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Había pasado una semana desde que llevaba trabajando en aquella pintura, no iba a mentir, varias veces me había frustrado por el hecho de que no quedaba como quería, mis padres dijeron que no importaba, que mis amigas podían continuar.

Si tan solo supieran...

Ahora estaba en el auto camino a casa, desde aquella vez en el parque, no volví a ir por temas de tiempo, estuve ocupada con temas de estudio y familiares, que cansador.

-¿En la tarde iras sola a casa?

-Si mamá.

-¿Trajiste comida?

-Claro.

-¿La pintura?

-También.

-¿Estas...?

-Si mamá, papá... Todo está bien.

Ellos voltearon a verse para así asentir, estacionaron el auto cerca de la escuela, se despidieron de mi con un beso para luego bajarme con mis cosas del auto.

Camine arrastrando mis zapatos, solo quería que el día acabará rápido, al menos, que el tiempo pasara rápido hasta que fuera la hora de salida.

Acaricie un mechón de cabello que molestaba mi cara, las lágrimas se estaban haciendo presentes las cuales limpie rápidamente soltando aquel mechon.

Pasado:

Me encontraba en el baño de niñas arreglando mi largo cabello, mis padres decían que se me veía genial el cabello largo, incluso mi padre, decía que parecía una princesa de esos cuentos de niños.

Al sentir varios pasos acercarse con algunas risas de fondo, entre a uno de los baños cerrando la puerta, me subí al inodoro escondiendo mis pies.

-Le robamos la merienda a esa chica.

-Que idiota, cree que esta a nuestro nivel.

¿Nivel? De qué hablaban, apenas teníamos ocho años, no pensaba que los niños a esta edad ya le hacían mal a otros, tampoco que se sintieran superiores a otros.

Mis padres dijeron que los niños así, eran gente que les faltaba cariño en casa o capaz tenían problemas y se desquitaban con otros.

-Voy a pasar al baño.

Abrí mis ojos como platos, vi los pies de aquella chica fuera de el baño en el que yo estaba.

-Lily, tenemos una intrusa.

-Sacala.

Solo pude escuchar un golpe fuerte en la puerta, aquel estruendo hizo que cerrará los ojos del miedo.

-Ah, solo es Nyoko, va en nuestro salón.

-Oh, es la pelirroja.

La misma chica que había abierto la puerta, agarro fuertemente mi brazo haciéndome salir del baño, me empujó hasta los lavamanos que por suerte, antes de chocar, puse ambas manos en ellos.

-¿Que escuchaste?

-No diré nada, como las acusaria por algo tonto.

-¿No dirás nada?

-¿Como podemos confiar?

-Casi escuchas lo peor de la conversación.

Cerré fuertemente mis ojos al sentir como jalaban de mi cabello, quería llorar del miedo, pero

Superar || Sanzu HaruchiyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora