En épocas antiguas, ante la falta de carreteras y las pocas movilidades existentes para transportar a personas a distintos lugares o para el transporte de mercancías a los diferentes pueblos, por lo que los distintos viajeros solían recorrer largas distancias a pie para realizar trueque- intercambio de productos- y de esta manera lograr abastecerse y cubrir sus necesidades.
Cierto día en el que ya estaba a punto de comenzar la época de otoño, un viajero del distrito de Tisco, se dirigía rumbo hacia el valle de Cabanaconde, para poder intercambiar sus productos como carne y lana de llama por algunos maíces (choclos) de la zona. Mientras caminaba el día dio entrada a la noche, por lo que el camino comenzó a oscurecerse obligando al viajero a buscar un lugar en donde pudiera alojarse por esa noche. A los pocos minutos de haber comenzado su búsqueda logra divisar una luz proveniente de una pequeña chocita, por lo que decidió dirigirse hacia allí, para pedir aposento.
Al llegar toco la puerta y esta después de haber transcurrido unos cuantos segundos fue abierta por un abuelito "Buenas noches tío (expresión respetuosa para dirigirse a los mayores) me podría permitir pasar la noche en su casa por favor" dijo el viajero, a lo que el abuelito, después de unos segundos de silencio respondió con un simple "está bien".
Al concluir una amena conversación, el abuelito decidió que ya era hora de dormir por lo que termino apagando las velas, sin embargo el viajero no lograba conciliar sueño, pasaron largos minutos, cuando de pronto, el viajero se dispuso a dormir, pero algunos pequeños quejidos provenientes por parte del ancianito, lo mantuvieron más despierto, quitándole la sensación de sueño. La preocupación termino embargándole al viajero después de que estos quejidos se escucharon mucho más fuerte por lo que termino preguntándole "¿Se encuentra bien tío? ¿Le duele alguna parte de su cuerpo?", "Estoy enfermo, que no te das cuenta" termino gritándole el viejo. Ante tal respuesta el viajero dejo de preguntar y decidió que ya era tiempo de dormir.
A la mañana siguiente, con los primeros rayos de sol, el viajero se dispuso a continuar con su viaje, pero grande fue su sorpresa cuando al abrir los ojos, vio que no se encontraba en una casa, sino que estaba en un rincón en las faldas de un cerro, en una roca wasi (cueva). Recordó que en la noche el abuelito le decía que se tapara con unas frazadas, pero en su lugar está envuelto en ichu. El viajero asustado se levantó, miro a ambos lados y no logro ubicar al abuelito, solo diviso a un venado herido en la pierna.
Desde entonces los viajeros temen viajar solo y menos de noche, por temor a encontrarse con espíritus malignos.
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Colquita te cuenta
RandomUn sin fin de relatos, historias y leyendas de la provincia de Caylloma (Perú), que te transportaran a tiempos y lugares bellos y tenebrosos. Acompañanos en esta nueva aventura