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Perdí en el piedra-papel-tijeras, suspiré antes de sentarme junto al menor, al hacerlo giro a verme con una enorme sonrisa, ¿Dónde carajos he visto esa sonrisa? Habían muchas posibilidades, no necesariamente tenía que ser algún conocido.
—¿Te gusta esa caricatura?
—Si— se llevó la botella de jugo a la boca— La veo todos los domingos con mi papá. Es cuando no trabaja.
Asentí ligeramente con la cabeza jugando con mis dedos, por dios era un niño ¿Por qué estaba nerviosa? Recostó su cabeza en mi pecho pasando mi brazo por sus hombros.
—O-Oye cielo— carraspeé comenzando a hacerle algunos mimos en su cabeza— ¿Cómo te llamas?— giro a verme con sorpresa y tristeza en sus ojos, mierda fui muy directa— Escucha, es raro para mi que de un día al otro pues... enterarme de que tengo un hijo ¿Vale? Y estoy muy contenta de conocerte— sonreí con nervios intentando mejorar la situación— Quiero ammm...
Marco y Jean me motivaban desde la barra, era cierto que quería tener hijos pero hace algunos años ese deseo se perdió y no tengo ni idea de como tratarlo.
—¿Conocerme?
—¡Eso mismo!— solté una risita— ¿Te molesta?
Mordí mis labios esperando su respuesta, su cara de un momento a otro formó una enorme sonrisa.
—Me llamo Arthur y...
Me aventé media hora escuchando todos sus gustos con atención, era un niño muy dulce pero nunca me dijo su apellido y eso era lo que quería saber.
—Y... ¿Tu papá? ¿Dónde está?
—¿Mi papá?— asentí sin detener mis caricias—Pues...
Alcé una ceja ante el tan repentino cambio de actitud, empezó a jugar con sus dedos, las miradas de Jean y Marco decían claramente ¡Date prisa mujer!
—¿Pasa algo con él?
—Puedo ocupar tu celular, mamá.
—¿Para qué lo quieres? ¿Te sabes su número o su nombre?
—Es un gran empresario— confesó con un brillo en sus ojos.
Ese "gran empresario" nos lleno a todos de pánico, porque no decía que ya teníamos la ubicación sino que decía claramente que todos tendríamos serios problemas.
—¡NO PUEDE SER!
Brinque del susto mirando a Marco, incluso Jean se sobresalto. Giro a verme, estaba pálido de la cara.
—¿Me permites un segundo?— asintió y le entregue mi celular— Para llamadas aquí, pa-
—Se usarlo, mami.
—O-Okey.
Carraspeé acercándome a Marco, ambos chicos estaban en shock, incluso Jean tuvo que jalar una silla porque no podía seguir de pie.
