le haya pasado el cabreo conmigo? —preguntó Wade. No quería tener que lidiar con ello en el instituto. Bastaba una simple razón por la que caerle mal a Chad y todo su grupito le harían la vida imposible.
—Sí, hoy parecía un poco borracho. A lo mejor ni se acuerda el lunes de lo que pasó —intentó animarle Simon, aunque lo que decía era lo que él pensaba.
No hablaron más del tema y jugaron a unos cuantos juegos de mesa para pasar el rato hasta que les entrara sueño.
Durante el resto del fin de semana Wade no supo nada ni de Natalie ni de Emaline. Debatió consigo mismo si mandarle un mensaje a la rubia para preguntarle si se encontraba bien, pero ni siquiera tenía su número de móvil. Y, para ser sincero, tampoco se hubiera atrevido.
Su madre, por otra parte, sospechaba que Wade estaba saliendo con una chica, y se pasó tanto el sábado como el domingo soltando comentarios para ver si él picaba y se le escapaba algo. Wade no paraba de decirle que no estaba saliendo con nadie, pero ella no se lo creía.
Y, para cuando finalmente llegó el lunes, Wade se sentía nervioso. No paraba de darle vueltas en la cabeza al enfrentamiento con Chad, si es que se le podía llamar así, porque solo consistió el Chad enfadado lanzándole al suelo y ya está. ¿Y si estaba resentido? ¿Y si le había dicho a todos sus amigos que Wade le había hecho algo y ahora todos se ponían en su contra?
Estaba tan nervioso que hasta su madre lo notó y siguió con sus preguntas trampa.
—Te veo muy inquiero, hijo —comentó cuando él estaba desayunando—. ¿Es que vas a ver a alguien especial hoy?
—No —respondió escuetamente, y siguió comiendo sus cereales.
Subió a su habitación a cambiarse de ropa, lo hizo muy despacio, como si así fuera a evitar asistir a clases, algo que no iba a suceder.
Ese día él y Simon no recogieron a Natalie y Emaline, ellas les avisaron sobre que iban a llegar tarde.
Nada más llegar al instituto supo que algo pasaba. La gente estaba un poco alborotada y cuchicheaba más de lo normal. Sin embargo, no le dio importancia, pues era algo que solía pasar cada cierto tiempo.
A primera hora le tocaba biología y Natalie no apareció. En las siguientes dos horas tampoco vio a Emaline por los pasillos. Y la gente seguía cotilleando. Fue en el almuerzo donde se dio cuenta de que las miradas se dirigían en una dirección: Chad Martin y su grupito de amigos.
Wade palideció al darse cuenta. ¿Les habría contado el suceso del viernes pasado? Se quedó mirando hacia su mesa, Chad estaba riendo por algo que uno de sus amigos había dicho y de repente se cruzó con la mirada de Wade. En cuanto lo hizo formó una sonrisa extraña en los labios que no parecía significar nada bueno.
Entonces apareció Natalie por las puertas de la cafetería. Parecía preocupada y nerviosa. Cuando vio a Wade se acercó a paso apresurado y se sentó junto a él y Simon.
—¿Qué pasa? —preguntó el muchacho al ver el aspecto que tenía la chica—. Has faltado toda la mañana, ¿ha pasado algo? ¿Y Emaline?
Ignoró todas sus preguntas y en cambio le hizo otra pregunta a él.
—¿Sabe Simon lo de las cartas? —se lo susurró al oído, para que el otro no se enterase.
—Oye, que estoy aquí, eh —se quejó el chico.
Wade asintió en respuesta. Segundos más tarde Natalie suspiró y soltó la bomba.
—Chad ha publicado tus cartas esta mañana.
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Mi Chica De Ensueño © ✔
Genç KurguWade Marshall es un adolescente de casi dieciocho años que lleva perdidamente enamorado de Emaline Smythe tres largos años. Él siempre ha sido un chico de muchas palabras, y para expresar todo lo que sentía lo escribía en su portátil a modo de carta...