Parte III

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—¿Dietrich?

Alix Dietrich Zaaban se detuvo al oír la voz temerosa y con acento de la hermana de su maestro. Hefziba. Qué de inmediato se le cayó al suelo la llave inglesa con la que pretendía, utilizar para ajustar bien la batería de un Ferrari que había venido al taller para su revisión anual. Sus ojos ámbar se dilataron al ver que el joven no venía solo, sino acompañado de nada más, y, menos que su media hermana por parte materna.

Ella era una verdadera Ciros con su piel con una coloración que era entre un color naranja muy sutil con un caramelo intermedio muy similar a las personas que habitaban en los países caribeños con la diferencia, que este era más llamativo, un color de cabello negro al viento ondulado, con una mirada turquesa, vestía como toda una modelo. Era bastante más alta que una Euroxiana promedio. Ella esbozó una sonrisa petulante que despreciaba tan típica de su etnia.

Ella aclaró su garganta le susurró.

—¿Qué hace ella aquí? —a punto con la mirada a la joven.

Dietrich esbozo una sonrisa torcida.

—Quiso acompañarme, es su primera vez visitando el planeta azul—respondió sin importancia por la presencia del Ciro delante de su tía—. Más bien, ¿Qué haces tú en el taller? Yo te hacía en la iglesia practicando lo que dicen los humanos aquí en este planeta la marcha nupcial, ¿Y mi maestro?

Hefziba se quedó en silencio. Se debatía internamente si lo sentaba, le explicaba realmente lo que estaba sucediendo ahora mismo aquí. De seguro si su hermano no le comentó absolutamente nada, sus razones debían tener.

Simplemente, se limitó a decirle—Cancelamos el ensayo de la boda, por asuntos personales por parte de David, así que es muy probable que retomemos los ensayos la próxima semana.

Mintió.

¡Por todas las lunas de Eurox esperaba que le creyera! Deseaba que él no intentara indagar por su cuenta.

Lo que realmente sucedía en estos momentos, ni mucho menos que se enterara de qué su maestro.

Tenía como esposa a la mujer que rescató hace más de cinco años atrás. Una que él admiraba mucho, pero consideraba que le sentaría mejor casarse con un hombre de su propia especie cuando le llegara el momento de hacerlo. Por el molesto tabú de pertenecer a distintas galaxias, como especies completamente diferentes.

Hefziba no estaba segura de si esa relación funcionaria... O acabaría en un fracaso.

Más ahora que se sabía la verdad de su real identidad, no solo eso sino el verdadero propósito por el cual él se quedó en el planeta tierra fue para estar cerca de esa terrícola. Una que solamente le ha causado problemas desde el primer momento, en que entro a la vida de su hermano.

De pronto sintió la mirada de Aridai fija en su rostro. Fue hacia ella con cautela y la miró directamente a los ojos, sobresaltándola ante este gesto tan característico de ella.

Eso la puso nerviosa enseguida, discretamente retrocedió un paso para indicarle que necesitaba espacio. Con su gesto levantó todas las alarmas en el Ciro, que contiguamente le susurró algo a Dietrich en su etnia Phojdi que únicamente ellos comprendían, notó que el semblante del rubio se tensó.

Intuyo que se trataba de algo importante porque Dietrich la confrontó le pregunto en inglés lo siguiente, que la dejo anonadada.

—¿Mi maestro tiene una fémina? ¿ Es la humana esa? Saori, la  maestra de colegio —la confrontó, impresionándola una vez más. Se le formó un nudo en la garganta que le impedía responder a la pregunta, que le hicieron lo que disgusto más a Dietrich—. No lo volveré a repetir Hef, responde ¿Es cierto lo que vio mi hermana, en tus pensamientos? No me intentes confundir ella comentó que vio que Saori aceptó en el sepelio del Togo ella acepto enfrente de un grupo de terrícolas que es la esposa de mi maestro Bakari, de ser así. Ella no tiene idea... ¿En lo que se está metiendo? En verdad esa joven no piensa.

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