Advertencia:
Este capítulo no es 100% necesario leer, por eso el 2.1; es prácticamente.. bueno, sí, un capítulo medio erótico. Si tienen sensibilidad hacia estos capítulos, recomiendo saltearlos, eso es todo, ¡les dejo con la lectura!Le amordazó con el camisón, sus manos estaban atadas con cuerdas a la cabeza de la cama, sus cálidas manos tocaban la madera que estaba fría por la noche. La cama se movía bruscamente hacia adelante y los sonidos de choques con salpicaduras estaba en la habitación como fondo de todo, su voz y quejidos eran el acto principal.
Estaba amordazado pero aún así soltaba lágrimas y gemidos, era el tercer día que sucedía aquello, no sabía si las lágrimas eran el dolor y la impotencia que tenía... o si era el placer que le causaba aquel hombre, no conocía nada de su cuerpo, se estaba acostumbrando a aquello, a ser el sumiso en aquella habitación. A... complacer... al Uchiha.
Tenía asco, asco de ser tratado como un inferior y que permita que el Uchiha entre a él, pero a la vez tenía un frío que pasaba por toda su columna. Ese frío destruía su voluntad.
El Uchiha no le dejaba salir por nada del mundo, todo el día y la noche le tenía de esa manera, saltando, echado, volteado, cargado, probando cosas que Deidara nunca había conocido ni leído.
Le había hecho probar aquel deseo carnal que nunca creyó necesitar y mucho menos de un Uchiha tan asqueroso como él. Le estaba haciendo perder la cabeza y lo que le hacía era una adicción, lo sabía, le estaba volviendo débil, cada vez arqueaba más la espalda, cada vez gemía más, cada vez abría más las piernas, cada vez entraba con más facilidad en él.
Le sujetaba de la cintura con fuerza, sus manos grandes no se separaban de él, Deidara perdía el control y se cegaba en el placer, era una bestia con la que estaba, una bestia cálida que le permitía ver el cielo y sentirse en el infierno. Aquello era magnífico, no le amaba, pero sus cuerpos estaban hechos, el cuerpo del asqueroso Uchiha estaba hecho para volverle loco.
-¡Mgh! -gimió en alto, el Uchiha embestía con más fuerza, se correría pronto y tendría que hacerlo lo más profundo, veía solo la espalda del rubio, ya que Deidara estaba posicionado con el trasero levantado. Itachi apresuró sus embestidas, logrando que Deidara gimiera más, hasta ahora no había logrado que el rubio le rogara por más, pero sabía que no estaba lejos de aquello. Jaló su cabello para levantarle, logrando que Deidara se tensara y refunfuñara.
Se acercó a su oído y preguntó.
-¿A quién le perteneces? -dijo Itachi sudoroso a su lado, sin parar sus embestidas.
Deidara miró a otro lado, no hablaría, no lo haría.
Itachi sonrió victorioso, levantó más a a Deidara logrando un quejido, sus embestidas fueron más bruscas y lentas.
-Dime, doncel.
-Mgh... t- tú.
Soltó entrecortado por la mordaza, Itachi se la bajó con brusquedad, volviendo a preguntar.
-¿A quién le perteneces, príncipe?
-Ah... ah... a ti...
-¿Yo? Dilo bien, Deidara -jaló con más fuerza el cabello.
-¡Tú, tú maldito!
-Más fuerte.
-Ah... Mgh... a ti... a ti...
-Dime más... -su boca estaba cerca al cuello del rubio, quería más de aquellos sonidos.
-¡Muévete maldito! -gimió Deidara, Itachi por sus preguntas había bajado mucho la velocidad. Pero cumplía con su propósito, Deidara le pedía más.
Itachi se rió y empezó aumentado la velocidad, Deidara gimió con normalidad.
-¿Te gusta ser tratado así, no? Príncipe curioso...
-Cállate y hazme el amor...
Itachi se sorprendía por su lenguaje, aquel doncel era menor que él y siempre insultaba, siempre tenía un insulto en su boca.
Itachi cumplió y se movía con más fuerza, Deidara gemía a plenitud, se sentía hecho y cumplido, se olvidó incluso de su padre o hermano, nunca había sentido tal placer y estaba seguro que estando con ellos jamás lo hubiera sentido, solo ese Uchiha causaba aquello.
Deidara gemía y su cabeza bajó y por el placer que sentía, Itachi le sujetaba el pecho para que no se cayera.
El miembro del azabache era dulcemente aprisionado por la entrada del rubio, tanto para los dos se volvió una adicción. No sólo sus cuerpos, no sólo la tensión, no había amor, la locura era aquella acción. La locura y perdición era la única razón que unía a los dos... sin contar el poder.
Esa noche Itachi había terminado, se había llenado de aquel rubio; este descansaba en la cama cómodamente, muy distinto a la primera noche, pensaba el azabache.
Abrazaba la almohada de espaldas, dejando ver si cabello rubio disperso por toda la cama, tapado hasta los hombros para que no tuviera frío en aquella noche...
El clan Uchiha es de climas muy extremos, pensaba Itachi-. Dudo que se acostumbre rápido -susurró para sí mismo.
No se encontraba echado junto al doncel, no compartía cama con él, la alcoba era suya pero no podía echarse y amanecerse con el príncipe. Suspiró cansado, volvió su vista hacia la ventana y siguió en sus crónicas hacia su padre.
Le relataba lo que sucedía cada noche en esa habitación, que cada noche se aseguraba más de su posible posición en el mundo. También leyendo algún que otro escrito de su padre sobre la situación de la capital, ya que preocupado le tenía la situación de su enferma madre.
Así pasaba la noche el Uchiha, en velas, no lograba conciliar sueño, por las mañanas "despertaba" temprano y las tardes eran pesadas, las noches terminaban siendo muy fogosas con aquel rubio; admitía que le gustaba su piel.
Logró mucho en dominarlo, o en hacer que abriera las piernas, debía solucionar sus problemas con él, Deidara más le servía como ayudante o cómplice del imperio Uchiha, que su enemigo.
El rubio era astuto, desde el primer día lo supo; por eso temía a darle un poco más de poder, sabía que se terminaría hiriendo a sí mismo solo por no llevar criatura alguna suya, solo por aborrecer a su clan sería capaz de eliminar a la solución del clan Uchiha y aún más si el rey del Fuego contaba con aquello. Deidara valía mucho, era perfecto para él.
Comentario:
Lo admito, hace años no escribo algo así, estoy algo empolvada...