Había pasado un día completo sin ver a Nicholas, o, mejor dicho, sin encontrarse con él. Porque, siendo honesta, la noche anterior lo había espiado a través de su ventana con las cortinas cerradas y las velas apagadas para no ser descubierta. El duque había estado concentrado en sus cuadernos, bebiendo de vez en cuando del vaso que tenía a su lado sobre el escritorio.
Kate había permanecido contemplándolo desde la oscuridad durante más de media hora, acurrucada en un cómodo sillón y cubierta por una manta para resguardarse del frío.
No sabía qué la había impulsado a quedarse así luego de percatarse de que podía verlo incluso a través de las cortinas. Solo sabía que le gustaba observarlo, estudiar su expresión ceñuda y pensativa, sin importar el cómo.
Al final, cuando ya no podía mantener los ojos abiertos, se había marchado a la cama.
Esa tarde se había arreglado con el propósito de encontrárselo. Le daría un margen horario para aparecerse en su casa, de lo contrario, sería la propia Kate quien visitara la residencia Egerton.
Iría con la excusa de hacerle una visita a la duquesa viuda, cosa que no asombraría a nadie porque a menudo asistía a la hora del té antes de que Nicholas regresara a la ciudad. Sin embargo, previo a esto tenía un asunto diferente del que ocuparse. El mayordomo acababa de anunciar la llegada del vizconde Hamilton y Kate no se hizo esperar.
Bajó a recibirlo y lo encontró caminando de un lado al otro de la salita en la que estaba aguardándola.
Cuando se giró hacia ella, Kate vio la preocupación grabada en su rostro.
—¿Estás bien, Richard? —preguntó, atravesando la puerta y acercándose a él—. Te ves terrible.
—Hace días que no te veo, estaba preocupado. Ni tú ni Grace han aparecido en las últimas dos noches. He ido a su casa, pero no me han dejado verla. Su mayordomo me hizo esperar en la puerta y luego dijo que no me recibiría.
Kate arrugó la frente y le señaló un sofá con la mano para invitarlo a tomar asiento.
—Es extraño, ¿verdad? —comentó, pensativa—. Su madre nunca ha puesto pegas a que la visites.
—¿Sabes qué le sucede? ¿Por qué han desaparecido por dos días seguidos?
—Bueno, mi hermano creía que estaba por enfermarme y no consideró seguro que asistiéramos a ninguna fiesta estos últimos días.
Richard examinó su rostro en detalle.
—¿Estás bien ahora?
Ella suspiró.
—Siempre estuve bien, es una larga historia, divertida aunque sin importancia. Pero mucho me temo que con Grace es diferente —musitó—. Oh, Richard. Es horrible. Hace dos días me envió una nota contándome que no iría a la fiesta de lady de Brough porque fingiría estar indispuesta. Lord Holmberg la había visitado ese día y ya no deseaba volver a verlo por la noche. Pero no sé qué pudo haber ocurrido ayer, no he recibido más noticias.
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Para enamorarte de mí
Historische RomaneLady Katherine descubre que el duque de Egerton es capaz de provocarle emociones que nunca había experimentado y, ávida por explorarlas, elabora un plan infalible para seducirlo. *** Lord Nicholas Sutherland, duque de Egerton, acaba de regresar de u...
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