13. La herida aun duele, pero lo soportas para que nadie más lo haga.

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LUCIANA

¿Porque a mí? Tantas personas y me viene a pasar esto a mí.

Despierto en una cama, por lo menos no me dejaron tirada en el piso.

La habitación muy linda, color azul, como mi antiguo cuarto.

Me quedo estática al ver un fantasma. No sé cómo respirar, ¿me morí?

–No, casi casi.– habla el rubio.

–Tu-tu.– ah, también se me olvido como se habla.

–Tu tu, nadie como tutu.– tararea.

Joy en su máxima expresión.

–¡Me dijeron que estabas muerto!

Todo se pone borroso, él me dice algo, pero caigo inconsciente.

◆◆◆

–¡Dijiste que le harías bien!

–¡Vio un fantasma! ¿cómo esperabas que reaccione?

–Shhhhh, tengo sueño.– murmuro.

La luz encandila mi sueño. Tomo la almohada e intento adaptarme a la luz.

Distingo una figura y le lanzo la almohada.

–¡Dejen dormir!– hablo con voz ronca.

Vuelvo a mi descanso. El próximo lo mato.

Y caigo en cuenta. ¡Joy está vivo!

Despierto y lo busco, ¡no puede ser producto de mi imaginación!

Francis está sentado a un lado de la cama. Pegado de la pared y alado de la puerta, esta Joy.

El rubio de ojos azules me examina. Siento la necesidad de correr a sus brazos.

Mis pies descalzos tocan el piso frio, todo se ve borro, me tambaleo. Francis intenta ayudarme, pero abofeteo su mano. Camino incrédula hacia Joy.

Me ofrece sus brazos, pero mis acciones no son de abrazo. Su mejilla roja y mi mano ardiendo.

–Veo que me extrañaste. – abre muy exagerado los ojos y acaricia su mejilla.

–¡Burro descerebrado! ¡Te creí muerto! – le reclamo.

–¿Cuándo morí?– parece que esta más confundido que yo.

–El enfermero me dijo que el chico que iba conmigo murió.

–Pero yo no me fui contigo. – se defiende.

Todo da vueltas, si no fue el ¿quién iba conmigo?

–Te fuiste con Carlos.

Botas negras, un disparo, sangre, el auto explotando.

"Luciana ayúdame."

Hombre de negro.

Las imágenes pasan tan rápido que intento ordenarlas.

Hasta que caigo en cuenta de que los hombres que trabajan con los Bird visten así.

Me volteo hacia Francis, él me iba a secuestrar, la camioneta salió de repente. Un auto atrás de nosotros.

Ahora todo tiene sentido.

Le doy una bofetada.

–¡Lo hiciste a propósito!

–¿Qué cosa?– pregunta desconcertado.

–La camioneta, el carro, la explosión, ¡Tú lo mataste!

–¡Si lo maté!– acepta sin culpa – Pero no ocasioné la explosión, tampoco el carro.

Efectos Colaterales De Estar RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora