Después de sufrir una desviación de Qi, Luo Binghe termina perdiendo el control de su espada Xin Mo, lo que abre así una grieta en su propio mundo, el problema en medio de todo este caos es que su amado Shizun termina siendo tragado y desaparecido e...
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«El destino no existe, y si existe, ¡es algo que debería ser pisoteado bajo mis pies!»
— Luo Binghe.
»» ——⍟—— ««
Solo pasado en unos minutos desde que Wei WuXian estaba sentado en ese trono dorado extremadamente cómodo y, sin embargo, no había dejado de hablar en ningún momento.
—HuaHua, ¿no puedes pedir más tragos?¡Ya bebí todas esas botellas que me trajiste!
Exigió al guapo Supremo de cabello negro con una pequeña trenza que se destacaba al lado de la perla Roja. Sus ropas eran del color de la sangre, que hacían juego con sus brazaletes de plata tallados con mariposas.
Hua Cheng se mantuvo concentrado y ni siquiera se volteó para mirarlo.
— Estoy ocupado —dijo con frialdad, entregándole un montón de papeles al hombre que no se para taba de su lado en ningún momento
Su ayudante llevaba una máscara que cubría todo su rostro y hacía parecer un fantasma o un demonio.
Hua Cheng caminaba dentro de ese espacioso Palacio, las cadenas de sus botas negras crujían con cada paso que daba, parecía conversar en la matriz de comunicación, para luego mirar al cultivador que se podría aburrido.
— Quédate ahí — habló con indiferencia —Pronto esto terminará.
—¡Ah, pero eso me lo lo dices todo el tiempo! — se quejó Wei WuXian mantener las piernas cruzadas, tratando de encontrar la mejor posición para estar en ese lujoso asiento, que pertenecía a uno de los Emperadores Celestiales.
El Patriarca YiLing logró ingresar a la ciudad inmortal.
“Lan Zhan y los chicos ni siquiera me crecerían si les dijera dónde he estado.” Pensó con una sonrisa en su rostro, mientras miraba el espacioso salón donde se encontraban, las grandes columnas de mármol blanco que llegaban hasta el techo, como las estatuas de innumerables deidades esparcidas por todo el Palacio.
