XII. La cita

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Courtney.

—Ponle seguro —ordené a Jayden, mientras desataba los cordones de mis zapatos.

Escuché como el cerrojo de la puerta fue pasado, dándole una mirada rápida a la pantalla de mi celular: eran las diez de la mañana del martes.

Nuestros profesores tuvieron una reunión imprevista esa mañana, lo nos facilitó a los de mi curso —incluyéndome—, saltarnos algunas clases. Jayden no corrió con la misma suerte, pues su profesor de deportes sí estaba presente.

Sólo que él se la había saltado esa mañana.

Jayden se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos, haciendo que lo mirara a la cara. Un mechón de su cabello castaño se cruzaba por su frente y sus ojos azules estaban fijados en los míos. Rodeé la nuca de Jayden con mis brazos

— ¿Qué ocurre? —pregunté, rozando la punta de nuestras narices. Jayden se mantuvo en silencio, sin apartarme la mirada—. ¿Tengo una lagaña, un moco o algo?

Él negó con la cabeza—. Es que no puedo creer lo hermosa que eres —dijo, a modo de halago.

Fruncí mis labios y arrugué la frente divertida—. ¡Vaya! ¿Y esta frase de ligar la sacaste de una imagen de pinterest o qué? —bromeé, dibujando una sonrisa en mis labios.

Jayden se mofó ante mi comentario, dándome un beso corto—. Y hay más de donde salió esa —advirtió, separándose de mí.

Sus manos aún estaban a los costados de mi rostro—. ¿Sí? —Cuestioné, a lo que él respondió asintiendo con la cabeza—. Pues quiero escucharlas.

—Veamos... —murmuró, mirando hacia la nada durante un par de segundos—. Ya, ahí va una.

—Lánzalo.

— ¿Sabías que soy alérgico al polvo? —preguntó, a lo que respondí negando con la cabeza. Jayden llevó su pulgar derecho a mi labio inferior, acercando sus labios a mi oreja—. Pero uno tuyo ahora mismo no me caería mal —susurró de forma seductora.

Escuchar su voz ronca en ese tono me erizó la piel, pero no pude evitar fruncir el ceño y apretar los labios divertida, intentando contener mis ganas de reírme.

Cosa que obvio fue en vano.

Me carcajeé un poco ante lo que él acababa de decir—. Cariño, más que ganas lo que me diste fue cringe —bromeé.

Jayden también se rio un poco de la frase que acababa de utilizar, besándome nuevamente. De a poco él comenzó a caminar hacia adelante provocando que a su vez yo retrocediera algunos pasos hasta que mis glúteos chocaron con algo firme por sobre mi falda.

Él dejó de besarme—. ¿Sabes cuándo no te dará cringe? —preguntó, bajando sus manos a mis caderas despacio. Negué con la cabeza en respuesta—. Cuando te deje temblando, y no precisamente por el miedo.

Acto seguido me giró rápidamente con sus manos, haciendo que acostara mi torso sobre la mesada de mármol donde estaban los lavabos y bajándome los pantis, poniéndoselas como un brazalete en su muñeca izquierda. Jayden puso su mano derecha en la parte de atrás de mis rodillas subiéndola lentamente.

Nuestras miradas se conectaron a través del espejo.

— ¿Fui muy brusco? —preguntó sin apartarme su mirada. Negué con la cabeza—. ¿Quieres que me detenga? —volví a negar.

Una vez que sus cálidos y largos dedos hicieron contacto con mi entrepierna comenzó a estimularla, provocando que de vez en cuando me pusiera de puntillas. Mordía también mi labio inferior en respuesta a los cosquilleos que sentía.

ALIVE | The Liars Saga | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora