Capitulo 11.

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Capitulo 11.

Sin despedirse.

Amelia Miller. 

El ambiente en la cocina era demasiado denso, mi hermano y yo estábamos a la expectativa de lo que nos quería decir mama. Yo ya me imaginaba lo que podía ser por lo que vi esta tarde no era muy difícil de deducir. Ellos estaban peleados.

—Bueno niños, primero que nada, quiero que sepan que su papa y yo los amamos mucho y lo que está pasando no va a cambiar nada. Esto es algo entre él y yo. —hizo una pequeña pausa y siguió — Debido a varias circunstancias que han pasado últimamente, su papa y yo hemos tomado la decisión de separarnos. No sabemos si es definitivo o temporal, pero es una decisión de ambos, por lo que decidimos que él no va a vivir con nosotros hasta que solucionemos todo. Y más adelante entre ambos les vamos a contar que ocurrió, pero por ahora tienen que saber que solo seremos nosotros tres.

Y ahí supe que todo se fue a la mierda, si era bastante obvio que se separarían y yo lo sabía, pero no quería aceptarlo. No quería aceptar no ver todos los días a papa, no verlo jugar despues de cada comida con Teo, no verlo reírse de mis intentos de retratos de personas. Solo quería que este en las noches donde tenía pesadillas y me abrace como cuando era una niña. Quería que Mateo experimentara lo poco que yo pude con ellos juntos. Pero no eso no iba a pasar.

¿Por qué no podemos tener un descanso de todo esto? ¿Por qué no puedo yo tener un descanso de tanto sufrimiento? ¿Qué mierdas estoy haciendo mal?

Mama seguía hablando, pero es como si mi cabeza la hubiese silenciado y su voz sonaba lejana, veía a Mateo intentar no derramar esas pequeñas lagrimas acumuladas en sus ojos oscuros, y eso hace que pierda mi batalla interna de intentar se fuerte por él.

Espesas lagrimas ruedan por mis mejillas a la par de todo lo que vivimos como familia, todo lo que pase con papa, cada momento que él estaba presente, cada momento lindo y cada momento malo.

—Papi, quiero más helado — le reclame al quitarme el bote helado de chocolate que tenía escondido en mi cuarto

—No princesa, ya es suficiente por hoy.

—¡Pero yo quiero más!

—Mañana puedes comer todo el helado que quieras, pero hoy ya no.

Me encogí de hombros y salí de ahí. Fui al baño a lavarme la cara llena de chocolate y volví a mi cuarto a esperar a que volviera. A los pocos minutos papa volvió y nos lanzó a mi pequeña cama, me dijo que ponga la película que quiera, así que puse una de Barbie. A los minutos ya se había dormido.

Bien como planee.

Intente salir de la cama lo más sigilosamente posible para no despertarlo y seguir con mi super misión secreta. Ir al rescate de mi helado de chocolate. Sali de puntillas de la habitación y corrí a toda velocidad a la cocina. Entre y abrí donde se encontraba el prisionero. Y lo vi ahí en lo más alto, exclamando ser devorado por mí.

—Ya voy por ti helado. — le dije 

No sé cómo, pero pude alcanzarlo y sin caerme. Me senté en el piso y seguí con lo que estaba haciendo hace rato antes de que papa viniera a mi habitación. El helado estaba delicioso, ya estaba por terminarlo cuando veo unos pies al frente mío. Oh oh.

—¿Estas comiendo helado?

—Nono, estoy... estoy

—¿Y sin mí? — me interrumpió

Estaba confundida. ¿Acaso él quería que le invitara de mi helado?

—¿Eh?

Y sin otra cosa que decir se sentó a mi lado, me robo mi cuchara y empezó a comer, me quedé mirándolo unos segundos hasta que vi que se iba a acabar mi helado. Así se nos fue esa tarde comiendo mi helado de chocolate y viendo películas, claro esta vez no me dejo escoger y puso una de sus favoritas.

Caducamos En MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora