Capítulo 10

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Acostada boca abajo, abrí mis ojos y poco a poco se fué aclarando la imagen de quien estaba a mi lado observándome atentamente.

—hola...—le escuché decir con la voz suave y ronca, y yo en respuesta solté un quejido somnoliento

—que hora es?—pregunté con la voz adormilada

—casi las 9—respondió sin quitarme la mirada de encima

—hace cuanto te despertaste? Y los niños?—acerqué mi mano a la suya y la coloqué encima

—los niños están durmiendo, me lavanté en la madrugada cuando llegaron y de ahí me pasé a mi recámara, y hace como 20 minutos estoy aquí, hipnotizado por lo preciosa que luces mientras duermes—sonreí ligeramente y mis dedos acariciaron su mano

—ya decía yo que no podías despertar tan guapo y peinado—comenté para fastidiarlo y vi como sus mejillas se enrojecieron en tanto una hermosa sonrisa apretada se formaba en su rostro

—quieres bajar a desayunar?

—hmmmm, no, no tengo hambre aún, necesito tomar una ducha, ni siquiera me quité la ropa de anoche y estoy llena de arena

—ya sé, estabas muy cansada y es comprensible.
Entonces quieres que pida que te suban tu jugo verde?

—sí, porfa...pero subelo tú, no?—levantó las cejas e hizo un gesto

—hombre, por supuesto! Que mas se le ofrece a la reina? Que le haga la comida, que le recoja la cama...—respondió con sarcasmo y yo reí

—mira que no estaría nada mal eh, y también podrías lavarme la ropa, la espalda y así—se sonrojó una vez mas y sonrió, sin duda una de las cosas que he disfrutado siempre, es ponerlo nervioso

—mejor si ve a darte una ducha, yo creo que la necesitas—se río y se levantó de la cama—voy por tu jugo verde y enseguida te lo traigo, va?




                         (....)



Entré a darme una ducha express ya que me pareció buena idea salir a la alberca, usé mi traje de baño celeste de dos piezas, oí que tocaban la puerta así que rápidamente tomé mi bata y me la puse

—adelante—dije acercándome al tocador para tomar mi protector solar

—aquí traigo tu jugo—dijo Manuel abriendo la puerta, se acercó al tocador y colocó el vaso sobre el mueble

—gracias Manuelito—vi que se dirigía a la puerta—oye!!

—sí dígame—respondió como si fuera alguien del servicio y me reí ante aquello

—es que quería preguntarte si puedo usar tu alberca

—tú en la alberca?—se rió—detestas hacer eso

—sí pero hoy me antojé, últimamente se me antoja hacer cosas que hace mucho no hago, puedo?—respondí en un tono que sé que reconocería y vi que una sonrisa quiso escapar de él

—Lucerito, sabes que no hace falta que pidas permiso, todo esto te pertenece.....y la casa también—se río y yo me carcajee

—hombreeee, te lo agradezco. Pero me acompañas, no?

—y si los chavos se despiertan?...

—Manuelito, te estoy invitando a la alberca nada mas, relájate

—Bueno, deja voy a cambiarme y te alcanzo

—venga, te espero allá





                        (....)


Me hice un chongo y me metí a la alberca, estuve un rato con el celular y Manuelito no aparecía por ningún lado, conecté mi celular a las bocinas de afuera y subí el volumen a la música instrumental que me relajaba tanto.
De pronto lo vi aparecer con tan solo un short gris y dos daiquiris en las manos, me apoyé en el borde de la alberca mientras veía a través del blindex como se acercaba

—tan temprano y ya vas a beber?—pregunté elevando mi mirada cuando se detuvo frente a mí

—se dice vamos Lucerito, además es solo uno, no pasa nada—entró a la alberca, nos juntamos en el centro y me dió una copa

—gracias...—sonreí al recibirla—ese color te luce genial

—sabes que me encantaría decirte lo mismo, pero siempre he pensado que el solo color de tu piel te hace lucir hermosa, no necesitas ningún otro color encima—se acercó un poco más y sonrió de lado para luego chocar su copa con la mía—salud—dijo suavemente y yo solo levanté mi copa para darle un sorbo a la bebida con una sonrisa abochornada

Me di la vuelta para regresar a la orilla  y dejar mi copa, honestamente el juego que habíamos iniciado me encantaba y me recordaba a las primeras veces que empezábamos a salir.

Me quedé de espaldas apoyada en la orilla, con los ojos cerrados mientras disfrutaba de la melodía que sonaba y del sol en mi piel, el agua se empezó a mover y supe que Manuel se estaba acercando, pronto sentí su presencia detrás mío y una de sus manos en mi abdomen haciendo que mi cuerpo se pegara mas al suyo

—en que tanto piensas?—preguntó y dio un lijero beso en mi hombro. Me giré y una de mis manos se apoyó en su pecho, me quedé callada algunos segundos y finalmente levanté la mirada

—en todo esto...—respondí en voz baja y suspiré

—cómo...

—sí Manuelito, en todo esto que ha pasado con nosotros, que va a pasar cuando salgamos de aquí y regresemos al DF, cómo va a cambiar la relación que teniamos, si vamos a seguir llevándonos bien después de todo, que va a pasar con los niños, que va a decir mi mamá cuando se entere de que estuve aquí todos estos días...

—muchas preguntas, muchas palabras y yo ya me hice bolas—respondió entre risas y yo me reí al escucharlo

—no es gracioso, de verdad

—no, no lo es...pero tú hablas mucho y las palabras se mezclan en mi cabeza, tienes que ir maaaaas lennnnn to

—ay Manuelito—susurré con nostalgia y acaricié su rostro—que voy a hacer con....—me callé antes de confesar que mis sentimientos por él nunca se fueron y ahora tengo miedo de perder todo lo poco que hemos recuperado

—con qué?—preguntó y respondí para mí misma "con todo esto que siento"...

—con toda esta situación, ya sabes...— colocó su copa detrás de mi y la dejó junto a la mía para abrazar mi cintura con ambas manos y las mías se quedaron sobre sus brazos

—no sé y probablemente en este momento no quiero saberlo, por favor Lucero, déjame disfrutar de esto, de tener a mi familia junta en nuestra casa, lo que tenga que pasar después, pasará, pero después. Y seguramente esta vez estemos preparados para afrontarlo juntos, o tal vez no...pero es algo que no deseo descubrir estos días, ¿me entiendes?—suspiré y lo miré en silencio, intentando descifrar si estas palabras tenían que darme seguridad o mas desconfianza

—sí, entiendo, pero te pido que también entiendas que no quiero confundir a los chavitos Manuel

—Linda, los chavitos ya no son chavitos, pero como sea, te aseguro que no los vamos a involucrar en todo este rollo, va?
Quiero que estes tranquila y te relajes—respondió y acercó su rostro para darme un beso, beso que detuve poniendo mi dedo índice en medio de nuestros labios

—no—dije teniéndolo cerca y mirandolo fijamente

—no??—respondió y fue inevitable reir

—bueno sí, pero nada mas tantito—le di un beso sobre mi dedo y me reí—ya, no? Porque no se me olvida lo de anoche—fingí indignación

—estás pero loca—me tomó del cuello e intentó besarme pero no me dejé y empezé a reir mientras trataba zafarme de sus brazos, en la alberca se formó un ambiente de risas, griteríos y pataletas, mientras el agua salpicaba por todos lados y yo gritaba que me suelte....

— qué onda con ustedes? — nos detuvimos en seco cuando vimos a Jose de pie en la orilla de la alberca, con una cara de confusión y vergüenza a la vez....

Vivir Dos VecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora