Me levanté perezosamente, aún era temprano pero tenía bastantes cosas que hacer. Reportarle a mi padre todo lo que sucedía en la frontera del noreste, nuestra frontera con el clan del Fuego.Me había mandado a este lugar para administrarlo temporalmente después del desastre y masacre que hizo el clan vecino. No tuvieron piedad por niños y madres, no es de extrañar; es un clan vengativo, digamos que tenemos muchos problemas... pero tenía rencor hacia ellos, destruyeron casas, violaron a mujeres y mataron a niños... son unos seres despreciables.
Fui a lavarme el rostro como cada mañana, al mirar mi reflejo en el agua pensé en mi hermano menor, somos casi idénticos; por nuestra cabellera y carácter nos diferenciamos. Sonreí, su actitud era muy infantil, a diferencia mía.
Tal vez no he nacido varón, pero mi inteligencia me hizo llegar a este lugar. Algún día Naruto me acompañara cuando me coronen, ¿sueño mucho? Para nada, todo lo que digo se hará realidad.
Me estiro para después cambiarme, me pongo ropa ligera porque hoy solo haré el informe y visitaré un pueblo cercano. Algo en particular de nuestro clan son las vestimentas, algunos las llamarían "exhibicionismo", a mí no me molesta esos comentarios, después de todo somos una grande nación y ellos son los que vienen a rogarnos por tierras.
Salgo de mi habitación para irme directo a mi estudio, lo primordial es escribirle una crónica a mi padre.
-¡Joven Deidara! -gritaron mi nombre, aquel joven soldado venía corriendo.
Voltee inmediatamente, si me llamaban por mi nombre era algo realmente importante.
-¿Qué sucede? ¿Algún contratiempo con mi agenda? -pregunté.
-¡No! -negó cuando se recuperaba por el haber corrido-. Los Uchihas se acercan.
Quedé en blanco, ¿qué demonios hacían acá? Ya atacaron una vez, ¿lo harían dos veces para asegurarse de destruir todo?
-Preparen todo, díganme cuantos son y vamos a ver si podemos llegar a combatirlo o huir con las madres y niños.
El soldado solo asintió y se fue para correr la voz, lo primordial era sacar a las madres y niños por un lugar que no los vea el enemigo. Le escribiría una carta a mi padre y mandaría a un mensajero, aunque llegara unos cinco días después, creo, lo necesario era avisarle, estaba seguro que no me enviaría nada, se demoraría muchos días; lo único que quería es que resguardaran a las madres y niños ni bien llegar.
Escribía rápidamente, intentando que mi letra sea legible, tenía que ir con los soldados o escapar. Los Uchihas estaban cerca.
"Su majestad, hubo contratiempos, se acerca el clan enemigo y lo único que espero es que usted resguarde a las madres y niños de esta aldea."
No podía decir nada más ni si quiera despedirme si es que no sobrevivía, le di la carta al mensajero para que se la llevara y la entregara a mi padre.
Cuando el mensajero se fue se escuchó sonidos de disparos, ya están aquí. No tengo el suficiente tiempo de analizar todo esto, lo mejor sería huir; no, no puedo dejar así a estos hombres. Si muero, moriré por mi nación.
Saqué la pistola de chispa de mi cajón para bajar al primer piso y ver que sucedía. Al bajar vi a algunos de mis soldados mal heridos.
-Joven Deidara, váyase, son bastantes, alguien debe haberles dicho que usted estaba aquí -decía un soldado mal herido.
-Llévense a los heridos y escóndalos -le dije al otro soldado-, lo más seguro es que quieran tomarlos de prisioneros -susurré-. ¡Todos en este lugar que estén sin alguna herida me acompañarán! Los demás huyan... o hagan lo necesario para que los Uchihas no deben obtengan información valiosa, quemen los papeles de mi escritorio.