Capitulo 15

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Narra Cordelia

Después de ser regañada por mi hijastro, cosa que admito que fue demasiado extraña ya que ahora aparentaba unos escasos 7 años, aunque tenía una lengua muy afilada.

Salí junto a mis tres hijos a recoger frutos silvestres, según lo poco que recuerdo, detrás de la mansión había un pequeño bosquecillo, en el que varios árboles frutales habían madurado, ya que había sido cultivados con ''magia'' para que siempre den frutos.

Caminamos en completo silencio a través del sendero; Christa y Subaru eran los que estaban al frente, detrás de ella estaban mis hijos que se daban pequeños empujones a modo de juego y finalmente yo.

Cuando al fin llegamos a la entrada del bosquecillo nos separamos, Christa y su hijo se fueron, por un lado; mientras que mis hijos y yo por otro.

-En 20 minutos, encontrémonos aquí, para regresar todos juntos, - me dijo Christa y yo asentí.

Me di la vuelta para ir detrás de mis hijos, pero ellos ya se habían ido, y se encontraban ya en lo profundo del bosque, mezclándose entre los árboles; corrí para poder alcanzarlos.

-¡Laito! ¡Ayato! ¡Devuélvanme a Teddy!- oí la voz de Kanato, peleando con sus hermanos.

-Devuélvanselo,- les ordené, sin alzar las voz, en cuanto los encontré, Laito lanzo el muñeco a Ayato y se escondió entre unos arbustos, mientras reía suavemente y con algo de malicia.

-¿Por qué debería hacerlo?- me pregunto desafiante Ayato, mientras lanzaba el muñeco lejos de Kanato, y este iba tras él.

-Porque es de tu hermano y no se lo pediste- le dije indiferente al tono que había usado conmigo.

-¿y qué?- me respondió Ayato.

-Que es malo si quieres te puedo comprar algo solo para ti y también para Laito,- sugerí.

-Yo quiero ir a un parque de diversiones o al cine; nunca he ido a alguno de ellos,- dijo emocionado Laito y Kanato sonrió de acuerdo.

- Buena idea ¿Y tú Ayato?- pregunte tratando de aliviar las cosas.

-Usted es irremediable- murmuro Ayato, mientras se internaba todavía más bosque.

-¿Teddy puede tener un nuevo amigo o amiga? – pregunto Kanato señalando su muñeco.

-Teddy puede tener todos los amigos que tú quieras- le respondí con una sonrisa.

Después de una rápida caminata, al fin alcance a Ayato y a la vez llegamos a la arboleada y como mi memoria no falla, en las raíces del manzano, seguían ocultas algunas cestas, tome cuatro, y las repartí entre mis hijos y yo.

Kanato fue a recoger fresas; Laito, moras y cualquier fruto que crezca en arbustos; mientras que Ayato y yo recogimos frutos de árboles.

Mientras recogía frutos con Ayato, intentaba poner algún tema de conversación, pero el solo se hacía a un lado y yo lo seguía; seguimos así hasta alejarnos de mis otros dos hijos.

Después de un rápido análisis, decidí darle un poco de espacio y tiempo; ya que lo estaba presionando demasiado; pero justo cuando estaba por alejarme el sonido de algo golpeándose contra el piso, seguido de algunos quejidos, llamó mi atención.

Giré rápidamente la cabeza y vi que Ayato estaba tirado en el piso, aun con la canasta en manos, corrí a verlo y saber que tan mal estaba. Con cuidado le ayude a sentarse; aunque soltaba gruñidos y quejas de dolor; hasta que su pequeña espalda quedo arrimada al gran troco del árbol.

-¿Qué te duele?- le pregunte, mientras lo analizaba con la mirada.

Ayato llevo inmediatamente sus dos manos a su tobillo izquierdo, mientras decía,- estaba escalando el árbol para alcanzar las manzanas, pero mientras subía, me resbalé y caí.

-No te preocupes, yo tengo la solución,- dije mientras buscaba con la mirada algunas hierbas medicinales, para la inflamación de su tobillo y mitigarían el dolor.- Espérame un momento, ya regreso, mientras tanto trata de sacarte la media y el zapato con sumo cuidado, pero solo si puedes- dije en cuanto encontré las plantas que necesitaba.

En cuanto las recogí, volví con Ayato, mientras mesclaba en mis manos las plantas, hasta crear una mezcla homogénea de un extraño color verde, me arrodille frente a él, y tome con cuidado su pierna lastimada y comencé a aplicar la mezcla.

-Me duele- se quejó mi hijo, mientras hacia una mueca.

-Ya casi termino- le dije mientras arrancaba una tira de mi vestido, para poder utilizarla como venda.

-¡Listo! ¡Termine!... si quieres te puedes volver a poner el zapato o si quieres descansa por un momento mientras tanto yo iré a ver si están bien tus hermanos- le dije mientras limpiaba mis manos.

-¿Me va a dejar solo?... que mala madre es usted- me reclamo Ayato con resentimiento.

-Te llevaría conmigo pero tú no puedes caminar por el momento yo te cargaría pero supongo que tu no quieres ¿o sí?-le dije algo burlona

-Ashh yo la espero- murmuro enfurruñado.

Me reí por lo bajo mientras me iba a buscar a Laito y Kanato; después de una corta caminata los encontré, ellos, mucho más cuidadosos que Ayato, estaban recogiendo los frutos que se habían caído, pero solo seleccionaban los mejores.

-Niños,- dije para llamar su atención.

-¿Qué sucede?- me pregunto Kanato.

-Nada, solo quería ver como estaban, y para decirles que ya mismo nos iremos, así que deben estar listos para ese entones, ellos asintieron y siguieron recogiendo frutos.

Ninguno de mis hijos confiaba plenamente en mí, aunque de alguna u otra manera podíamos relacionarnos; Ayato casi no cooperaba, pero solo era cuestión de tiempo para arreglar ese detalle; sin embargo, yo tenía más suerte que Christa y Beatrix.

Regrese con Ayato que ya se había puesto nuevamente el zapato y parecía encontrarse mejor.

-¿Ya no te duele tanto?- le pregunte y solo asintió mientras murmura un débil ''GRACIAS''

-Qué lindo eres- le dije mientras acariciaba con suavidad su cabeza y de paso ordenaba sus rebeldes cabellos, por el momento no me atrevía hacer más.

-No haga eso, ya no soy un niño- se quejó Ayato.

Solté una fuerte risa mientras decía,- en realidad si eres un niño-

Ayato recordó su actual estado y solo hizo una mueca.

-Entonces, si ya puedes caminar, es hora de irnos,- dije mientras tomaba mi canasta de frutas.

Ayato cojeo un poco un poco al principio, pero después de unos pocos pasos volvió a caminar correctamente, aunque hacia unas cuantas muecas de dolor.

Cuando finalmente estuve con todos mis hijos, regresamos para encontrarnos con Christa.

Habíamos llegado a la cocina y preparamos con suma rapidez el almuerzo; que paso con suma rapidez, por lo que decidimos pasar la tarde juntos.

Fuimos a la sala, encendimos la única televisión que había en todo el lugar y ordenamos una gran cantidad de comida, eso definitivamente le dolerá al bolsillo de Karl, aunque nadie pudo probar más de un solo bocado de helado, ya que Reiji prácticamente se lo robo y no compartió, aunque nadie se quejó, de una u otra manera querían ayudarlo a relajarse, todos sabíamos que él era el que tenía mayor problemas con su madre.

Cuando ya nos aburrimos Shu nos dijo que quería tocar el violín y todos estuvimos de acuerdo; eso al parecer motivo a Laito, que dijo que él quería tocar el piano.

Fuimos a una de las salas de música más grandes de la mansión y entramos; entre los dos se pusieron de acuerdo y tocaron piezas simplemente maravillosas.

Poco a poco paso más de una hora, en el que los oímos tocar, pero poco a poco los niños comenzaron a tener sueño, al principio solo fue Ayato, pero le paso el sueño a Subaru que estaba a su lado y así sucesivamente, hasta el punto de que hasta Reiji se cansó y le dio sueño.

Beatrix se levantó y dijo,- Creo que ya es hora de dormir,- todas estuvimos de acuerdo.

Shu y Laito dejaron de tocar; Beatrix movió ligeramente a Reiji que ya estaba más dormido que despierto hasta que se despertó y se fue de mala gana con su madre; Christa cargo a Subaru con cuidado de no despertarlo y yo me fui con mis tres hijos a mi cuarto

Si pudieramos arreglar las cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora