Parte cinco

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"Bien, tengo unas reglas para ti si quieres pasar desapercibido en este lugar." Dije apenas entré a casa con Kaiser tras mis talones. Le había arrastrado conmigo y en ningún momento le había soltado la mano, el miedo seguía recorriendo mi cuerpo incluso estando ya en casa.

"¿D-desabrido?" Confundido, formó una mueca en su rostro.

"Desapercibido, Kaiser." Me reí, haciendo que Kaiser frunza sus cejas. "Que nadie note tu presencia."

"Oh... ¿D-dijiste reglas?" Dice, con el rostro lleno de confusión.

"Son fáciles... de hecho es una."

"¿Y cuál es?"

"... No actúes como animal en las calles." Sonrío en su dirección, creyendo que sería fácil.

"¿Q-qué?... ¡Yo no soy un animal!" Suelta, cruzando sus brazos y cambiando su cara.

"Oh, ¿Entonces que eres?" Ruedo mis ojos.

"Y-Yo soy... un lobo, escucha." me dice para después imitar el aullido de un lobo y mirarme lleno de orgullo, se veía muy contento.

"Los lobos son animales, Kaiser..." Su única respuesta fue sacarme la lengua.

Señor ¿Cómo es posible que esta cosa sea tan malditamente tierna? Me quedo perpleja al notar que su lengua tiene pequeñas manchas moradas, no puedo creer que no lo haya notado antes. Ahora todo estaba más claro.

¡es un maldito híbrido!

"Tú, eres la cosa más linda que he visto en mi corta y patética vida." Suelto, sintiéndome ridícula.

"¡Uh!" Chilla él, cubriendo su rostro con sus manos cuando comenzó a ruborizarse.

Lo que quedaba del día se pasa volando cuando invito a Kaiser a ver una película en mi laptop, él no entendió casi nada y se la pasó preguntando así que lo que menos hice, fue ver la película, pero fue un momento agradable.

Viendo que el sol comenzaba a ocultarse, reviso la hora y decido que es hora de cenar. Le ordeno a Kaiser quedarse en el sofá viendo televisión mientras yo preparaba todo y, siendo honesta, no sabía que cocinar, tenía 17 años y lo único que sabía preparar bien era la pasta, pero ahora que estoy con Kaiser todo era más difícil. ¿Qué se suponía que le diera de comer?

Saco lo necesario para hacer lo que, según yo, era una buena cena y cuando estoy lista para prepararla, un gruñido seguido de rápidas y fuertes pisadas me alerta.

"¿Kaiser?" Digo apenas entro a la sala de estar, pero él no estaba. Escuchando un abrupto ruido en la parte de arriba, subo corriendo, encontrándome a Kaiser quien estaba en el suelo acurrucado contra su pecho mientras lloraba. Rápidamente la preocupación y nerviosismo se apodera de mi cuerpo, me acerco corriendo y me arrodillo a su lado. Kaiser estaba temblando levemente y sus manos estaban tomando firmemente su estómago. Toco su frente notando que tenía una fiebre muy alta, me atrevía a decir que estaba ardiendo.

Entro corriendo al baño mientras abro el grifo de la bañera y pongo el agua lo más fría posible. Voy nuevamente hacia Kaiser y pongo mis manos en sus hombros pero entonces, mis manos queman, siento como el dolor aparece y noto como mis manos comenzaban a ponerse rojas. No puedo evitar soltar un grito de dolor.

"¡Mierda!" Chillo por el dolor. Necesitaba llevar a Kaiser a la bañera, su cuerpo estaba ardiendo, aunque él no parecía notarlo.

Tomo una gran bocanada de aire y preparándome tanto física como mentalmente para lo que se avecinaba, procedo a poner mis manos en sus brazos para intentar llevarlo a la bañera. Sentía como mi cuerpo comenzaba a arder, pero me obligo a mí misma a no gritar y cuando logro ponerlo de pie, rodeo su cintura con mis brazos poniéndome bajo su cuerpo y quemando toda mi espalda al hacerlo.

Kaiser; Mi Mejor Amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora