Después de llorar un tiempo razonable, me levanté de la cama y me dirigí al baño. Al mirarme al espejo me quedé perpleja, tenía el pelo completamente enmarañado, ya no se apreciaban los rizos suaves y gordos que ayer adornaban mis hombros. Mi vestido rosa palo estaba lleno de polvo y manchas de rímel, que supongo habrán caído al llorar como una posesa. Mi cara era un cuadro, literalmente, tenía todo el rímel corrido, parecía una cascada negra que caía desde mis ojos, el pintalabios rosa había desaparecido de mis finos labios y no parecía quedar rastro del maquillaje que me hice ayer.
Poco a poco me retiré el apretado vestido, no sé cómo hice para dormir con él siendo tan incómodo, lo deje a un lado y me metí en la ducha. Nada más entrar pegué un salto, el agua estaba congelada, giré la manilla hasta ponerla a una temperatura bastante caliente y cuando el vapor comenzaba a llenar la estancia, me volví a meter. Deje que el agua hirviendo me relajara los músculos y me permitiera olvidar mientras me enjabonaba mi largo pelo, nunca me había gustado, era rubio y lacio, normal, demasiado para mi gusto, siempre me lo recogía en un minucioso moño para que nadie se fijara en él. Eric siempre me dijo que mi pelo era precioso y detestaba que me hiciera moños, aun así me era difícil de creer, yo siempre quise ser morena, con largos rizos, esos que son súper difíciles de peinar. Por eso siempre que llevaba el pelo suelto me lo rizaba, para tener algo más o menos parecido a lo que siempre quise. Alcance el albornoz púrpura que colgaba al final de la ducha y me lo puse, me escurrí el pelo y salí de la ducha. Me dirigí al lavabo y comencé a desmaquillarme, cuando terminé, lo coloque todo de vuelta en los cajones y me puse un pijama para estar por casa, no tenía ganas de hablar ni de salir con nadie, quizá ver una película con palomitas era la mejor opción, al fin y al cabo son las doce de la mañana y no estoy con fuerzas para anular una boda.
Abrí los ojos pesadamente, ya que escuchaba unas llaves abriendo la puerta de mi casa, ¿Que hora era? alcance mi móvil, las cinco y treinta y siete, salté del sillón todavía adormilada mirando hacia la puerta que continuaba cerrada. Una última vuelta de llave confirmó que la puerta estaba abierta y por un momento me pareció ver a Eric, me frote los ojos con las palmas de las manos y me lleve una sorpresa.
-¡Patricia!-me saludó Alicia, mi prima valenciana con quien mi novio me engañaba.-He venido a Madrid el finde, para verte y hacer planes juntas, ¿No es genial?
-Hola,-respondí secamente-¿Cómo has entrado?
-Me diste las llaves de tu piso hace años corazón, ¡si hasta tengo una habitación aquí!- se acercó a mí y me abrazó, más bien me apretó contra su cuerpo.-Cuánto te he echado de menos primita.
-Sí, claro.-respondí mientras se alejaba al cuarto de invitados que en efecto le pertenecía.
La observe mientras andaba, llevaba unos pitillos negros que le hacían unas piernas de escándalo, largas y delgadas, una blusa de botones con escote en corazón de color rojo que acentuaba sus prominentes pechos y unas botas de tacón que sonaban por toda la casa causándome migraña. La seguí hasta la habitación y la observé desde el marco de la puerta mientras vaciaba su bolso Louis Vuitton de ropa, se movía por la habitación doblando camisas, pantalones y llevándolas al armario. La vida de mi prima era la que siempre había anhelado, no solo era atractiva y tenía un cuerpo armonioso, también sabía caer bien, era la típica chica que cae bien a todas las chicas y le gusta a todos los chicos. Cuando salíamos de fiesta a los dieciséis ella siempre recibía las miradas, yo solo era la prima pequeña de Alicia Rodríguez, ni guapa ni fea, solo su prima. Donde estuviera ella, yo no tendría oportunidad, por eso retrasé bastante que conociera a Eric, mi primer novio serio, quien no había oído hablar de Alicia. Cuando se conocieron, Eric no le prestó mucha atención y eso me hizo sentir mucho mejor. Al llegar al coche le pregunté sobre mi prima, que le había parecido, él respondió que era muy divertida y guapa, luego se giró y me besó con tanta pasión que no pensé que nunca otra chica le haría sentir lo mismo que yo le hacía sentir, ni siquiera mi prima.
-Patricia, ¿Me oyes?
-No, estaba pensando.- contesté todo lo borde que pude.
-Te decía que no podemos malgastar una noche de sábado- respondió emocionada.- Estoy deseando conocer a madrileños y madrileñas con quienes acostarme, ya sabes, necesidades, ¿Conoces algún sitio guay por aquí? Pero ni caro ni pijo, quiero un bar en el peor barrio de Madrid, no quiero salir en las noticias borracha mañana.
-Sí, bueno, podemos ir por Malasaña, tiene bares muy guays y gente de todo tipo, suele ser una calle concurrida, estaremos a salvo ahí.- enseguida me arrepentí de estar tratándola tan bien, tenía en mi habitación de invitados a la mujer con quien mi novio se acostaba, quien se había cargado mi relación, no tenia que salir de fiesta con ella ni mucho menos dejarla dormir en mi casa, ¿¡Que me pasaba!? Por dios, tenía que deshacerme de ella como fuese.-Salimos de aquí a las ocho, es un rato largo andando.
-Ponte guapa primita, ¡voy a arrasar!
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Heyyy, ¡tercera actualización del día! Pienso subir otro capitulo más hoy (me siento muy inspirada jeje) así que espero que estéis disfrutando lo poco que he escrito,
all the love, P. <3
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¿Cómo te pido que te enamores?
Romance-Perdona,-dije alejándome unos pasos.-no me gustan las mujeres. -¿Qué?-respondió ella sorprendida, obviamente después de una noche coqueteando no se esperaba una negativa, pero no tardó en reírse.-A todo el mundo le gustan las mujeres. Se volvió a a...