Un nuevo día comenzaba en la pequeña ciudad y mi cuerpo no estaba listo para aquello.
Seguía en la cama mientras miraba el cielo de la habitación, realmente no quería salir a las frías calles pero debía hacerlo, estaba a nada de graduarme y sería ridículo tirar todo por la borda.
Señor dame fuerzas.
Miro a mi lado comprobando que Kaiser se encontraba dormido a mi lado. Estaba durmiendo boca abajo en una extraña pose, su rostro daba directamente hacía mi mientras que una de sus manos rodeaba mi cintura con firmeza, se veía cómodo y tierno. Extrañamente no se sentía para nada incomodo tenerlo así junto a mi, el sentimiento de haberlo conocido durante toda mi vida se hacía presente cada vez que Kaiser tocaba mi cuerpo.
Soltando un largo suspiro, decido que ya es hora de enfrentarme al frío suelo de la habitación, sino, no llegaría a tiempo a clases... De tan solo pensarlo me ponía ansiosa.
Bajando las escaleras con una toalla en la cabeza y ropa limpia, entro en la pequeña cocina para preparar un té y unos huevos. Si Kaiser no estuviera aquí, lo más probable es que nisiquiera hubiera tomado desayuno y simplemente me hubiese ido a la escuela. Pero ya no era algo que podía permitirme, su sola presencia hacía que me preocupase tanto de él como de mi.
Sentandome en la mesa que se encontraba en la misma cocina, empiezo a comer para segundos más tarde escuchar un chillido desde la segunda planta.
"M-mack" Había chillado Kaiser, debió haberse asustado al no verme a su lado.
Rápidamente le grito de vuelta para luego tenerlo frente a frente, su rostro somnoliento que denotaba temor, había cambiado una vez conectamos miradas. Ahora un feliz Kaiser sonreía en mi dirección y tomaba asiento a mi lado.
"B-buenos días, M-mack"
Mirando los minutos pasar, le entrego el desayuno que había guardado para él y procedo a tomar mi sucia mochila que una vez fue blanca.
"Ya debo irme, Kaiser" Me mira confundido y una vez nota la mochila en uno de mis hombros, me mira apenado.
"¿A d-donde vas? No q-quiero estar s-solo" Mi corazón estaba a punto de estallar, jamás le había visto tan triste desde que lo encontré en mi puerta.
Supongo que así es como debió sentirse cada vez que me iba y le dejaba sólo en casa.
"¿Recuerdas nuestra conversación de ayer?" Continuo sin responder su pregunta. Él una vez mas se ve confundido.
"... No lo creo"
Suspirando y viendo como el tiempo avanza, me apresuro a hablar.
"No le abras la puerta a absolutamente nadie, yo tengo mis llaves así que no golpeare. Termino a las 15:00 en punto así que vendré tan pronto como pueda, lo prometo"
"Tan pronto como puedas, lo prometes" Asiente mientras sus ojos se posaban en el reloj colgado en la pared.
Salgo de casa sintiendo como se me congelaba el culo, podrían pasar años y aún así nunca me acostumbraría a las horribles y frias mañanas de esta ciudad.
[...]
Ya había completado la jornada, solo quedaba guardar mis cosas y marcharme de una buena vez.
Había salido del aula con todas mis cosas en la mano pues, al ver como todos salían de prisa del lugar, había sentido que debía hacer lo mismo. Gran error.
Maldigo al cielo cuando después de caerse mi cuaderno, le había seguido mi libro, mi estuche y así. No entendía a quien había lastimado tanto en mi vida pasada para que sucediera esto. Agachandome para recoger todo, con las mejillas rojas a mas no poder, unas botas desgastadas aparecen ante mi, recogiendo alguna de mis cosas. Una vez me incorporo, levanto la vista viendo a un chico delgadisimo.
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Kaiser; Mi Mejor Amigo.
Manusia SerigalaDicen que el mejor amigo del hombre es el perro, pero aquella cosa gigante no podía ser mi perro. ¡No, Señor! °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°° Una historia sobre una chica y su linda mascota que no es lo que parece ser. Se prohibe el plagio...