Desperté por la alarma, me di vuelta y me encontré con Jack mirándome.
– Buenos días –
– Hola. Hoy es el gran día –
Le di un beso en la frente y me levanté para prepararme, hoy era el gran día de Eros y Ariel. Se habían comprometido ya hace 3 años y hoy por fin después de tanto esfuerzo, con una civilización más formada, van a casarse. Mi traje era uno azul oscuro y el de Jack uno celeste. Una vez vestidos fuimos a buscar a Mía, pues ella debía retirar el suyo. Mi padre y mi madre pasaron por nosotros, ellos ya se encontraban preparados; mi madre llevaba un vestido dorado muy brillante y mi padre un traje negro con una corbata dorada, para ir a juego.
– Todavía no caigo en que estamos a punto de asistir a la boda de aquellos niños que vimos crecer – Hablaba mi padre mientras conducía a casa de las hermanas Hale.
– No te pongas sentimental, Rob – Habló mi madre.
– No fui yo quien lloró al recibir la invitación, Ester – Le respondió él
Era divertido, al fin estar en paz y tranquilos después de tantos años duros de entrenamiento y preparación. Al fin llegamos a la casa de Mía y ella ya estaba esperándonos en la entrada.
– Hola chicos, Señores Jones – Saludó.
– Hola – Devolvimos el Saludó al unísono.
Viajamos hasta la tienda del sastre, donde Mía había estado yendo durante los últimos meses puesto que había decidido dedicarse a la moda y una vez allí entró a buscar su traje, diseñado por su propio jefe. Era uno rosa pastel y con detalles plateados. Le quedaba precios ha decir verdad, Ari lloraría al verla.
– ¡Estas preciosa! – Mi madre la abrazó, para ella Mía era como la hija que nunca pudo tener, siempre quiso adoptarla junto con Ariel, pero ambas se negaron.
– Gracias señora Jones, usted también está radiante –
Seguimos nuestro camino hacia la playa, la boda iba a ser al atardecer y solo faltaban unas pocas horas, era un viaje largo, pero sabíamos que iba a ser una noche inolvidable. Cuando llegamos todo ya estaba decorado, había un hermoso arco nupcial decorado con rosas, una alfombra roja y las sillas a los costados. Todo era blanco, rojo y rosa, eran sus colores favoritos y obviamente lo que más resaltaba del lugar era como la vista del mar era perfecta y la puesta del sol iba a ser fascinante. Fuimos los primeros en llegar, así que tomamos asiento donde nos tocaba; al frente del todo, yo era el padrino de honor de Eros, así que debía quedarme cerca, al igual que Mía.
Empezó a llegar más y más gente, conocidos, amigos, compañeros, etc. Eros apareció todo nervioso y su madre estaba atrás de él intentando calmarlo. Era gracioso ver como buscaba que todo fuera perfecto, como impresionar a su amada. Esto era lo que merecíamos después de todo, por esto luchamos, por un día estar aquí, relajados y juntos.
– Amigo, tenes que relajarte – Le dije entre risas, apoyando mi mano en hombro. Su traje era uno rojo y negro, obviamente haciendo alusión a la decoración del lugar.
– Dios, no puedo. Quiero verla, pero al mismo tiempo tengo miedo –
– ¿Miedo a qué? Si es imposible que algo salga mal –
– No lo se, ¿Y si se arrepiente? –
– Eros… ¡Ella te pidió matrimonio! ¿Por qué se arrepentiría? – No podía aguantarme la risa, sus nervios eran absurdos.
– Bien, debo relajarme, ella llegará el cualquier momento – Se acomodó el traje y caminó hacia su lugar en el altar.
Lo seguí y me puse a su izquierda. Mía estaba a la derecha del altar, esperando a su hermana, cuando empezó a sonar una canción que ambos conocían bien “My heart is buried in Venice”, la canción con la que se conocieron. Ariel apareció, luciendo un hermoso vestido rosa y rojo, con brillos y detalles tan deslumbrantes que a todos se nos fue el aire al verla. Mi madre, la de Eros y Mía ya se encontraban llorando, mientras que mi amigo se aguantaba para no arruinar la foto que quedaría como recuerdo de su boda.
Empezó a caminar hacia el altar, con un ramo en sus manos y una gran sonrisa. Era todo lo que estaba bien. Llegó al altar y el oficiante de matrimonio comenzó con la ceremonia. Ambos leyeron sus votos y el hombre hizo la pregunta tan esperada, mientras una niña de pequeños rizos dorados como los de Eros caminaba hacia el altar ayudada por su abuela, llevaba los anillos de casados.
– Eros Fisher, ¿Aceptas a Ariel Hale como tu legítima esposa, para amarla, protegerla, cuidarla y acompañarla en las buenas y en las malas? –
– Acepto – Dijo tomando el anillo y poniéndolo en el dedo anular de su ahora esposa .
– Ariel Hale, ¿Aceptas a Eros Fisher como tu legítimo esposo, para amarlo, protegerlo, cuidarlo y acompañarlo en las buenas y en las malas? –
– Acepto – Dijo tomando el otro anillo y dándole un beso en la frente a su hija, poniendo el anillo en el dedo anular de su ahora esposo.
– Ahora, pueden besarse – Y así lo hicieron, todos aplaudimos contentos entre lágrimas y gritos de felicidad.
Ariel tiró el ramo, y este cayó en las manos de Jackson, todos nos miraron. En ese momento, lo supe; solo vendrían cosas buenas.
ESTÁS LEYENDO
Por un futuro juntos
Ciencia FicciónSinopsis ¿Imaginas vivir en un mundo en el que la capa de ozono ya casi no existe? Esto es una realidad para la humanidad del año 2380, un mundo en el que los ecosistemas están tan destruidos que casi no hay aire puro, el agua y la comida son un luj...