21. NASHVILLE RULES RODEO

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Una camioneta con el logotipo Collar Ranch, se adentraba en los terrenos familiares. Raelle estaba en su interior, sollozando pensativa, mientras que Gerit la veía de reojo. Al momento de estacionarse en la casa, la rubia descendió sin decir nada más y caminó con paso firme hacia el interior, llevando consigo unos documentos, los cuales sostenía con fuerza. Se había puesto el sombrero de Scylla; mientras que su anillo de bodas y el de ella, colaban de su cuello con una delgada cadena. La puerta de la biblioteca se abrió de golpe y Edwin levantó la mirada.

—Oh. Llegaste, —dijo el hombre y se paró para servirse un vaso de whiskey

—Aquí está lo que pediste. —Raelle arrojó los documentos sobre el escritorio. Edwin la miró y recogió las hojas revisando la firma.

—¿Le pareció bien la cantidad que le ofrecimos por su parte del Rodeo?

Raelle miraba a su padre fijamente. Llevó su mano al bolsillo trasero de sus jeans y sacó el sobre amarillo con el fajo de billetes, el cual también arrojó al escritorio.

—No quiso tu maldito dinero.

El empresario ganadero miró el sobre. —Así que Scylla es orgullosa.

—Sabes que es inocente.

—Ya lo hablamos, Raelle. Te engañaron y te lastimaron una vez y juré que no volverían a hacerlo.

—¡Scylla no tiene la culpa de lo que hizo su madre!

—¡Estuviste a punto de morir! No voy a arriesgarme a perderte por culpa de un capricho amoroso. Te dije que quería a esa muchacha lejos de ti y aceptaste las condiciones para retirarle los cargos.

—Porque la amo y prefiero perderla a verla en la cárcel. Podrás alejarla de mí, pero jamás lograrás que deje de amarla. Y lo haré toda mi vida.

—Ya veremos. Por lo pronto tienes cosas en las cuales ocupar todo tu tiempo y energía.

—No puedo creer que haya negociado mi felicidad contigo. Incluso yo misma soy un negocio para ti.

—Raelle, hija. Entiende...

La joven no quiso escuchar más. Dio media vuelta y salió de la biblioteca. Willa se acercó en ese momento al ver a su hija llorando.

—Oh, mi pequeña. Ven aquí. —Dijo extendiendo los brazos para abrazarla y reconfortarla.

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Byron miraba detenidamente su taza de café a medio terminar. A su lado, su amado novio Porter le acariciaba amorosamente sus manos. No había palabras que expresar en momentos como esos; sólo el silencio era suficiente.

—Me siento triste por mi hermana, ha sido todo tan difícil para ella. Mamá no merecía terminar así y que Scylla sufriera las consecuencias.

—Tú madre cometió un error, pero se arrepintió. Lo que haya pasado después, no estaba en sus manos.

—Mamá siempre nos hizo creer que papá nos había abandonado solamente por homofobia y porque se sentía avergonzado. Pero yo siempre supe que había algo más. No era una mala mujer, sólo que el vicio del alcohol dominó su voluntad. Papá no lo pudo soportar, él quería paz y felicidad y nunca la tuvo a su lado.

—Ya no te atormentes.

Scylla entró en ese momento a la cocina, aún adormilada. Había manejado hasta Dallas directamente a la que fuera su casa y le contó todo lo sucedido a su hermano. El cansancio y el peso de todo lo vivido en los últimos días la había vencido, haciendo que durmiera por varias horas. Abrió el refrigerador y tomó una cerveza, dándole un trago largo. Byron la miró.

RODEO COUNTRY (Raylla)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora