Episodio 7.5: Lindos botones

648 48 25
                                    

Molesto.

Era una palabra muy pequeña para describir lo que sentía en ese momento.

No sólo a su novia se le había ocurrido acompañarlos a su misión involucrando a su hermana menor y escapando de su hogar. Sino que también había robado el uniforme y espadas nichirinto de otros cazadores.

¿Acaso la menor siempre actuaba sin pensar en las consecuencias de sus actos?

Oh, pero la cosa no terminaba allí. Su enojo también era a causa de que había venido con el busto al descubierto, si solo hubiera estado él, quizás estaría tranquilo. No obstante, su amigo rubio terminó ganándose con la escena, lo cual provocó que le diese una reprimenda por quedarse embobado con el pecho de su pareja.

Era celoso y quizás mucho, lo admitía, sin embargo, que coquetearan a su chica comparado a que la vean sin nada, había una gran diferencia y obviamente le encanbronaba lo segundo, demasiado.

Por todo ello había terminado discutiendo con la chica jabalí, hasta que Agatsuma les detuvo avisando que no eran los únicos del lugar y lo mucho que llamaban la atención.

Kamado gruñó, "genial" otros viejos campesinos seguro se le quedaron prendidos a la joven viéndola.

Tras cambiar a una ruta menos transitada, ahora los del equipo Kamaboko buscaban un sitio donde pasar la noche y pensar en una solución para devolver a Inoko a su hogar sin poner en riesgo su misión urgente.

Pero antes de seguir el nuevo trayecto, había algo que el de cabellos burdeos quería solucionar.

-Zenitsu, espérame aquí- Cogió del brazo fuertemente a su prometida- Iré a vendar a Inoko.

-¡¿Ha?!- No le gustaba como la estaba sujetando- Pero yo no estoy herida, me siento bien ¡Sueltame, Tontaro!

-Entiendo- El rubio sabía qué exactamente iba a cubrir y preguntó sin mala intención- ¿Necesitas ayuda? No parece que lo vayas a tener fácil con la salvaje.

-NO- Respondió seco y cortante, sorprendiendo a ambos. El joven amable daba miedo cuando estaba enojado- Disculpa, no tardo, espera aquí.

Aún entre empujones, se adentró al bosque con Hashibira hasta llegar a un sitio tranquilo. La dejó un momento sentada en el suelo en tanto buscaba en sus bolsillos de su uniforme las vendas que solía cargar para emergencias.

-Inoko, quieta- Era una faena lograr ponerle la venda, fácil fue retirarle su haori pero lograr ponerle la cinta blanca, parecía imposible- ¡Inoko, por dios! ¡Solo es una venda!

-¡Pero esa cosa aprieta e incomoda a mi piel! No quiero- Lo intentaba apartar entre empujones- Estoy bien así ¿Qué les pasa a todos? Cuando ustedes no llevan nada arriba, no hago tanto lío.

-Inoko, eso es diferente- Suspiraba cansado- Nosotros somos hombres, tú una mujer, simplemente no puedes ir mostrando tu pecho a los demás, está mal y es inapropiado.

-¿Por qué? Ni que fuesen feos, osea sí molestan porque cuelgan pero, no se ven diferentes a los suyos- Intentando que comprenda su punto la chica llevo las manos del cazador a su busto- Mira, sólo tocalos y miralos de cerca Kentaro, verás que no hay mucha diferencia.

¿Acaso se daba cuenta de lo que estaba provocando? ¿Enserio le invitaba a tocar su pecho con total libertad? ¿A él? ¿Su novio y futuro esposo?

-Inoko, esto no está bien ¿Enserio no te molesta si yo...?- Se le pasó por la cabeza entonces- Momento ¿Has dejado que otros chicos te toquen aquí?

-¿Eres bobo? Tanjiro es al único que soporto- Era cierto, solo toleraba el tacto del mayor- Las normas humanas no tienen sentido, solo es piel colgando. Ya te dije que puedes ¿Tengo que repetírtelo acaso?

Tragó saliva, su rostro estaba muy acalorado y su nariz quería sangrar. Aceptó la invitación y con cada mano palmó los senos de su novia.

Había imaginado ese momento antes, pero la realidad superaba sus expectativas.

Eran tan suaves y más blandos de lo que se esperaba, tan agradables al tacto y aquellos botones grandes y rosas que los adornaban, se veían tan tentadores.

Acarició cada uno, rozándolos con las yemas de sus dedos. Observó el rostro de la menor, estaba ruborizada, era fácil de notar teniendo en cuenta su pálido tono de piel.

-Ino-chan ¿Te incomoda?- Siguió frotando con sus dedos los pezones, habría jurado que se estaban irguiendo y endureciendo más tras cada toque.

-¿Ha? ¿Por qué lo haría?- Le estaba gustando aquello, aunque asumía que era porque cualquier gesto del cazador siempre le parecía agradable- Solo estás tocando un trozo más de carne ¿A qué no son geniales? Son más grandes que los tuyos, haha te gané Santaro.

-Tienes razón, son perfectos como cada parte de ti- Hundía por unos segundos su cabeza entre sus pechos, le daban tremendas ganas de besarlos pero decidió contenerse, no iba a aprovecharse de la inocencia de la otra en esos temas- Tan lindos, que no me gustaría que nadie más los vea así que será mejor cubrirlos de ahora en adelante ¿Vale?

Y rápido antes que pudiese reclamar y la situación se volviese peligrosa, le vendo con fuerza el busto por completo, para de ahí colocar encima su haori a cuadros de vuelta.

-¡Eso no es justo! ¡Hey!- Se quejaba la azabache dandole algunos golpes a su prometido- ¡¿Por qué debo llevar esta estúpida venda?! Tú mismo los tocaste y dijiste que te gustaban ¿Acaso no puedo presumirlos?

-Inoko, ese no es el punto- Era más fácil enseñarle a leer que a tener pudor o vergüenza- Solo quédate así en lo que te buscamos nueva ropa.

-¡No quiero más ropa!- No podía ni desatarse la venda porque estaba atada muy bien y en su espalda- Monjiro ¡Quítame esta cosa! ¡Te lo ordeno!

-¡Entiende que NO es NO!- Le gritaba llamándole la atención- Deja de reclamar y vamos con Zenitsu, que nos está esperando.

-Juum- Apretaba sus labios haciendo un puchero tras ser regañada, odiaba cuando su chico le alzaba la voz con esa expresión seria- Idiota...

Aún seguía enfadado con ella por haberlos seguido a su misión. Sí, se había olvidado de aquello y disfrutó poder tener acceso a esa zona erótica para él, pero solo por un momento.

Que sea un adolescente, no implicaba que no olvidase lo importante solo por un deseo pasajero, y en ese instante lo primordial era lograr que Hashibira volviese a su hogar en vez de arriesgar su vida en la batalla.

Igual... Ya habría otro momento donde pudiera disfrutar más ese tipo de experiencias, solo era cuestión de paciencia.

Adicto a su dulce y ácido aroma-R18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora