La luna desde hacía mucho que bañaba las calles con su tenue luz, la sangre y la podredumbre hacia de la deslumbrante ciudad de Caiyi una vista infernal que le recordaba a los más experimentados los tiempos pasados de guerra. Edificios dañados, sangre por doquier y cadáveres que eran tanto humanos como demoníacos. Pero, mientras la oscuridad iba dificultando las cosas para los inexpertos juniors que aún no dominaban el arte de la lucha con la espada, los adultos intentaban luchar codo a codo para defender a los suyos y los otros. Aunque había quienes parecían más encaprichados por cazar entes poderosos o grandes presas y pavonearse al respecto, que ir a socorrer a los debilitados juniors que intentaban mantenerse dentro de sus propias formaciones protectoras.
Para esos pequeños, las largas horas de la noche no acababan nunca. Era como si el sol no quisiera salir en el horizonte, como si hubiera caído para jamás volver, pero en un sentido totalmente distinto a la expresión usualmente utilizada para referirse al destruido clan Wen de Qishan.
Era como si el tiempo hubiera dejado de existir, dejando paso a un estrepitoso desastre que iba de forma creciente a medida que se agotaban sus fuerzas y se potenciaban sus enemigos. Mucho incluso llegaron a pensar que era su final, lo cual llevo a varios discípulos a redactar cartas de despedida que iban resguardando con talismanes para que fueran encontradas por sus mayores cuando llegaran a su rescate, si es que alguien llegaba.
Pero, gracias a la ardua labor de sus mayores y de las otras sectas que habían concurrido al auxilio de Gusu Lan, casi al final del choushi¹ la ciudad Caiyi pudo salir del estado de emergencia y los juniors fueron escoltados a la seguridad de los Recesos de las Nubes. Más de uno escondió las vergonzosas cartas en sus mangas, deseando que nadie reparara en su existencia. Así como también sentían el alivio de saber que esas cartas no llegarían a manos de sus seres queridos, porque serian ellos mismos quienes estuvieran al alcance de sus manos.
Los heridos fueron rápidamente atendidos, mientras que los ciudadanos de Caiyi que aun conservaban sus residencias intactas volvieron a sus casas, los otros tomaron refugio momentáneo en la Secta Lan, sintiéndose en paz al saber que Gusu Lan se haría cargo de las reparaciones de las viviendas de cada damnificado. Aunque hay algunas cosas que tenían mayor valor sentimental que monetario, las cuales no podrían ser arregladas con dinero, para ello Gusu Lan propuso asistir no solo monetariamente sino aportando a sus discípulos para ayudar en la reconstrucción de los hogares y tiendas, como también el aporte de materiales de estudio para aquellos profesores que debían de enseñarle a sus alumnos y hubiesen perdido sus textos. Tal y como lo habían hecho hace más de trece años, cuando los demonios arrasaron con los Recesos de las Nubes y las ciudades aledañas bajo el mando de, quienes aún ellos creen que fue, el Patriarca de Yiling.
Sin duda alguna, Gusu Lan era el perfecto ejemplo de una secta involucrada en el bienestar general de los ciudadanos bajo su protección. La gente de Caiyi no podía dejar de sentirse afortunada por vivir bajo la jurisdicción de una secta fundada por un monje con el corazón benevolente de un hombre enamorado con cada fibra de su ser hasta el punto de valorar la vida y el sentimiento de formas que hasta el mínimo recuerdo de su difunta esposa cargaba un precio emocional que ni tres vidas de ostentación podrían igualar un tercio de su valor.
Sin embargo, la situación de calma y esperanza de Caiyi era muy distinta a la que se vivía en los Recesos de las Nubes. Puertas adentro, en el gran salón donde se celebraban importantes reuniones, había docenas de cultivadores gritándose unos a otros; Era un constante parloteo bañado por una sensación de pánico e incertidumbre generalizada que solo asentaba el dolor de cabeza que Lan Qiren llevaba encubando, como un ave a su huevo, durante todo el día.
El Gran Maestro Lan Qiren, junto su sobrino Lan Wangji que observaba a los presentes desde el lugar del líder de la secta, solo podían fruncir ligeramente el ceño ante las palabras de los líderes y seniors presentes. Todos discutían sin importarles el orden y la etiqueta básica, queriendo ser escuchados hasta en la más absurda o minúscula cosa.
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El Amor Inmortal de Hanguang-jun
FanficHace mucho tiempo, cuando Lan Wangji era solo un niño, conoció a su alma gemela sin saberlo: El patriarca de Yiling, un inmortal infame que utilizaba artes demoníacas y convivía con ejército de muertos vivientes en los túmulos funerarios. ///READ ME...