Capítulo Veintiocho

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Wade

Tardó unos segundos en poder procesar lo que Natalie había dicho.

—Perdona, ¿qué? —murmuró el muchacho consiguió encontrar las palabras, se le había quedado la boca seca al recibir la noticia—. ¿Que ha hecho qué?

Natalie rodó los ojos exasperada antes de responder.

—Que ha publicado tus cartas esta mañana, espabila Wade.

—Qué fuerte —dijo Simon a su lado, completamente anonadado—. Es un cabrón muy grande. El mayor cabrón de todos los cabrones, sí.

Wade, en cambio, se puso pálido. Dejó su almuerzo a un lado y dirigió una rápida mirada hacia Chad. Estaba sonriendo, orgulloso. Claro, era eso lo que había pasado. Qué gilipollas. Pero no entendía nada, ¿qué ganaba haciendo todo aquello?

—O sea que Emaline ya se habrá enterado de que estaba enamorado de ella, ¿no? —dijo en un hilo de voz.

Estaba, había dicho. Casi sin darse cuenta. ¿Era posible que ya no lo estuviera? Sí que le seguía gustando pero... quizá ya no estaba tan enamorado.

Natalie rio con ironía.

—En realidad, no —contestó—. Todavía hay más.

—¿Más? —preguntó Simon, interesado en el tema.

—Sí. Verás... nadie sabe que las has escrito tú, Wade.

El muchacho dejó escapar el aire que había estado conteniendo, aliviado por escuchar aquello.

—Ah, bueno —contestó—. Entonces no es tan malo, ¿no?

La expresión de Natalie le dijo todo lo contrario.

—¿Qué pasa? —preguntó con miedo.

—Que Chad... las ha firmado con su nombre.

Hubo un silencio general en la mesa.

—Tienes que decirle a Emaline que son tuyas, antes de que sea demasiado tarde —rompió el silencio la muchacha.

Simon asintió, de acuerdo con ella, mientras que Wade negaba repetidamente con la cabeza.

—No puedo hacer eso, no estoy preparado —respondió—. Además, ya es demasiado tarde. Las habrá visto y pensará que son de Chad.

—Con más razón todavía deberías contárselo. Imagina que va y decide intentarlo de nuevo con él. Estaría viviendo una mentira. ¿Es eso lo que quieres?

Wade se mostró indignado con sus palabras.

—Claro que no —dijo con firmeza—. Pero se supone que tú y yo estamos saliendo, creerá que salgo contigo para acercarme a ella o algo así.

—Bueno, en realidad sí que es eso lo que estás haciendo —intervino Simon. Los dos lo miraron con mala cara; él levantó las manos con inocencia—. ¿Qué? Solo digo la verdad.

—Ya pensaremos en algo, pero tienes que decírselo —insistió la muchacha—. Se supone que vendrá a las clases de ahora, puedes buscarla en la salida y contárselo antes de que Chad se acerque a hablar con ella, porque estoy segura de que lo hará.

Wade dudó. No se atrevía a hacerlo, pero tampoco quería que aquello afectase a Emaline y cayera en lo que Chad había hecho. Era un engaño. ¿Cómo se podía ser así de cruel? ¿Estaba tan desesperado de recuperar a Emaline?

Mi Chica De Ensueño © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora