Cuando los ojos de Saori se posaron en los de Nissa comprendió que necesitaba darle a entender que no estaba completamente sola en esta lucha de tratar de evitar conflictos internos dentro de su propio planeta. Conflictos que en realidad no era suyos. Si no de Eurox, pero como el planeta gozaba de buenas relaciones con el de Nissa, se sintieron en confianza de echarles dicho cargo.
Allí es donde empezó todo el problema con él que ahora tienen que lidiar.
Y acompañado que los Tattas cada día desarrollaban mejor armamento para defenderse de los constantes ataques por parte del gobierno en un intento de erradicarlos de una vez por todas mandarlos al lugar que se supone que ellos pertenecían por obligación, para ser simplemente una parte extinción histórica para que pasaran a formar parte de los fósiles que abundaban ese planeta lleno de ricas cultura, historia, diversidad étnica del planeta y darle por fin el lugar que le correspondía a los Euroxianos y Xunna.
El problema era que los Tattas que se negaban su aniquilación. Como son de naturaleza guerrera, lucharían hasta el final por su supervivencia. Por sus tradiciones, costumbres y etnicidad se podrían perder todo lo que con tan esfuerzo estuvieron trabajando durante varios siglos en conjunto con el gobierno de la provincia de Canus donde Drobuhiri se hallaba situada , donde se hallaba la planta generadora de Nereo que tanto el gobierno de Xunnadus añoraba colocar sus manos. Qué para ellos era su sustento.
Es increíble como la ambición podía cegar a cualquiera. Eso no medía ni civilización ni especie en sí.
No era de extrañar que Nissa se hallase al límite de su paciencia con su familia al no ser escuchada. Tomar cartas en el asunto por su propia cuenta, tratando de buscar una solución intermedia que pudiera beneficiar a ambos bandos, sin necesidad de tener que recurrir a la masacre como un método de apaciguamiento de una especie nativa interplanetaria indígena que estaba lejos de ser dócil, lo sabía ella que vivió periodos muy cortos con los Tattas cuando Rhodan solía llevar a pasar los primeros días decembrinos con su familia, para enseñarles las costumbres de su planeta natal. Allí pudo observar la manera en que resolvían las cosas. Cómo se defendían le dio un indicativo que si entre ellos mismos dentro de la comunidad se trataban como si fueran enemigos o forasteros no deseados.
No quiero ni pensar, ¿Cómo sería con enemigos reales? La respuesta vino, cuando llegó el primer atentado, donde comprobó que el ejército Xunnadus no deseaba reubicarlos, como ellos mismos les decían a través de sus emisarios.
No querían aniquilarlos.
Saori soltó aire, se dijo mejor inicia tú la conversación.
—Nissa aquí nadie te está vigilando, puedes expresarte sin temor a que intenten silenciarte.
Nissa abrió los ojos al ver que Saori, pudo leer sus mayores temores internos.
—¿Perdone? —musito ella sorprendida —. Conozco esa expresión, yo la tuve en algún momento de mi vida, cuando pasé por esa etapa cruda en que desconocía el paradero de mi hermano, no se me permitía indagar más en el asunto. Para la desgracia de mi familia no soy sumisa, puedo ser dócil la mayoría de las veces, pero poseo temperamento propio, cuando algo no me gusta, lo expresó. Creo que ahora mismo, estás pasando por algo similar.
—Podría decirse que sí... —reconoció con más confianza —. Tristemente, para mi padre, Piollete, Hoce y toda mi familia en general, no soy como mi madre, que era sumisa en su totalidad, atacaba todo lo que mi padre le ordenaba sin rechistar. Yo soy más rebelde. Pero no es de eso que vine hablar, sino de una solución más factible para todos, en especial para los Tattas.
Saori asintió dándole la razón.
Sabes que ellos no van a renunciar. No van a aceptar nada ni siquiera proviniendo de ti.
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SEVEN
FantasySilver Mitrópoulos Depranon, exaltado héroe de guerra se ve forzado a huir al espacio tras ser acusado injustamente de un crimen que no cometió. Mientras se sumerge en su exilio cósmico, cortando lazos con la Tierra, su hermana Saori emprende una bú...