Katherine amaneció ofuscada. Había pasado una noche terrible dándole vueltas a su gran momento con Nicholas y a la continuación de sus planes.
Su doncella le subió el desayuno a la cama y Kate resopló cuando Trix mencionó que quizás lo mejor era que se quedara allí por el resto del día. Por supuesto que no lo haría. No, de ninguna manera desperdiciaría más tiempo por una tonta confusión.
Cuando estaba terminando de desayunar, Michael se asomó por la puerta con los ojos cerrados.
—¿Puedo pasar?
Ella soltó una risita.
—Estoy presentable, puedes abrir los ojos.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, acercándose a la cama y sentándose junto a ella en una orilla—. Te ves bien.
—Me siento perfecta. Te dije que no era nada. Estoy lista para una cabalgata por el parque. ¿Qué dices?
Michael arrugó la frente, reticente, y Kate no se sorprendió. Siguió comiendo, aunque estaba satisfecha, con la esperanza de que al verla hambrienta se convenciera de que no había nada malo en ella.
—Tal vez podrías espe...
Lo cortó, adelantándose a lo que diría.
—Por favor, por favor, Mike. Necesito un poco de aire fresco. Me marchitaré aquí dentro, si me quedo un día más.
—Está bien —consintió él con resignación y se puso de pie—. Iré contigo cuando estés lista.
Apenas abandonó el cuarto, Katherine saltó fuera de la cama e hizo sonar la campana para que Trix subiera a ayudarla a prepararse. Como sabía que era probable encontrarse con Nicholas en cualquier lado, incluso cuando bajara a desayunar, había decidido estar siempre preparada. Y no solo vestida para la ocasión, sino también estar lista en lo referente a sus ideas sobre cómo abordarlo.
Buscó su traje de montar favorito y las mismas botas que había arrojado noches atrás a la ventana del duque.
Una vez lista, se colocó unas gotas de perfume y bajó a buscar a su hermano.
Estaba llegando a los últimos escalones cuando oyó una voz que casi hizo que se pusiera a dar saltitos de felicidad. ¡Estaba allí! ¿Qué mejor forma de comenzar la mañana que poniendo en marcha su proyecto de persuasión?
Se movió despacio, intentando dilucidar de dónde provenían las voces, y no tardó mucho en hallarlos cuando llegó al pasillo que conducía al despacho de Michael, ya que ambos caminaban en su dirección.
—Ah, Kattie, estás lista —comentó el conde.
—Lo estoy. Buenos días, Nicholas —saludó con una sonrisa apacible.
—Kattie —asintió el duque y atisbó a Michael con temor. Ella estuvo a punto de soltar una carcajada. El pobre Nicholas temía que su amigo se enterara del momento que habían compartido la tarde anterior.
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Para enamorarte de mí
Historical FictionLady Katherine descubre que el duque de Egerton es capaz de provocarle emociones que nunca había experimentado y, ávida por explorarlas, elabora un plan infalible para seducirlo. *** Lord Nicholas Sutherland, duque de Egerton, acaba de regresar de u...
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