17. NO TIENTES A LA SUERTE

349 19 1
                                    

Scylla entró a la sala del rancho Collar, seguida por Edwin, Raelle y Willa.

—Papá, —se adelantó Raelle, parándose frente a su padre—, no quiero que te alteres, escúchanos primero, te explicaremos con calma lo que pasa.

—Tranquila, Rae. Sólo quiero hablar con ella a solas, para que me dé su versión de los hechos. Estaremos en la biblioteca.

Raelle miró a Scylla de manera aprensiva.

—¿Estarás bien?

La vaquera sonrió. —No le tengo miedo, si es lo que te preocupa.

Por respuesta, Raelle dio un paso al frente, tomó a Scylla del cuello y le dio un beso en plena boca. Willa y Edwin intercambiaron miradas.

—Acompáñame, Scylla. —Dijo Edwin una vez que las chicas se separaron y se miraron con intensisdad.

Scylla caminó hacia dónde Edwin le indicaba y entró a una habitación. Lo primero que percibió, fue varias estanterías de madera con libros de todos tamaños y grosores. No le gustaba leer, así que no se preocupó por pensar los temas que tendría el señor Collar en su colección. Caminó lentamente y observó una enorme fotografía justo en medio de una pared; en ella, vio a Raelle de alrededor de quince años, flanqueada a los costados por sus padres. Se veía tan tierna que Scylla no pudo evitar sonreír, pues en ocasiones, su rostro reflejaba ese semblante infantil, principalmente cuando reía.

Mientras la vaquera estaba sumida en sus pensamientos contemplando la fotografía, Edwin la observaba detenidamente. Analizó su aspecto desgarbado, su vestimenta sencilla, que consistía en una camisa a cuadros, jeans rotos y botas desgastadas, pero con unas vistosas espuelas de plata. Su sombrero estaba cubierto de arena de rodeo.

La chica giró lentamente la cabeza hacia Edwin al sentir que la observaba.

—Veo que eso te ha llamado la atención.

—Es una linda fotografía familiar.

—Toma asiento, por favor. ¿Quieres un whiskey?

—No, gracias.

Edwin se dirigió hasta un mini bar de fina madera tallada y tomó un vaso en el cual se sirvió un poco de Whisky. Le dio un trago y se aclaró la garganta. Scylla lo miró un momento, antes de sentarse en el sofá frente a la ventana.

—No debería beber alcohol.

—Poco veneno no mata. Sólo será un trago.

—Señor yo...

—... tranquila, muchacha. No voy a desperdiciar una oportunidad de vivir. Pocas veces nos detenemos a pensar cuánto tiempo perdemos en otras cosas sin sentido y no ponemos atención a nuestra salud.

—Debe cuidarse más.

—Lo sé. Este trago de Whisky me hará bien. Sé que lo que me vas a decir no me va a gustar nada.

—Antes de que diga algo más; quiero pedirle que lo tome con calma, hágalo por Raelle y por su esposa. Ellas lo necesitan. Y quiero aclararle que amo a su hija, yo la amo de verdad.

—Eso ya lo he escuchado antes. ¿Te contó Raelle la historia de su cicatriz?

—Sí, sé todo lo que pasó y de la novia que la engañó. Pero esa no es mi historia.

—Yo no podría estar tan seguro. Los antecedentes que tengo de ti, dejan mucho que desear.

—¿Mis antecedentes?

—Una vaquera sin educación ni futuro, que se gana la vida corriendo en rodeos y jugando poquer. Mi hija es la heredera de la dinastía ganadera Collar. Entiendo que eso te llame la atención.

RODEO COUNTRY (Raylla)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora