El cura sin cabeza

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Antiguamente había un cura muy alegre, considerado el mejor de toda la provincia de Caylloma. Vivía en la parroquia del pueblo, donde todas las mañanas predicaba las palabras de Dios. Todos los domingos celebraba la misa, era considerado como el representante de Dios, tenía el poder de convencimiento ante sus feligreses, donde ellos agachaban la cabeza frente al pecado. El cura era una persona apuesta de buena presencia. Nunca imagino que despertaría el amor y deseo en la mayoría de las mujeres. Al principio escuchaba tentadores halagos y él como fiel servidor de la iglesia católica oraba ante las tentaciones femeninas donde se quedaba orando hasta altas horas de la noche.

Cierto día ante las constantes provocaciones, el cura término corrompiéndose, ya no tenía la mirada inocente, veía a las mujeres con mucha atención, con deseos carnales, olvidando así su compromiso con Dios.

Un día el cura conoció a una nueva señora bella encantadora, la cual llevaba un año de matrimonio, y como le iba mal en su matrimonio, acudía constantemente a la iglesia para pedirle consejos al cura.

Con el transcurso de las semanas, el cura termino citando a la bella mujer, a un lugar muy alejado de la iglesia y del pueblo donde se encontraban constantemente, convirtiendo el lugar en su nido de amor. El cura ante los encantos placenteros carnales citaba a diferentes mujeres convirtiéndose en un galán del lugar.

Como hay un dicho que dice "No hay mal que dure cien años" cierto día, unos niños jugaban alrededor del lugar al escuchar algunos susurros y gemidos se acercaron al lugar, encontrando al párroco desnudo encima de una mujer, los niños no podían creer lo que habían visto y el chisme empezó a circular hasta que llego al oído del marido quien empezó a averiguar.

Una vez decidió seguir a su esposa y la vio ingresar primero y minutos después al cura, al lugar del encuentro, al ver eso lo tomo con mucha calma, regreso a su casa, tomo un machete, fue directamente hacia el cura y con un violento movimiento deslizo el machete en el cuello del cura quien agonizante dijo: Dios mío tenme en tu gloria, desde aquella vez se dice que el cura sale por las calles, con su ropa ensangrentada buscando su cabeza.

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