Capítulo 2: Secuestro

87 20 3
                                    




-¡Bájame, maldito bastardo infeliz! -pateaba constantemente al azabache de coleta baja. El imbecil me estaba llevando a una habitación para hacer que cosa sabe el maldito demonio.

-Quédate quieto si no quieres que te amordace de nuevo -habló con voz firme.

-¡Ni si te ocurra tocarme o las pagarás Itachi! -sí, me había aprendido su nombre en todo el viaje, estábamos en una base militar en las fronteras del clan Uchiha, pero en el viaje siempre decían el nombre de este imbecil, así que me lo aprendí para insultarlo con su nombre completo.

-Eres un prisionero de guerra, no tienes el porqué quejarte de algo, agradece que estás vivo.

¿Agradecer? Quería que me mataran, estos imbeciles son capaces de aprovecharse de mí para ganar el trono del clan Namikaze.

Cuando ya llegamos a una habitación me desesperé y empecé a patear con fuerza, pero el imbecil abrió rápido la puerta y me tiró en la cama. Cerró la puerta para después acercarse a mí.

-¡No! -exclamé cuando me agarró de mis muñecas y me acercaba al filo de la cama.

Él no respondió y cuando logró que estuviera en el filo de la cama me bajó el pantalón. Empecé a intentar patearlo, pero nada, era muy fuerte y cuanto más me movía, más me hacía doler mis muñecas de lo tanto que las aplastaba.

Cuando lo vi bajarse el pantalón ya no importaba nada, solo quería salir de ahí, no quería que ese imbecil me embarazara y abusara de mí, no, no lo quería. Entré en desesperación y empecé a gritar y gritar. No le importó y ni si quiera me cubrió la boca, posicionó mis piernas para un extremo y entrar sin siquiera prepararme.

-¡Infeliz! ¡Sácalo! -empecé a botar pequeñas lágrimas de dolor.

Se quedó ahí quieto hasta que vió que recuperé mis fuerzas para seguir intentando patearlo y empezó a moverse. No paraba de llorar, gritar y exclamar clemencia para que se detenga.

Por esos momentos me venía a la mente lo que leí en ese libro de la historia que compartíamos con los Uchihas, mal momento para recordar eso.

El clan Namikaze en un ataque nocturno se llevó a casi todas las mujeres del clan Uchiha, incluyendo de niñas, jóvenes y hasta mujeres importantes, a la gran mayoría de estas para después venderlas como damas de compañía, esto claramente fue fundamental en nuestro inicios de guerra, pero eso no lo hizo mi padre, lo hizo mi abuelo... pero mi padre negaba que él lo haya hecho, ¡era el encargado de relaciones exteriores en ese entonces!

Mi padre no tenía nada que ver, o eso me dijo él, realmente estaba dudando de todo, ¡¿por qué no estarlo?! Ahora mismo estaba aterrado y no paraba de llorar.

Quería que acabara lo más rápido posible, me sentía horrible pensando en todo lo que tuvieron que pasar esas mujeres, veía el odio que tenían los Uchihas hacía mi clan, esto era realmente horrible, me sentía tan débil, tan vulnerable...

Lloré tanto que me desmayé, cuando me desperté me di cuenta que seguía en la cama, solo que esta vez estaba solo y con mi entrada húmeda.

Quería morirme y tenía unas inmensas ganas de matar al Uchiha. Abracé la colcha y me hice bolita para después llorar.

Una idea corrió por mi mente, me acuerdo que las señoras del palacio donde me crié, tomaban unas hierbas para no quedar embarazadas, me puse a pensar y tal vez pueda encontrarla en este lugar, siempre están en todos los lugares que hayan sirvientas.

No sé la razón, pero cuando hay una sirvienta o una ama, siempre están, deben haber algunas por acá, solo tengo que lograr salir y comerla, no me acuerdo si era comerla o tomarla como una infusión.

Cuando quise salir de la cama me di cuenta que el imbecil ni si quiera me había limpiado la entrada, tampoco me había puesto los pantalones. Se nota que solo me cargó y me tiró en la cama para después tirarme una colcha encima, en serio que lo odio.

¿Qué esperaba de él? ¿Un buen trato? No seas infantil Deidara, eres un prisionero y solo ellos pueden reconocerte como un príncipe o como un simple trapo. Al final el imbecil tenía razón, solo era un prisionero, no podía quejarse, pero deseaba tanto la muerte, sabía que lo que venía ahora, torturas para que soltara algo de información, no les interesaría que estuviera embarazado.

Tenía tanta impotencia. Podría intentar escapar pero lo más probable es que lo atrapen, sabe perfectamente que no lo van a matar, lo necesitan.

-Disculpe, pero el su señor Itachi me pidió que le traiga algo de comer -en la puerta estaba una mujer de ojos negros... como todo su clan. La mujer al no recibir respuesta, avanzó con el plato y dejó la comida en el pie de la cama.

Se retiró en silencio al ver al rubio mirando un punto fijo, cuando cerró la puerta, Deidara sonrió, ahora sabía que habían sirvientas, seguro estaba esa planta medicinal, aún se acuerda con qué hierbas más combinarlas.

Se levantó y se fue a lavarse porque le daba asco su cuerpo y lo sucio que estaba, por el viaje y por la cosa que le hizo el imbecil ese. Mientras se limpiaba cada parte de él, más miserable se sentía, no le deseaba esto a nadie.

Cuando se puso algo presentable, fue a ponerse el pantalón, aunque estaba algo sucio pero no le importó. Cuando abrió la puerta se chocó con Itachi, elevó su mirada para cruzarse con esos ojos color azabache, se separó al instante empujándolo.

-Vaya modales, príncipe Namikaze.

-Cállate imbecil, el que abusó de mí fuiste tú.

-Si te lo explico no lo entenderías -su mirada parecía tranquila como si no hubiera hecho nada malo.

-Claro que lo entiendo, quieres gobernar los dos estados, si no me olvido tú eres el príncipe heredero del clan Uchiha -le respondió con arrogancia.

-No puedo asumir tu trono porque no estamos casados -le respondió.

-Pero si puedes embarazarme logrando tu cometido.

-Al parecer no eres tan idiota.

Eso molesto a Deidara, quería golpearlo ahí mismo, podría robarle su daga y acuchillarlo hasta matarlo. Pero antes de hacerlo Itachi lo agarró de su brazo y lo llevó de nuevo a la habitación.

-¿Ya haz comido? -preguntó.

-Jodete infeliz.

Itachi agarró el plato de comida y lo dejó en su escritorio. Deidara estaba con los brazos cruzados, cuando Itachi se volteó y fue directamente a él lo empujó nuevamente hacía la cama.

-¡¿Qué demonios tienes?! ¡Ya lo hiciste una vez y ahora quieres más! -se levantó para quedarse sentado y encontrarse con la mirada de Itachi.

-Debo asegurarme -le respondió con simpleza.

-Jodete, ¿quién te dice que voy a tener a tu hijo, infeliz? -al decir eso Itachi se alejó, Deidara pensó que lo golpearía.

-Entonces vamos por otra parte, dame información útil de los Namikaze y no te haré nada.

-Jodete.

El azabache suspiró y después susurró que el rubio no colaboraba, tendría que sacárselo a la fuerza, por su actitud estaba seguro que a golpes no podía, era muy terco.

-No me dejas de otra -volvió a tumbar a Deidara.

El rubio se movía mucho más, no permitirá que suceda otra vez, pero Itachi se sacó el camisón y lo amarro de sus muñecas, lo ató a la cabecera de la cama para tomar nuevamente al rubio que seguía pateándolo.








Soy re mala escribiendo este tipo de escenas 😭

El Trono Me PerteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora