SEVEN

Parte VI

—La ceremonia ya va a empezar...—se dijo para sí mismo Silver mientras se sentaba a lado de la misma Harishka, quien acurrucaba suavemente al hijo de ambos, quien comía un rollito de pie de calabaza.

Harishka se quedó en silencio ante la declaración de Silver. Qué no se equivocó en lo absoluto porque en ese preciso instante entraban el alcalde del estado de Georgia; André Dickens con el arzobispo Gabriel Salvatore Smith, tío de Bianca, según escucho por los labios de Candy, y Aristotelo, que se colocó a lado del alcalde.

André se paró frente el podio y delante de todos los presentes con una expresión bastante compasiva. Como si entendiera la seriedad del acto que estaba a punto de empezar, comenzó con unas palabras bastante significativas para ella, cuando exclamo que como todos los presentes él tuvo alguien que perder por culpa de la familia Baek quien causó, un enorme daño a la nación a través de sus acciones, no solo ellos, también ridiculizaron a su país de origen. El gobierno en si. Quien emitió diversas cartas a las víctimas afectadas por la familia Baek pidiendo perdón en palabras de ellos, menciono que la otra parte de la familia Baek se sentía avergonzada del daño de su imagen pública generada por Togo, y sus hijos. Claro, su imagen se hallaba por los suelos, eso iba a seguir empeorando con los días, cuando más resultados de auditorías salgan a la luz. Entre ellas, la de Dangqishi. Qué era una de la más esperada por todos, en especial por Silver.

Ella tampoco se mentiría así misma, también esperaba con ansias ese resultado.

Necesitaba entender, ¿Cómo podía existir tanta maldad contenida en toda una familia completa? O, ¿En el primógenito del mismo? Para cometer las atrocidades que él cometió a lo largo de los años, acompañado como su padre, sus hombres, sirvientes, y sus hermanos como cómplices más cercanos que estaban dispuestos a llevarse todos esos secretos a la tumba.

Y matar aquellos que ellos vieran que se le fue la lengua, o decidieron traicionarlos. Por el motivo que fuese.

Sin embargo, debía comprender que en este mundo existía la maldad. Eso era algo ridículamente normal, a veces se preguntaba así misma, ¿Por qué seguía impresionando de la maldad que algunas personas podían poseer, y más cuando gozaban de la posición que gozo Dangqishi antes de su muerte?

Si seguía tratando de sacar diversas hipótesis con respecto a la actitud del difunto. Lo único que conseguiría es que le diera una migraña pues no conseguiría una explicación razonable para justificar su comportamiento tan deplorable, se obligó a seguir prestando atención a la ceremonia conmemorativa donde el alcalde de verdad se lució con su discurso le cedió la batuta al arzobispo que agradeció ante palabras tan alentabas como las que él dio, prosiguió a bendecir la ceremonia, motivarlos a buscar esa paz interior que todos buscaban con anhelo a pesar de que algunos les costaba conseguir ese sentimiento tan deseado por todos después de haber perdido alguien importante por culpa de la sed de sangre de una familia tan terrorífica como la que les tocó lidiar cada uno a su manera.

Le fue interesante darse cuenta como la vida unía a todos los presentes aquí, con historias completamente distintas con acontecimientos en su vida, como la pérdida de un ser querido podía unir a tantos seres aquí. Le hizo reflexionar para darse cuenta de que su padre no fue el único que cayó bajo ese yugo tan extremista. El mismo que hizo que su mejor amigo perdiera un brazo. ¿Y qué decir de las jóvenes que fueron explotadas como mercancía sexual, para divertir a los hombres y mujeres de la clase privilegiada? Eso era mucho peor que la muerte degradar a una mujer en proporciones impensables, al igual que aprovecharse de la necesidad, las carencias, ignorancia de una mujer que no gozo de las mismas posibilidades de vida de muchas otras, que, si tuvieron el privilegio de poder criarse en familias funcionales que le brindaran su apoyo emocional, financiero, y darles estabilidad. Como estudios.