3. LOS PROBLEMAS DEL RODEO

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Edwin Collar, revisaba con atención el diario de contabilidad del Rodeo. Estaba sentado en el escritorio de la oficina con el ceño fruncido dando vueltas a las hojas y moviendo la cabeza negativamente. Frente a él, estaba Raelle, con los brazos cruzados sobre el pecho y mordiendo la uña de su dedo pulgar izquierdo. Lo observaba nerviosa, esperando su opinión. No se había sentido tan ansiosa desde que era niña y su padre le revisaba sus notas escolares. Después de varios minutos, el hombre dejó el diario sobre el escritorio y resopló frustrado; eso era evidentemente, una mala señal para ella.

—¿Y bien?, —preguntó la joven tímidamente.

—Está peor de lo que pensaba. El Rodeo está en números rojos, y eso explica la prisa por vender, el monto de la venta y el hecho de que Antelmo y Víctor hayan prácticamente desaparecido de la faz de la tierra.

Raelle, bajó la cabeza con vergüenza. —Confío en que puedo cambiar eso.

—Entiendo que te entusiasmó la idea, pero no será fácil levantar este lugar. Te advertí que no era lo que aparentaba. En la vida y en los negocios, te darás cuenta de que no se puede ir por ahí, confiando sólo en la buena voluntad de las personas.

—¿Qué me sugieres hacer?

—El lugar tiene problemas económicos. Pero antes de declarar una bancarrota, debemos de considerar los Activos que aún posee. Puedes invertir en ellos y tratar de rescatar el lugar. No será fácil, pero puedes intentarlo.

La chica suspiró. —No sé por dónde empezar.

—Te paciencia. Por lo pronto, el ganado y las exhibiciones pueden continuar. Yo te daré un plazo como acreedor. Trata de hablar con el resto de tus acreedores para que pidas un plazo mayor para pagar. Podrías aumentar las entradas para tu show, eso ayudaría. Y tal vez incluir otro espectáculo llamativo que no tengan. Algo novedoso que atraiga a más público. No sé, son sólo ideas.

—Gracias por tu asesoría, papá.

El hombre sonrío comprensivo y se acercó a Raelle tomándola de ambas manos.

—Mi pequeña, yo también comencé como tú; cometí errores, me equivoqué y aprendí de eso. Claro que tu abuelo no tenía tanta paciencia conmigo como yo contigo, pero eran otros tiempos.

—Entonces supongo que soy afortunada.

—No voy a intervenir más en esto. Es tu negocio, lo único que puedo hacer por ti es darte un plazo para pagar y sugerirte que trates de aprovechar los recursos para invertir antes de que tengas más pérdidas.

—Lo tomaré en cuenta, papá. Gracias.

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Scylla había acudido noche a noche al rodeo durante toda la semana, como una clienta más. Deambulaba por el lugar y se quedaba a ver el espectáculo musical de Raelle. Estaba fascinada con la hermosa rubia de rasgos finos, ojos azules y maravillosa voz. Definitivamente le gustaba esa mujer y el que también su show tuviera lleno total todas las noches, era bueno. Revisó el resto de los espectáculos y decidió que haría algunas modificaciones. Se había concentrado tanto en Raelle que siempre olvidaba buscar a Antelmo para hablar con él sobre la sesión de derechos del Rodeo. Le pareció bastante extraño no verlo por ahí, así que decidió preguntar por él a uno de los empleados que ayudaban en la monta de toros salvajes; era un chico muy joven que no pasaba de los 19 o 20 años.

—Hola, buenas noches. ¿Dónde puedo encontrar a Antelmo Pérez?

—Hace varios días que no viene por aquí.

—¿Y dónde puedo encontrar a Douglas Rondstand?

—En un hospital.

—¿Perdón?

RODEO COUNTRY (Raylla)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora