XV. Cuidado con lo que deseas.

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Courtney

El reloj marcó la una y un cuarto de la madrugada del viernes cuando me encontraba sola y caminando de un lado a otro frente a la pintura de Alberto en su despacho de la Villa; la impaciencia y los nervios se habían apoderado completamente de mí.

Durante varias horas Louis no había dado señales de vida, y lo último que había sabido de él era que estaba en Hidden Woods con una chica —cuya identidad desconocía—, y desde entonces no se había molestado en contestar las llamadas o mensajes que le dejábamos mis padres y yo.

V ya me había atacado en la villa antes, así que el temor de que Louis podría estar solo en la intemperie sólo empeoraba mi situación.

Imagino que no es la primera vez que ocurre —había insinuado mi padre a mi mamá un par de horas antes.

Louis siempre contesta los mensajes —repuso mi madre nerviosa, mirando por la ventana del despacho mientras esperaba que mi hermano atendiera su llamada—. Nunca había estado tanto tiempo sin responder.

Y los dejas salir con un asesino suelto en este lugar —agregó mi padre, tecleando furiosamente cosas en su celular—. Nunca tienes el premio de la madre del año, pero este año lo perdiste por lejos.

Abrí la boca para decir algo más en defensa de mi madre, pero no pude. Las palabras simplemente se quedaban atoradas en mi garganta, como si algo impidiera que desafiara la autoridad impuesta de mi padre.

Mamá no merecía que siempre me quedara inmovilizada ante cualquier situación.

Mi celular vibró en mi mano derecha y no dudé un segundo en revisarlo, encontrándome con un nuevo whatsapp de mi novio.

Mi novio.

El que Jayden y yo fuéramos pareja se sentía tan irreal, como si se tratara de un sueño del que cualquier momento podía despertar y enfrentarme a mi cruda y horrible realidad: un hogar disfuncional y un homicida que estaba detrás de nuestros pasos.

Aún podía percibir la fresca brisa de la primera noche que pasé en Rosefield, en la fiesta que había organizado Alberto donde anunció su compromiso —antes de que V lo asesinara, obvio—. Mi vestido negro sin mangas que me cubría hasta los pechos me quedaba perfecto y mi delicado maquillaje se acoplaba muy bien a él. El chico de la barra me había dado mi gin-tonic después de un par de minutos esperando, por lo que le ofrecí una sonrisa amable como muestra de agradecimiento antes de que ocurriera lo que —sin saberlo—, cambiaría mi vida.

¡¿Qué haces, imbécil?! —había gritado al chico que me acababa de tropezarme—. Casi arruinas mi vestido —agregué, colocando la copa en la barra mientras veía como parte del líquido que esta contenía se empezaba a regar de mi cuello a mis pechos.

Lo siento —repitió el chico una y otra vez—. Me he tropezado y... —murmuró, pidiendo algo al chico de la barra—. Discúlpame, soy un torpe.

El que me atendió hacía un momento le entregó una servilleta de tela y el chico comenzó a frotarla contra mi busto para secarme, por lo que agarré su muñeca derecha para detener el movimiento de sus manos y le di una bofetada; él pasó su lengua por el interior de su mejilla.

Relájate un poco, ¿No? —se quejó él—. Sólo estoy intentando ayudar.

¿Tocándome sin mi consentimiento? —cuestioné, quitándole la servilleta y terminándome de limpiar por mi cuenta.

El chico liberó un profundo suspiro.

A ver si te entiendo: te preocupa que tu vestido se arruine, intento ayudar a que no se moje y encima recibo una cachetada —asentí en respuesta sin levantar la mirada, verificando que el trago de alcohol no hubiera llegado a mi vestido—. ¿Quién te entiende?

ALIVE | The Liars Saga | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora