Varias semanas después...
Residencia Unir, recamara de Bakari.
Bakari se despertó con el sonido de su alarma sonando incesantemente, se removió molesto en las sábanas rebusco con su palma su mesa de noche para poder apagar el despertador que no dejaba de sonar apuntando que ya eran las 08:30 de la mañana. Cuando su tacto encontró el dicho aparato infernal que no dejaba de hacer ruido que le recordaba que ya tenía que levantarse de la cama para empezar un nuevo día, y presiono demasiada fuerza el botón. Por unos instantes creyó que avisador se rompería en pedazos.
Deseaba un par minutos más de sueño, pero cuando recordó que tenía un día largo que atender como Ravyn, se incorporó, estirando poco a poco sus articulaciones en un impulso de activar los músculos de su cuerpo.
Observó su reflejo en el gran espejo de su recámara cortesía de Koishi, para que aceptara de una vez por toda su desfiguración. Según la explicación que él le brindo el día que se lo obsequio en su consultorio cuando le fue hacer una visita rápida médica que involucraba un corte profundo en el oblicuo izquierdo, cortesía de Mark el ex de Saori.
Los dos se habían enfrascado en una pelea en la que tanto Mark, como el resultaron heridos.
Pero el resultado de la confrontación beneficio más a Ravyn, que solo tuvo unas cuantas contusiones, y el corte.
Mark pues quedo con un brazo fracturado cortesía de él. Esbozo una sonrisa maliciosa ante el recuerdo. Pero entonces recordó el motivo real del espejo.
Su sonrisa cayó, era que aceptará su desfiguración formaba parte de él a lo mejor nadie podría cambiar eso ni siquiera con el mejor injerto se creará en laboratorio borraría dicha mancha que se observaba en el lado izquierdo que se hacía pasar por una quemadura por ácido. O lesión de guerra. Nada de eso, él nació con ese defecto. No obstante, estaba muy lejos de la realidad. La primera vez que se presentó en el laboratorio donde trabajaba su colega, los compañeros de trabajo de su amigo se mostraron anonadados por tener que presenciar un espectáculo tan raro de la naturaleza, y más viniendo de una raza estéticamente atractiva como los demonios Xalonde-Euroxiano. Pidieron que él posara como modelo de estudio, algo que no le agrado, pero lo hizo con la condición de qué le ayudasen. El primer día que fue a la oficina se percató que no era el único que poseía esa extraña mutación genética, había más como el hasta niño de distintas especies humanoides.
A diferencia de todos los que estaban allí que se veían espeluznantes con sus cicatrices, él se veía completamente ordinario. Incluso por primera vez en su jodida existencia se sintió atractivo.
Tal como suele describirlo Hefziba cuando habla de su hermano a sus amistades.
Al ver su expresión Koishi se sintió completamente orgulloso de su amigo al descubrir que no era el único que sufría ese trastorno. Se veía perfectamente bien, hasta la máscara que él utilizaba para cubrir su desfiguración agregaba un aura encanto oscuro a su apariencia que era imposible de ignorar. Ni siquiera para Saori en su momento cuando lo conoció cuando era una adolescente. Eso lo motivo a regalarle el espejo que ahora tenía en su recámara.
Por primera vez en su vida, le gusto lo que veía, y agradecía verse más o menos normal.
Alejo dicho pensamientos se ocupó de revisar su agenda personal del día de hoy como Ravyn.
Medio adormilado, se acercó a su escritorio encendió su teléfono celular reviso los mensajes en la pantalla de bloqueo. Lo primero que vio fue un mensaje de algo que realmente lo alegraba lo motivaba todos los días para despertar, y seguir luchando. Ella. Su Nabba. Saori le había escrito dándole los buenos días, y que tuviera un día maravilloso, que esperaba que hoy se pudieran ver.
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SEVEN
FantasySilver Mitrópoulos Depranon, exaltado héroe de guerra se ve forzado a huir al espacio tras ser acusado injustamente de un crimen que no cometió. Mientras se sumerge en su exilio cósmico, cortando lazos con la Tierra, su hermana Saori emprende una bú...