CAPÍTULO DIEZ

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Habemus capítulo!! Siento la demora, comencé las clases nuevamente y no tengo mucho tiempo para escribir. Que lo disfruten!

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El resto de ese día terminó bastante bien ser podría decir. Luego de que Nikolai llegase al gimnasio apenado y que se llevasen al hombre a que lo viera un doctor, Sebastian volvió a casa acompañado de Laurel.

Claire se quedó completamente sorprendida al verlos a los dos juntos atravesar la puerta, incluso el hecho de que Sebastian se quedase después de cenar fue una grata sorpresa que llenó de felicidad el corazón de la vieja. Ya sabía ella que su pequeño, si bien no era un santo —pero seamos sinceros, en este mundo quién lo es—, no podía ser tan hijo de puta como para lastimar a su esposa, aun cuando no sintiera nada por ella.

Aunque podía afirmar que eso último no era completamente verdad, conocía a su pequeño y sabia con total certeza que él nunca habría aceptado un matrimonio si no sintiese nada por Laurel; sin importar si era una orden directa de su padre.

Él sí le era fiel a la Bratva —nadie que lo conociera se atrevería a negar tal cosa—, pero de su vida personal, él era el único dueño.

El desayuno de la mañana siguiente fue, por mucho, el mejor que Laurel tuvo desde que llegó a la casa. Por fin, luego de días, pudo tener una conversación normal con su marido.

Antes de terminar, recibió una llamada de su hermano para que fuera al hotel, ya estaba casi acabado y necesita de su ayuda para darle los toques finales al proyecto; además ellos tenían que hablar sobre la fiesta de inauguración que estaba próxima a realizarse. Diciéndole que pasaría por allí más tarde terminó la llamada. Cuando regresó a la mesa, Sebastian estaba conversando con Nikolai y al verla dio por terminada la conversación levantándose de su asiento.

Con su usual carácter le dijo, acercándose a ella. —Vamos.

Recogiendo sus cosas lo siguió y se encaminaron hacia el subsuelo donde se encontraba el coche.

—Sube al coche.

Una vez cumplió la orden y subió al auto, no pudo evitar decir. —Tengo una pregunta. ¿Solo me vas a dar órdenes?

—Es mi naturaleza —contestó mordaz.

—“Es mi naturaleza” —repitió sus palabras a modo de burla—. Creí que estábamos avanzando.

—No intentes cambiarme, Bombón —dijo—. Soy como soy.

Quince minutos después llegaron al gimnasio. Al entrar, Laurel fue el foco de la mirada de todos los allí presentes, pero al ver a Sebastian tras de ella en seguida dirigieron la vista hacia cualquier lugar menos a ella.

—Ven conmigo

Siguieron su camino hacia el vestuario y asegurándose de que nadie estuviera allí dentro, la dejó pasar.

—¿No me piensas dar privacidad? —preguntó, sacando la ropa que utilizaría de su bolsa.

Sebastian rodó los ojos y se giró para ponerse su propia ropa. —¿Eso es lo que vas a utilizar? —preguntó al ver la ropa que se había puesto.

Laurel, que estaba terminando de anudarse los zapatos, le dio un vistazo a su propio vestuario. Leggins, camiseta sin mangas y tenis.

Nacido en la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora